Quitarse la paja y dejar la viga

Si matas al mensajero prevalece la incertidumbre ante el desconocimiento de la información que es vital para el contrargumento, y deja en el acto una imagen de supina soberbia.

Maduro viene perdiendo su garbo, y es lamentable que ocurra en alguien que fuera elegido como prospecto para continuar con el testigo del máximo líder de la Revolución Bolivariana, el Presidente Chávez, lo que deja en el ambiente ese tufillo a pólvora mojada, una señal clara que está en el debate en voz baja, frente a un rasgo muy delicado que se ha asomado en el régimen por parte de los factores que ejercen inusitada presión sobre el hijo putativo del Comandante del 4F. Muchos señalan ese sesgo por donde se le ve la costura a una posición de algunos oficiales que por mucho que se tongoneen se les ve el bojote, y se comportan como profascista, utilizando prácticas reñidas con los derechos humanos, y nos estamos refiriendo a todos los oficiales en el gobierno y la oposición. Pero me quiero enfocar solo en ese sabor amargo que se siente después de haber repetido algo desagradable al paladar, y es la actuación del yo descabritado y el ego hiperinflamado del Presidente y líder de la República Bolivariana de Venezuela.

No ha sido nada fácil para el camarada Maduro, que después de seis años de gobierno, presionado interna e internacionalmente, y ante cualquier caterva de excusas que se pueden acopiar por toneladas, nada es óbice para que quien tiene todo el poder en Venezuela, los regímenes presidencialistas se parecen mucho a las figuras de los emperadores, tienen todas las facultades del soberano, y aunque en la teoría existan pesos y contrapesos, la balanza siempre se inclina hacia la maquinaria, lo que en definitiva determina que un régimen sea o no libre el único, pues es cómo giren sus ruedas y no una teoría. Por tanto, se descuadra bastante la imagen de quien ejerce un cargo de tanta relevancia, de un estadista, un líder socialista, humanista, un demócrata, y a la sazón que debe estar probado en mil batallas dialécticas, y mantener bajo control y dominio una situación por adversa que sea, frente a cualquier provocación o confrontación por quienes ejercen un oficio que se ha prostituido por muchos y muchas que ejercen dicha profesión, y que sirven cual mercenarios de los medios.

En este contexto, el Presidente de la República Bolivariana de Venezuela, chavista, orientado por los criterios políticos y la guía de su preceptor, en aras del rescate y adecentamiento del país, en el proceso de cambios y de transformación que cumplen largas dos décadas de revolución pacífica pero cívico militar, y ejerciendo plenamente el poder, aunque en mora con la trasferencia plena de las atribuciones inherentes al pueblo soberano sin más demoras, que para luego es demasiado tarde y la cuerda está tensa. No se trata de mantenerse en el poder por el poder mismo y con un discurso que deja mucho que desear en la práctica, sin mucha o poca diferencia al desdibujarse por los propios argumentos. Una amenaza es una amenaza, peor si se infiere en pública, por quien investido y asistido por el máximo cargo de responsabilidad de la nación, pues desborda el talante de quien profesa la imagen que proyecta un mandatario; una, falla que no dudamos en trasladarla a sus asesores de imagen.

Descalificar a un interlocutor cuando ha sido invitado a realizar una entrevista, y frente a la opinión pública, aprovechándose ambos en abierto debate de ideas, y sobre hechos y acontecimientos, que en coro se han señalado desde la calle y que los medios no hacen más que reflejar la realidad, aunque sabemos que barnizados por poderosos intereses, que se hacen eco de los errores y los equívocos, que son debidos a muchas variables en el entorno y más en circunstancias de ataque continuado. Sin embargo, esto entre pesos pesados no puede ser la regla, ni entorpecimiento para afrontar los dardos y los artificios del lenguaje, con supuestos elaborados como una batería de descargas que buscan acorralar al entrevistado, como lamentablemente fue el caso, donde casi se pierde por nocaut. Se sabía que la entrevista sería una andanada de preguntas bien o mal formuladas, sobre datos maquillados; pero salir del atolladero como un guapetón de arrabal, y poseído por los instintos reptilianos, fue la peor representación en el teatro de la política de fruslería.

