Estudio al Plan de la Patria (II)

En la presente entrega, ahondaremos el primer objetivo histórico del Plan de la Patria 2013-2019, destacando que se le llama objetivos históricos “…porque vienen de lejos, de atrás…”, y están inmersos en los anhelos y principios que motivaron la independencia nacional en el siglo XIX; por este motivo, el primer gran objetivo histórico se enuncia de la siguiente manera: “Defender, expandir y consolidar el bien más preciado que hemos reconquistado después de 200 años: La Independencia Nacional…”

El proceso de independencia no fue el producto, como si se puede decir que lo fue en la Revolución norteamericana y la francesa del siglo XVIII, de grupos de interés locales por llegar al poder, sino de un orden colonial corrompido que tuvo en personalidades como don Francisco de Miranda, uno de sus más apasionados críticos, y que influyó de manera superlativa en la conciencia del joven Simón Bolívar, que pasando por un sueño de libertad, alcanzó materializar la independencia en medio de buenos deseos y de inmensas esperanzas para el continente suramericano. La independencia trajo sus inmensos costos, sobre todo en vidas humanas, y alimentó, una “…conciencia de destino común hispanoamericano (en palabras de Mario Picón Salas, en su libro “De la conquista a la independencia”, 1944), que si bien se fue perdiendo por temporadas, renacieron con el impulso de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (1999), y la política de gobierno de Hugo Chávez desde febrero del año 2000; hoy día, esa línea de conciencia y de identidad local, sigue el rumbo bajo la directrices del sucesor de Chávez, Nicolás Maduro, erigiéndose en un liderazgo que pasó de ser carismático y mesiánico, a un liderazgo colectivo, cooperativo, revolucionario.

En cuanto al primer objetivo histórico, parte de la premisa de que hay que terminar de “…recuperar y consolidar la Independencia que habíamos perdido...” La inspiración la ha tenido el pueblo desde la resistencia indígena, la rebeldía afrodescendiente, la gesta independentista, la Revolución Federal, la Revolución Restauradora; nos inspiran Guaicaipuro, Tamanaco, Terepaima, Andresote, José Leonardo Chirino, Francisco de Miranda, Simón Rodríguez, Antonio José de Sucre, Ezequiel Zamora, Cipriano Castro, así como la épica campaña de independencia del Libertador Simón Bolívar, que inspiró a todas las anteriores, pero que aún no se consolida en el territorio latinoamericano.

Una de las situaciones que se permitieron, en Gobiernos pasados, hacer en la Venezuela independizada por Bolívar, fue la dominación foránea, donde el capital penetró toda las estructuras de la sociedad y del poder, radicalizándose esa dominación al aparecer el petróleo como un bien, no renovable, pero de interés estratégico para los Imperios modernos, sobre todo para los Estados Unidos de Norteamérica. Surge así la Venezuela exportadora de petróleo, subordinada al modelo consumista y belicista de los imperios, bajo un esquema de régimen capitalista, represivo y neocolonial que materializó la exclusión y la miseria en buena parte del territorio nacional. Las rebeliones civiles y militares de la década del sesenta y los hechos sociales del 27 de febrero de 1989, así como la respuesta militar del 4 de febrero y del 27 de noviembre de 1992, dieron un sentido reivindicativo a la participación del pueblo en la conquista del camino inicial de su proceso de independencia. Venezuela asume su lugar desde el escenario del Gobierno bolivariano, el cual no responde a los dictados del Imperio ni a los de la burguesía alguna, sino que reafirmar nuestra identidad nacional y nuestro símbolo local americano, avanzando en el marco de una geopolítica internacional hacia la plena independencia económica.

A todas estas, es importante detallar qué valores o principios se aspiran tocar en el camino hacia una República independiente y soberana. Antes que nada, se ha de valorar la independencia técnica y tecnológica, promoviendo aún más las tareas de autogestión del conocimiento e incentivo a la innovación local en ciencia y tecnología; en educación se ha de crear un esquema local de régimen de estudio en el cual los estudiantes, aparte del conocimiento universal, que es necesario, se forme en conocimiento local, sobre todo en lo histórico y geográfico; se ha de impulsar el poblamiento del campo y las estrategias para una agroindustria endógena que permita el autoabastecimiento y el fortalecimiento de una cultura productiva agrícola; en cuanto a los hidrocarburos y la explotación petrolera, es necesario diversificar el mercado, como se viene haciendo, y darle utilidad de inversión social a los recursos recibidos por el petróleo, aunque eso no implica descuidar la actualización y avance de la industria petrolera en su camino a erigirse como una de las empresas más importantes y competitivas en el ámbito internacional. Pero es necesario que la riqueza petrolera sea utilizada para afianzar la soberanía y la independencia nacional, solamente así se podrá salir de la crisis fiscal y económica que hoy embarga a la economía global. En una palabra, la independencia, o nueva independencia nacional, es reconocernos y reconocer que se tiene un Estado cuyo interés mayor es lo humano, por encima de lo administrativo-financiero.

En la próxima entrega, ahondaremos sobre el segundo gran objetivo histórico, el Socialismo, como manera o forma de organizar políticamente la sociedad, sin que se generen fisuras de desigualdad y exclusión.


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Ramón E. Azócar A.

Doctor en Ciencias de la Educación/Politólogo/ Planificador. Docente Universitario, Conferencista y Asesor en Políticas Públicas y Planificación (Consejo Legislativo del Estado Portuguesa, Alcaldías de Guanare, Ospino y San Genaro de Boconoito).

 azocarramon1968@gmail.com

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