El principal resultado de las investigaciones teóricas realizadas por Carlos Marx en el área económica quedó plasmado en “El capital” (su obra fundamental), que lleva por subtítulo “Crítica de la economía política”. Comienza con una detallada explicación sobre la mercancía, como célula del sistema capitalista y su característica dual, puesto que toda mercancía es, a la vez, valor de uso y valor de cambio, productos del trabajo concreto, uno y del trabajo abstracto, el otro.
Gradualmente, va desplegando un conjunto de conceptos que se deben asimilar cuidadosamente, porque se diferencian radicalmente de las ideas convencionales dominantes en el campo económico. Sobre tales conceptos construirá su teoría del valor, es decir, explicará de dónde proviene el valor de cambio de las mercancías, que permite o hace posible el comercio, el intercambio, en términos equivalentes.
También explicará cómo se produce la plusvalía, con la aplicación de la fuerza de trabajo en el proceso del trabajo, es decir, cómo la aplicación de la fuerza de trabajo, en la fábrica, valoriza los productos, las mercancías. Todo esto va abonando lo que algunos han llamado teoría del valor marxista. A refutar y controvertir tal teoría ha dedicado sus esfuerzos una multitud de teóricos alineados con el poder dominante en la sociedad capitalista, sin mayor éxito. Por ello, el marxismo ha sido un bastión teórico de las luchas revolucionarias.
No obstante, los ideólogos burgueses no desmayan en su intento y me parece que el Premio Libertador al Pensamiento Crítico del año pasado está en esta línea antimarxista. De ser así, debería abrirse un intenso debate, pues, a juzgar por las páginas que he podido leer, el texto de Carlos Fernández y Luis Alegre se las trae. Pudiera ser un contrabando ideológico de grandes proporciones, que crearía amplia confusión en el terreno revolucionario. (“El orden de El capital”. Caracas, El perro y la rana, 2011).
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S. C. 20-01-12
