A propósito de Nietzsche

Cómo criar un hombre capaz de hacer promesas…

…Moldeando su carácter en sus ideales. Esto es un verdadero "estilo" de vida: vivir según lo gobierna su voluntad de poder (de poderío, diría Chávez). Esos hombres existen y han existido siempre. Bolívar, Lenin, Che y Fidel. Y Chávez, que fue asesinado siendo joven aún. La terquedad en alcanzar sus ideales. Ese es su estilo, la constancia en la acción y la terquedad en sus ideales. Solo dentro de esos límites éticos y materiales es posible la creación, es posible idear nuevas formas de realizar lo cotidiano y de cambiar lo cotidiano. El carácter es una estructura psicológica-moral que hace del individuo un monolito. Y cuando su carácter es forjado en la guerra o en la política éste se hace al líder; su palabra es una sentencia, sus promesas son proféticas.

Para criar a este hombre hay que enseñarlo a vivir siempre pegado a la verdad. Debe ser psicólogo, debe ser sociólogo y filósofo, científico, un verdadero artista de la política, con mayúsculas, un verdadero capitán. Así crecieron y vivieron nuestros héroes.

Pero no se hicieron en el mundo de la palabra. Los llevamos dentro como herencia y memoria. En el mundo burgués la palabra se ha devaluado, a tal punto que ya no corresponde a la voluntad humana; solo la representa, la sustituye. Hoy solemos creer como real la representación de lo real; como fuerza la representación de la fuerza. O dicho a la inversa, vemos lo real nada más que en su representación simbólica, nos desconectamos por completo de nuestras acciones, de nuestra vida. Nos "marean" psicológicamente con "lucecitas para escena" como dice la canción. Una persona mata a otro individuo frente a nuestros ojos y no podemos creer que lo haya asesinado. Solo lo aceptamos cuando los vemos en el noticiero de la noche.

Lo mismo con lo de los robos de niños. Si acaso alguien se robara uno delante de nosotros, no lo creeríamos, pues vivimos nuestros miedos de manera simbólica; hasta que no se instale el símbolo en nuestra consciencia no reaccionamos. Y, al revés. Si tu vecina te cuenta cómo se robaron al hijo de tal o cual persona, inmediatamente te representas la escena en tu mente y luego crees, autentificas el cuento, porque te activa los sentimientos de horror, de temor, de odio, etc., encarnados hace tiempo en nosotros. Prejuicios, lo llaman.

En el mundo del discurso es lo mismo. Si alguien nos cuenta de su arrojo y valentía solemos creerle ajustando su historia a nuestra imaginación; no necesitamos que nos lo corroboren; no notamos que su mirada es seca y disimuladora; que se contradijo en tal y cual parte; que es muy nervioso; que una vez ya nos había mentido. Simplemente le creemos porque somos "terreno abonado" (ya hace tiempo) en el mundo burgués para los engaños. En estos tiempos, los crédulos y los mentirosos viven casi siempre en el mismo paraje. Podríamos decir que confrontamos a una sociedad de cómplices.

En revolución el "gran capitán" no miente (no se miente) porque simplemente no le interesa mentir ¿Para qué? Él mismo es su mejor argumento. Porque su pensamiento y su acción van de la mano. Si es humano se contradice y eso lo sabe y resuelve la paradoja. Lo hizo Bolívar cuando reconoció el carácter social de la guerra de independencia; cuando fusiló a Piar. Fidel, a cada instante. Creo que todos los grandes discursos de Fidel están cargados de fuertes críticas a sus propias decisiones. Chávez después del golpe de abril 2002 y el 4 de febrero de 1992 y otras. Todos estos hombres tienen en común el valor de la crítica, de la autocrítica y de la rectificación con humildad elevada, pero con la atención fija en sus metas y su visión más claras, mejor definidas.

¿Cómo criar a un ser así?, yo diría que cada crisis, que cada fracaso es una oportunidad de reconocer que nos falta crianza, de que se madura solo cuando se madura y no antes, y que no es posible crecer "de palabritas" (Nietzsche diría que No existe un "Sujeto" detrás de la "Acción", la acción lo es todo, no hay manera separar uno de la otra). Rectificar es duro y doloroso pero nos hace más fuertes, nos endurece. Rectificar (no "Arrepentirse", ¡mosca!) es la mejor y más nobles de las acciones humanas.

Sí fuera cierta la historia (antihistórica) que cuentan los ideales burgueses sobre la "perfección acabada" de las hazañas y victorias de sus grandes héroes y líderes, la humanidad ya se hubiera detenido en algún punto en el tiempo. No nos corresponde a nosotros hoy matar la historia en un día. Un líder revolucionario siempre debe crecer y mostrar su fuerza mostrando sus debilidades; debe vivir con la verdad, honestamente. No es posible que la soberbia y el orgullo mezquino de nuestros principales dirigentes nos arrastren (a todos) hacia la miseria del fascismo; detengan el avance de la revolución, de los cambios (cambios), restituyendo los privilegios y la explotación en el capitalismo de siempre; pulverizando el espíritu de solidaridad, de cooperación, amistad e identidad afectuosa, conquistados por nuestra población chavista en estos años cuando nos acompañó el comandante Chávez vivo.

El pensamiento de Marx nos debe orientar ahora, también Wilhem Reich y Nietzsche nos ayudaran a comprender que el hombrecito mezquino que todavía somos, puede llegar a ser el superhombre o el hombre nuevo que soñamos. Las vidas de Bolívar, Zamora, Martí, Fidel, Che, Chávez son los mejores argumentos para creer y pelear sin miedo por el socialismo. Eso es todo.

¡Abajo el imperio! ¡Abajo el capitalismo! ¡Abajo la mentira!

¡Viva el socialismo! ¡Viva la moral socialista!

Hecto,baiz@gmail.com



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Héctor Baíz

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