En Pariaguán la gasolina es un servicio social

El alto costo de los alimentos, los cuales se expenden a precios dolarizados; el confinamiento producto de la cuarentena obligatoria, por efectos de la pandemia del Coronavirus denominado Covid-19; la insatisfacción por el ya menguado salario mínimo, decretado en apenas ochocientos mil bolívares a partir del primero de mayo de 2020; y la falta de combustible diesel y gasolina a escala nacional, constituyen en la actualidad las cuatro preocupaciones de mayor peso para los ciudadanos venezolanos.

Ni la amenaza de invasión o magnicidio contra el Presidente Nicolás Maduro por parte del Comando Sur de los EE.UU, acantonados en las convergencias del Mar Caribe; ni la caída estrepitosa de los precios del crudo, principalmente del petróleo tipo merey que produce y exporta Venezuela; o la falta de actividad bancaria o educativa, es tan molestoso e intolerable como la falta del indispensable combustible.

Por tratarse de un elemento ligado a la seguridad nacional y a la crisis energética global, al bloqueo del país mediante medidas unilaterales y coercitivas por parte de los Estados Unidos; a la caída tan severa de las reservas internacionales de Venezuela, y a la casi imposibilidad de acceder a créditos y financiamientos internacionales; la producción de gasolina en las principales refinerías nacionales se ha convertido en una acción muy lenta cuando no limitada o imposible. Hasta donde sé, sólo se procesan treinta mil barriles diarios en la Refinería El Palito del estado Carabobo, y se esperan los aditamentos necesarios allegados desde Irán, para elevar esa cifra hasta los ciento cincuenta mil barriles de combustible diario.

La ciudad capital, Caracas, y algunas ciudades capitales de estado de Venezuela han manifestado su demanda de combustible mediante las trancas de avenidas y calles con motos, quemas de cauchos y otros moderados medios de protesta. De igual modo, se observan enormes colas de camiones de carga, de cisternas para trasporte de agua, de gandolas ganaderas, de vehículos particulares del personal médico que atiende la salud pública y los controles sanitarios de la pandemia; así como de los diversos cuerpos de seguridad ciudadana, desde policías y militares hasta detectives y órganos de inteligencia.

La Guardia Nacional Bolivariana ha sido la responsable de custodiar y coordinar la venta racionada de gasolina a nivel nacional. Desde luego, ésta ha recibido todo tipo de ataques, improperios y rechazo, por cuanto los ciudadanos consideran que se extralimitan en el ejercicio de sus funciones, o se prestan para el dolo, mediante el soborno, por parte de algunos privilegiados que les pagan el acceso al combustible en dólares. En lo personal no he observado ninguna situación dolosa en ese sentido, al menos en la ciudad de Pariaguán, estado Anzoátegui, las dos veces que he intentado el acceso a este servicio público. Tampoco sé de ningún caso de pago en divisas a ningún efectivo de la GNB a cambio de gasolina.

Como productor agrario asociado, toda vez que me dedico a procesar yuca amarga y yuca dulce para hacer casabe, estoy en la fase de preparación de tierras en la finca de un amigo-socio, para el inicio de siembra entre finales de mayo y comienzos de junio de 2020. Por ello, intenté surtirme de gasolina en la estación de servicio Los Pinos-Fracasi, de Pariaguán, hace tres semanas, y el trato del sargento que me atendió durante casi dos horas fue hostil, pedante, agresivo y para nada cortés (y yo que me pasé 25 años enseñando lingüística, buen trato, buena educación y principios morales en la Universidad de Oriente), a pesar de mostrarle mis documentos de tierra y venta de alimentos y víveres, ante lo cual opté por irme a casa, pues el inclemente sol de la 1 pm atravesaba mi cráneo con espadas de acero.

El pasado viernes 24 de abril sí pude surtir gasolina en la estación de servicio El Bajo, pero esta vez logré la intermediación del alcalde bolivariano Ángel Vásquez y del funcionario Alberto Quiriagua, para que el Capitán Varela gestionara el surtido. Esta vez el trato del Capitán Varela fue del modo que se espera en tan importante cuerpo militar: decente, sereno, moderado y educado. Por ello, me parece oportuno señalar lo bueno y lo malo de una misma función y de un mismo organismo del Estado. Somos venezolanos buenos y somos venezolanos malos, porque así son las sociedades del planeta, y así han sido todas las ciudades del mundo desde que Trucutú inventó la rueda. Si embargo, entendamos que la gasolina es un servicio público y debemos compartirlo; debemos racionarlos, es cierto, pero debe haber un reparto justo para que no resultemos afectados quienes sólo queremos trabajar.

Estoy de acuerdo de que quienes buscan gasolina sólo para pasear, disfrutando el aire acondicionado de sus carros, visitando novias, bebiendo ron y burlándose de la cuarentena, no deben —por ahora—, hacer uso del combustible estratégico. Además, es un abuso que pretendan quitarnos el combustible a quienes llevamos agua a los barrios en un cisterna, en pleno verano y en plena pandemia; y a quienes vamos a los campos a ocuparnos de lo propio, o necesitamos transportar ganado para la venta de carne, pollo, queso y verduras; a quienes en nuestras motos salimos a hacer las diligencias de la familia, y a quienes en los carritos viejos tratamos de prestar transporte público, al menos durante las mañanas, porque las paradas están abarrotadas de ancianas y ancianos, y madres con hijos pequeños, que no pueden caminar tan lejos.

En Pariaguán, pese a todo, la distribución de gasolina ha sido efectiva, y no seré yo quien domeñe el accionar de nuestra Guardia Nacional Bolivariana. Al contrario, celebro y valoro la actitud del Capitán Varela, y le estimulo a que mejore las estrategias de surtido de la siguiente manera: LUNES, sector salud; MARTES, camioneros cisternas (quienes deberían surtir al menos sesenta litros semanales, porque su actividad es intensa y vital para los hogares por la urgente necesidad de agua), MIÉRCOLES, los productores agrarios, ganaderos y trabajadores petroleros, con al menos 50 litros, por cuanto los campos nos quedan de menudo lejos; los JUEVES los organismos de seguridad y carritos por puesto; y por último, los días VIERNES, todos los motorizados. De esta manera, será sensato y comprensible el acceso al indispensable combustible de la gasolina, y todos ayudamos a todos. Como debe ser., con raciocinio, comprensión y mucha tolerancia, por cuanto el deseo mayoritario de los venezolanos es que nuestro país pueda superar cuanto antes todas las dificultades.



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José Pérez

Profesor Universitario. Investigador, poeta y narrador. Licenciado en Letras. Doctor en Filología Hispánica. Columnista de opinión y articulista de prensa desde 1983. Autor de los libros Cosmovisión del somari, Pájaro de mar por tiera, Como ojo de pez, En canto de Guanipa, Páginas de abordo, Fombona rugido de tigre, entre otros. Galardonado en 14 certámenes literarios.

 elpoetajotape@gmail.com

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