Auditórium

Sectarismo tarúpido

“Por los defectos de los demás el sabio corrige los propios”
Publio Siro.

La democratización del socialismo venezolano, es una tarea muy paciente; como la paciencia de Job, que es la que hay que tener con los tarúpidos de Anzoátegui (mezcla de tarados y estúpidos) que asoman su unicelularidad mental por estos lares, a los que no se le  debe contestar, a no ser  que el caso lo amerite, cuando haya razonamientos, y no insultos, o consignitas gastadas.                                                                                                                           
Sectarismos hay de diverso tipo, pero el peor y mas dañino es el que se ejerce desde grupos de facciones. La falta de mutua vulnerabilidad, de un sistema ideológico que sea realmente imparcial, y no responda a lo que un pequeño grupo considera intereses de ellos, y de un supuesto pueblo que los sigue (que no siempre son los mismos intereses), este odio visceral contra el gobernador Tarek, afecta el desarrollo del Estado Anzoátegui.                                       

Es parte del Anacronismo que ha padecido eternamente la izquierda, en una muestra de inmadurez política, más cercano al discurso de barricada, y al dogmatismo infantil de izquierda, Hugo Chávez dixit, Teatro Teresa Carreño 02/10/2010. De seguir así el barco de la revolución se escora y no navega.

Esta nefasta tradición en ciertos grupos de izquierda, el tratar de imponerse, desacreditar y excluir a otros que no concuerden con las ideas que defienden. Es el sectarismo: el error de siempre. El de creerse con toda la razón, y negarla completamente a quienes no comparten sus puntos de vista, o simplemente tienen diferencias tácticas que las disparidades de experiencias alientan.

No tengo por que mencionar a nadie en particular. Para no entrar en una polémica personal que la mayoría de las veces terminan en estériles peleas irreconciliables, aunque se tengan más coincidencias que desacuerdos, y que tanto daño le está causando a la revolución bolivariana. La batalla es de ideas, no de personas, ni de obras y contratos. No hay que agredir a nadie. Aquellos que insisten en personalizar la crítica no parten de posiciones constructivas para la solución de los problemas, sino que buscan complicarlos.

Cuando todavía estamos en ‘guayucos’ hacia una transición socialista, libre y democrática con la que sueñan muchos revolucionarios desde hace años, nadie tiene derecho a pretenderse el ser dueño absoluto de la verdad, que están muy lejos de demostrar en la práctica, ni mucho menos aspirar aplicar exclusivos métodos procedimentales, y de dogmaticos enfoques en la política concreta, que no es lo mismo que la ideología.                                                                              

Se pueden compartir principios ideológicos básicos y pensar en políticas, acciones y tácticas distintas para situaciones similares. Sobre todo si los análisis se hacen desde la realidad regional  con cronologías diferentes, con otras administraciones disimiles. Pero pretender imponer una posición o tratar de ignorar otras, de origen igualmente revolucionario, es aplicar un odioso sectarismo así de simple.  Los sectarismos provenientes de dogmas deben ser rechazados de raíz.

Pretender destruir al discrepante de sus opiniones, es una clara incitación al error, es una actividad contrarrevolucionaria encubierta en el peor de los casos.

Aún con todos los defectos, y errores del gobierno de Anzoátegui, Aquí no se intenta imponer nada a nadie, es lo que percibo, menos esquemas imaginarios a nadie. Sino de ayudar a que se utilice la crítica sana.

Esto no puede cansarnos ni llevarnos a un enfrentamiento. Siempre entre los revolucionarios discrepantes ha existido la reconciliación. Los que se deciden por la confrontación abierta entre revolucionarios se equivocaron de táctica. Hay que enfrentar la compleja realidad política desde sus entrañas,  colaborando críticamente, corriendo todos los riesgos.

Lo que si me ha quedado demostrado en mi  experiencia revolucionaria: es que la división, el sectarismo, el irrespeto a los demás revolucionarios, la falta de diálogo, las acciones nebulosas, la no transparencia en las posiciones, las injurias y otras afinidades, son las bacterias siempre presentes que han llevado al fracaso a los procesos revolucionarios, y socialistas hasta ahora intentados.

