El Color de la Esperanza

Repentinamente interrumpí mi discurso y pregunté a los presentes: ¿Cuál es el color de la esperanza? Todos quedaron sorprendidos, se miraron unos a otros, confundidos. Yo volví a preguntar: ¿Cuál es el color de la esperanza? Entendieron que la cosa era en serio y entonces un hombre de unos 80 años se paró y dijo:

Bueno, profesor, le cuento que mi esperanza era blanca, blanca como la espuma del mar, pero vinieron unos becerros y se la tragaron creyendo que era leche.

Todos lo aplaudieron. Luego una mujer de unos 60 años pidió la palabra y dijo:

Mire, profesor, mi esperanza era verde, verde como la floresta del bosque, pero vinieron unos burros y se la comieron creyendo que era pasto.

Nuevos aplausos. Seguidamente, una joven que dijo llamarse Zoraya, a la que calculé unos 25 años, y que tenía unos ojos verdaderamente bellos, habló:

Mi esperanza era roja, rojita como la sangre de mis venas, pero llegaron unos gusanos, quisieron comérsela creyendo que era manzanita, pero vinieron los trabajadores revolucionarios, los estudiantes revolucionarios, los soldados revolucionarios, los intelectuales revolucionarios, las mujeres revolucionarias, y entre todos aplastaron a los gusanos, y mi esperanza sigue siendo roja rojita!!!!!!

Aplausos a rabiar. La joven de los bellos ojos había cautivado a los presentes. Ella explicó:

A esos gusanos les llamaban la derecha endógena, la quinta columna o los pesuvecos. Pesuvecos les decían, no por su parentesco con los capuletos o los montescos, sino por su afinidad con los adecos. Tan corruptos, oportunistas y picaros como estos.

Dicho lo anterior, la joven Zoraya me preguntó si podía leer un pequeño texto que ella había escrito la noche anterior. Yo le pedí que por favor lo leyera. Y ella leyó:

Tiempo de vivir y tiempo de morir

Muchachos y muchachas de mi patria libre,
cuando sientan la tierra crujir,
corran y protéjanse del terremoto.

Si escuchan el mar rugir,
corran y cúbranse del tsunami,
que es tiempo de vivir.

Pero si oyen en el cielo
alas de plata batir,
corran muchachos y muchachas de mi patria libre,
corran y agarre cada quien su fusil
y disparen sin piedad al soldado invasor,
que es su tiempo de morir.

Todos aplaudieron a Zoraya a rabiar. Yo la felicité y ahí dejé mi discurso. En próxima ocasión les hablaré del sueño que tuvo Zoraya.

Mi twiter: @progenesico

ramiromen@gmail.com


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