Vientos de la sabana

La pacificación social

En la reciente alocución al país del presidente Nicolás Maduro, aprovechó nuevamente para exhortar a todos y todas las venezolanas a sumarse a las voluntades del gran colectivo nacional para enfrentar con eficiencia la lucha contra la violencia y la criminalidad que ha tomado notoriedad en los principales medios de comunicación sin que estos aporten nada o muy mínimo para conseguir soluciones tangibles.

Si bien es cierto, debemos empezar por determinar que este hecho heredado desde los años setenta cuando se fue incrustando en las abultadas barriadas de las principales ciudades del país; también es cierto que sectores de influencias y arraigo en la consolidación de valores como la iglesia y los mismos medios se mostraron solapadamente dejando que las llamas se atizarán, mientras se iban enlutando las familias pobres del país.

Así fue tomando auge y ahora existen muchos estudios indicadores que bien aclaran las consecuencias del repunte violento y criminal debido a la importancia de la influencia de una gran cantidad de contravalores originados de una comunicación contra natura que ha hecho del villano un estereotipo a seguir por muchos adolescentes y jóvenes que son presas fáciles de los placeres ficticios de la “dolche vita” de narcos y delincuentes.

La industria del cine y la televisión logró a través de la promoción de las fortunas y la explotación de la mujer de pronunciados pompis y tetas, dos nuevas formas de captar la atención y promover patrones de vida alejados de la cultura de valores de la vida y del amor. Todo un festín de drogas, alcohol, prostitutas y un sórdido reggetón que se logran alcanzar como plena felicidad mediante una vida delictiva y criminal.

Fue el paroxismo de la absurdez, el engrandecimiento del vacío, el monumento de la nada, lo que llevó a muchos jóvenes del país a desviar sus caminos para convertirse en seres avivadores de la violencia; sin querer muchos adolescentes y jóvenes caminaron vendados hacia el abismo de una vida que, por su fragilidad de valores, avizoraba un futuro muy corto con finales desastrosos para ellos y sus familiares. La violencia y los caminos oscuros conducen a la tragedia y la muerte. Los supuestos placeres que brinda una vida delictiva son efímeros, volátiles, pasajeros y cortos, muy cortos; por lo menos eso lo indican las estadísticas que reflejan que la mayoría de decesos de delincuentes están entre los veinte y veinticuatro años.

El presidente Eterno Hugo Chávez y ahora nuestro presidente Nicolás Maduro, no han escatimado ni un segundo en diseñar planes y proyectos que se encaminen hacia la conquista real de la paz social en el país. Toda una inescrutable cantidad de recursos soñados por cualquier país del mundo van encaminado hacia la inversión social, hacia la reivindicación de los ciudadanos y ciudadanas, hacia la exaltación del ser, hacia la consolidación de la familia, el vivir viviendo, hacia la felicidad suprema.

Las políticas del gobierno revolucionario han encaminado un trabajo indetenible y que ahora se acentúa demandando de todos los actores a la participación y aporte para la pacificación social del país. Maduro fue muy claro cuando señaló que podíamos tener diferencias políticas, ideológicas y hasta de liderazgo con la oposición venezolana; pero, que es tiempo que todos sumemos voluntades para detener y acabar con este flagelo social donde todos somos vulnerables.

En lo particular, se considera que llegamos al punto del no retorno contra la delincuencia y la criminalidad. Llegamos a la imperiosas necesidad de todos convertirnos en hacedores de la paz, en construir un país tranquilo, en hacer de Venezuela una casa donde cabemos todas las familias de hombres y mujeres de buena voluntad, donde nos amamos unos a otros y donde seguiremos construyendo la patria anhelada por todos de dignificación, justicia, igualdad, paz y amor.

Es imperioso que se promueva en cantidades ilimitadas la práctica del deporte en todas sus dimensiones. Qué nuestros ojos no sólo se detengan a soñar con medallas y todas las competencias de alto rendimiento del ciclo olímpico, que bien vamos apoyando y avanzando, pero también activarse en las canchas, en torneos relámpagos de los deportes tradicionales y juegos tradicionales: chapitas, pelota de goma, tres pa tres, papagayos, etc. O sea una gran avalancha de actividades deportivas en todas las canchas, ofrecer a los niños, niñas adolescentes y jóvenes, todas las oportunidades para que aprovechen el tiempo sanamente. Igualmente con la cultura, activar el teatro de calle, cines móviles, bailes, títeres, danzas, pinturas, música, todo lo que tenga que ver con el entretenimiento sano y fructífero. Invitamos a las Iglesias, a todas, a peregrinar en los barrios, a llevar la buenas nuevas de salvación en todos los rincones de la patria, a aportar con toda esa riqueza espiritual necesaria para todos.

Vamos a pacificar la sociedad venezolana cueste lo que cueste, y allí invitamos a toda la población a maximizar los valores de tolerancia, respeto y convivencia a fin de ir allanando el camino de la paz, por donde se encausará la patria bonita que todos soñamos.


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Geovanni Peña

Diputado a la Asamblea Nacional. Militante del PSUV.

 santanajerez@hotmail.com

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