No defiendo una unidad sin principios, la falsa unanimidad que trata de esconder la diversidad del pensamiento revolucionario, sacralizando un ideal único. Se puede luchar conviviendo en un ambiente abierto y democrático, respetando todas las diferentes formas de pensamiento en la revolución bolivariana.

Siempre en la izquierda han existido los extremistas, y los sectarios de diversos signos que aspiran imponer ideas, cosa que el marxismo revolucionario rechaza por principio. Ese modo y esa manera de hacer y enfocar las cosas, descalificando, y agrediendo otras posiciones que no coinciden. Pero que provienen de los que han demostrado honestidad, exponiendo su pellejo por defender los intereses de las mayorías.

Aspiro a que seamos capaces de entablar un debate entre los que desean una sociedad socialista, democrática,  sin exclusión. A los que desde la estrechez, actúan así jamás  lograran una victoria para el socialismo.

El articulo numero dos de la CRBV tiene entre sus objetivos a que Venezuela sea: democrática y libertaria, y porqué de la  composición social  brote un crisol de ideologías, desde los defensores de la ideología burguesa en su diversidad, junto con los antiimperialistas, los liberales, y toda esa fauna de izquierda hasta los ultrosos. La radicalización de la revolución bolivariana, y su decantación por parte de elementos sin intelectualidad y claridad ideológica, llevará a que muchas corrientes se aparten, otras deserten evitando ser combatidas sectariamente.

Siendo esto un caldo de cultivo, para desviaciones más nefastas que el sectarismo, el nepotismo, el amiguismo, el clientelismo, el arribismo, la corrupción entre otras cosa.

Hoy en Venezuela existe una amplia corriente socialista dentro y fuera del PSUV, que aspira a que salgamos del estancamiento actual. Una sola corriente, por sí sola no puede lograr sus anhelos. Lo revolucionario hoy en Venezuela, es el tratar de cohesionar a toda esa gente, teniendo en cuenta sus diferencias,   a favor de un gobierno de orientación socialista.

Los que creen que “muerto el perro se acabó la rabia”, olvidan que la rabia está dispersa en muchos animales, en el ambiente, y que según esa vía de solución habría que matar a muchos perros y animales. No hay que matar los perros, hay que vacunarlos y curarlos. Murieron Marx, Stalin, Trotsky fue asesinado. Pero el marxismo, el estalinismo, y el trotskismo todavía no ha muerto.

El sectarismo en la izquierda siempre la ha conducido  al fracaso,  en los procesos revolucionarios cuando se utiliza un pensamiento tratando de  imponerse antidemocráticamente, utilizando la fuerza, a costa de otras tendencias de izquierda. A veces  más interesadas en la venganza, que en ayudar a los gobernantes a encontrar el camino de la des alienación. Hay que ir olvidando los rencores. Poniendo por delante los intereses del movimiento revolucionario, sin renunciar a sus principios.

El dogmatismo no es privativo del estalinismo. Los sectarios se comportan como si no quisieran aprender de sus propios errores, reproduciendo mecánicamente las viejas contradicciones.

La acción pacífica, paciente, y abierta de las diferentes tendencias, son la única vía de hacer comprender a los demás la necesidad del entendimiento entre los revolucionarios. Si la respuesta a los golpes bajos o sanguinarios es de igual manera, no habrá arreglo y el “toma y dame” nos llevaría a interminables peleas a lo montesco-capuleto.

Sabemos que la fuerza vence, pero no convence, y a la larga la razón se impone. Quien no confíe en sus razones, y pretenda imponerse por la fuerza a los demás revolucionarios en vez de ganar en la batalla de ideas, más tarde o más temprano, las pierde todas.

El sectarismo de diverso pelaje no solo fue culpable, en gran parte, de la debacle del ex campo socialista de la Europa Oriental,   y la URSS. Fue el ingrediente de la división del movimiento revolucionario y democrático en América Latina en la década del 60 y el 80.

Hay que estudiar la historia para aprender de los errores; paro no para revivir fantasmas y rencores. Para un revolucionario, es más doloroso ser agredido por los irresponsables disparos de un creído amigo, que caer en un combate frontal contra el enemigo.

Percasita11@yahoo.es  



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Edgar Perdomo Arzola

Analista de políticas públicas.

 Percasita11@yahoo.es      @percasita

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