Estos lastres conductuales que a la larga se convierten en lastres para una gestión desgastada por el tiempo, el mal uso y el abuso reiterado, hacen que las bases de sustentación se hundan cada vez más, para ir a parar al estercolero de la historia política de larga y rancia data, donde los viejos modelos del sistema que se tiene que cambiar, persiste y no termina de lograrse el parto del nuevo hombre y la nueva mujer, en tiempos del siglo XXI, era en la que la humanidad percibe haber roto los moldes, pero que el liderazgo no logra descifrar las señales, habiéndose traspasado el techo, y como se ha anunciado colocarse frente a frente con los seres inteligentes de las estrellas.

Maduro extravió la brújula y sin guía viene dando tumbos, haciendo de tripas corazón, tras insólitos alcances que son pasos en falso, como le pasó a chacumbele, y además se dice que el pez muere por la boca, y que por sus actos serán conocidos. En algunos estratos de la sociedad venezolana, por aquello de la división de clases, una de las características peculiares entre paisanos o parroquias, es ese trato desencajado y fugaz entre contertulios en sus cotidianidades. Pero hay límites, y el momento lo marca la circunstancia, y depende de la seriedad o no del asunto, se toman las previsiones y cuanto amerita la ocasión, máxime cuando hay que imprimirle rigor al acto, como a una entrevista formal previamente acordada entre las partes. Pues siendo algo oficial y protocolar, se toman las medidas y guardan las distancias, suponemos que ahí no hay espacio para equivocaciones y menos escurrir el bulto. Lo menos que toca hacer son unas maniobras con la manta y en unos pases bien preparados, evitar las puntas y pitones, que buscan descolocar al entrevistado.

Pues todo se derrumbó y más se demostró el tupe de lo que se es, en vez de ser el caballero cortés, sin que se le quitara lo valiente, muy por el contrario, habría salido de la contienda enaltecido, elevado a la posición, que esperábamos del hijo de Chávez, del representante de todos y todas, del líder del mayor partido de Venezuela, de ese sentimiento de que estamos a la altura del compromiso que se nos presente. Y porque en un Estado de derecho y de justicia, en un sistema presidencialista y democrático, los propios y los extraños lo menos que esperaban de la entrevista era salir con una victoria más en buena lid, y no en una demostración de soberbia frente a un individuo que ejerce un oficio que en la mayoría de los casos se ha convertido en un ejercicio de ofidios, que expelen puro ácido, y sabiendo por qué llora el niño, tener la postura adecuada.

No podemos olvidar que la imagen es lo que marca la diferencia, los gestos a veces dicen más que mil palabras, entre nosotros vale más lo que está por escrito, que por lo que se dice, pero en la práctica una persona se condena por lo que hace, y si a esto le agrega lo que dice, pues a confesión de parte, relevo de pruebas, como dicen los abogados. Son tiempos de mucha dificultad para el país, sin obviar que es una situación de suma gravedad a nivel internacional por los conflictos de baja y alta intensidad que se dirimen entre dos sistemas enfrentados, donde los pocos con poder someten a los muchos bajo el control de los gobiernos que ya no cumplen al pie de la letra, ni con los principios, ni con los valores, ni con las doctrinas y menos con las costumbres, y peor aún la ley que se estableció entre todos en la Constitución. Hoy más que nunca, los que mandan incluso sobre los gobernantes y los gobernados, son esos pocos que bajo el sistema explotador del capitalismo salvaje y del neoliberalismo, han secuestrado las potestades de la democracia del pueblo, para el pueblo y con el pueblo. Es patente observarlo recién con el Club de Bilderberg donde los representantes de al menos unas seiscientas familias, y el servicio del dos por ciento de la población mundial, ejercen un control global de todo cuento existe en el planeta Tierra. Triste realidad a la que asistimos, mientras se pierde tiempo en cazar moscas.



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Franco Orlando


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