Es terrible morir como los músicos del “Titanic”

Hay un espacio para lo impredecible en los venezolanos, pero todavía no aparece. Mientras tanto amanecieron en los mercados tras rebajas de Sudde. El humano tiene maneras de maneras de vivir, se adapta a casi todo. Hasta que un loco para el tráfico, golpea un capó con sus puños y grita ¡Maldito, no me adapto! : así comienza a asomar lo impredecible.

Terrible es resignarse como siervos a sufrir la fatalidad de la servidumbre. Digamos que la mayoría hace lo posible por "explicar" el estado de cosas, sin ver el fracaso del gobierno. El gobierno, una cosa difusa sirve de disculpa a los responsables del estado avanzado del anarco capitalismo.

El enemigo es el capitalismo, no Trump. Trump representa los intereses de una clase social privilegiada y de una nación poderosa que vive de explotar a otros países y pueblos. Trump o Obama o Clinton no hacen ninguna diferencia, detrás están corporaciones poderosísimas, de energía, de armamentos, automotriz, petróleo, minería. Lo mismo pasa con Lorenzo Mendoza o Gustavo Cisneros. El presidente Maduro se equivoca cuando llama a Trump camarada, o mi amigo, o hermano, creyendo que aquello es una regla de la diplomacia. Jamás lo invitará a celebrar su cumpleaños. Hay que saber distanciarse, así sea como un acto de dignidad, de nuestros enemigos. Si Maduro no considera a Trump su enemigo personal, él sí cree que nosotros somos los suyos, ve al gobierno con asco y desprecio; está un su naturaleza capitalista rechazar toda pretensión de control sobre un territorio y un pueblo que consideran suyo, casi que por razones divinas.

Pero estas actitudes, estas reacciones poco claras han permitido que los representantes del capital aprieten sobre nuestra economía personal, nuestra garganta, sobre la salud y en el estómago previendo un estallido social o una reacción electoral; una excusa válida para sacar del medio a este gobiernito manipulador e improvisado. Por omisión, por improvisados, ineptos, desorganizados, por carecer de formación ideológica y una ética contraria al lucro, el gobierno de Maduro, a pesar del fatalismo con el cual muchos perciben la "Guerra económica", es el verdadero responsable de que la revolución se haya transformado, de ser una esperanza en una desgracia, a los ojos de un pueblo manipulado y engañado hasta la saciedad.

La "Guerra económica" ha servido de excusa para toda clase de vagabunderías acordadas con el capital privado foráneo y nacional y nadie quiere ver esto; prefieren voltear hacia un lado. La mayoría está enajenada, sus mentes y sentimientos disociados de la realidad y entres ellos. Pueden sentir la presión de los precios, de la escasez pero prefieren no decir nada del gobierno, la Guerra económica" lo explica todo. Y no es así. No es así porque el capitalismo es ésto que está pasando. Si no hubiera la premura de la burguesía y de Estados Unidos por sacar a Maduro del medio, si los abastos tuvieran de todo, igual, más de la mitad de la población, ahora no podría comprar nada. La idea del enemigo es restituir el estado de desigualdad anterior a Chávez, sin populismo, sin promesas vanas sin demagogia: ya es suficiente con el capitalismo el cual es hipocresía y mentira.

Sin embargo, lo ridículo de todo esto es que con Maduro vivimos en el más liberal y furioso capitalismo, anarco capitalismo; lo ridículo es que con Maduro y sus promesas de ver la luz al final del túnel, de activar los famosos catorce o quince Motores del desarrollo, vivimos al extremo de la miseria y una franca desigualdad social: para unos, productos caros, pero abastecidos, tienen con qué pagar; para la mayoría precios regulados, es decir, colas, y otros cajas de comida, cero proteína (solo atunes enlatados importados, de muy baja calidad, de la peor calidad).

De esta desigualdad es responsable Maduro y su entorno más cercano, por acordar, por concertar, con la empresa privada (a los mismos ladrones de siempre) la repartición de la renta petrolera (entre todos: el lucro de la cosa pública), y además entregar toda clase de reservas naturales a las empresas de la devastación. La mayoría de los acuerdos se han hecho en secreto, "en privado", es decir, de espalda al pueblo, incluyendo la vista de los defensores de Maduro, que piden que nos pongamos en sus zapatos, como si fuera un gran sacrificio político, un gran esfuerzo mental, entregar el control del país y de la economía a los privados y a un grupito de asesores pícaros y oportunistas, negociar su permanencia en el poder con la derecha entregando a pedazos a Chávez y al chavismo... en nombre de la PAZ … ¿Cuál PAZ? ¿Quién tiene paz con esta certidumbre? Sería preferible llamar a la lucha, consciente y organizada, y tomar el control, volvería la esperanza, el espacio de lo impredecible aparece.

¿Qué pretenden los que justifican a Maduro y a su gobierno? ¿Ver cómo se hunde al barco, aceptando todo lo que nos pasa como una fatalidad, como los músicos del Titanic, como el fatalismo de sufrir la economía de "libre" mercado, como la única "posible"? Y solo por el miedo de ver la realidad EN LA CALLE (¡la gente come basura!), y por no pensar en el socialismo, volver en la discusión a la revolución verdadera, el verdadero sacrificio por la libertad y la paz social, que es cambiarlo todo, de raíz.

De cualquier manera, diremos con Nietzsche: "Bien aventurados los adormilados, porque ellos se quedarán dormidos"



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Marcos Luna

Dibujante, ex militante de izquierda, ahora chavista

 marcosluna1818@gmail.com

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