Nuestra izquierda caviar

Llámase en Francia así a una que nunca halla la revolución químicamente pura y sí encuentra mil pretextos para no hacerla. Le aterra que una impureza manche su blanca túnica. Sufre desazón por lo real, especialmente si es heterogéneo. En su ensueño de vestal cualquier compromiso con lo complejo le hace chillar.

Son burgueses (o suplicantes de tales) que exigen saciar sus refinados apetitos por el lado izquierdo del espectro social. Hay una memorable situación en la magistral novela Contrapunto de Aldous Huxley, en que Walter Bidlake, izquierdista caviar si los hay, va en el metro a una fiesta suntuosa. Lee un periódico socialista que denuncia en abstracto la explotación del proletariado. Aparece un proletario concreto con su braga sucia y su olor complejo. Bidlake se aparta asqueado, pero el obrero se le vuelve a arrimar empujado por la multitud, que a esa hora regresa fatigada a casa mientras otros empiezan el bonche. Walter cometerá adulterio con Rita Tantamount (‘tanto monta’), otra burguesa embustera. Huxley dedicó su primera, cínica y mejor etapa literaria a reírse del fashionable London de los años 20, en que había fascistas, izquierda patrañera, feminismo machista y otras fealdades.

Durante el Directorio de la Revolución Francesa hubo unos jóvenes llamados increíbles ellos y maravillosas ellas. Su vestuario era estrafalario y su hablar sifrino: no pronunciaban las erres porque les recordaban la de la palabra revolución. Fue durante la Reacción Termidoriana, a la muerte de Robespierre, cuando se volvieron boga el sifrinismo y la restauración de los privilegios. Se pusieron de moda los “bailes de víctimas”, en que se danzaba de luto, pues solo se admitía a parientes de guillotinados durante el Terror. Se saludaban con una seca inclinación de cabeza para evocar la guillotina. Pero aquellos al menos se tomaban lo trágico con risa, pues total, dijo Nietzsche, el humano sufre tanto que tiene que reír.

Aquí aburren y se consagran a denostar de todo lo que haga la Revolución Bolivariana, bueno o malo, pero especialmente bueno. Les horroriza todo lo popular. Se aglomeran con la burguesía desabrida que llamó “sambódromo chimbo” el desfile del 19 de Abril. Por fortuna no dañan; solo fastidian y hacen reír, a veces y poco.


roberto.hernandez.montoya@gmail.com


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Roberto Hernández Montoya

Licenciado en Letras y presunto humorista. Actual presidente del CELARG y moderador del programa "Los Robertos" denominado "Comos Ustedes Pueden Ver" por sus moderadores, el cual se transmite por RNV y VTV.

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