Y no la canción de Ivo... tampoco la de John Lennon

Imagínate

desde La Dolorita, Tierra de Dignidad

En el transcurso de esta semana, para dar impulso al inicio del año escolar, nuestro Presidente ha inaugurado públicamente sendos Liceos Bolivarianos, uno en el Táchira y otro en Anzoátegui. Yo, con mi mala maña de soñar como un carajito, me puse a imaginar cosas –otra vez- que me dejaron un poco nostálgico. Quizás por aliviar el peso de esa nostalgia, quiero imaginarme esta vez contigo, quienquiera seas, frente a frente en una mesa, brindando con chicha de arroz, e invitándonos mutuamente a imaginar cosas como estas:

* Una ciudad escolar concebida como ecosistema y laboratorio de aprendizajes para la vida en sociedad; donde el trabajo, la creación y la cooperación sean los pilares fundamentales del quehacer educativo.

* No una, muchas, muchas ciudades educativas repartidas por todo lo largo y ancho del país, arrebatadas a los oligarcas neoesclavistas que fungen como caporales de los Green Go´s, y manejadas diáfanamente según los coincidentes intereses del Estado socialista y de las comunidades.

* Ciudades escolares en las que forme mediante la práctica activa de lo que se pregona en teoría, de manera que la teoría no sea sino una consecuencia lógica de la práctica.

* Ciudades de aprendizajes para la revisión, recreación, impulso y defensa de nuestra identidad local, regional, nacional y gran-nacional. Ciudades para aprender a conducir libres, indómitos, decididos y muy claros, de manera colectiva y cooperativa, el animal vivo que es nuestra Historia.

* Ciudades educativas en las que por y con respeto absoluto hacia las personas, se estudien de manera científica y a fondo las potencialidades de cada compatriota educando-a que llegue a la ciudad, y se registren y estudien todos sus desarrollos ulteriores, a fin de poderles orientar adecuadamente.

* Ciudades de aprendizajes en las que se privilegien las diferencias individuales como capital de aporte al logro colectivo. Cada quien es único-a, diferente, pero a la vez similar y con elementos compartidos. De allí que lo correcto sea “pensar en todos para que todos piensen en uno” (S. Rodríguez). Trabajar para todos para que todos trabajen para uno; crear entre todos aportando lo que uno tenga de creatividad, pero valorando con el mismo nivel el aporte de cada otro-a a la creación colectiva. Ciudades convencidas de las ventajas del esfuerzo cooperante colectivo bien pensado y coordinado –como estrategia de adaptación a la vida y al cosmos- por encima del esfuerzo egoísta individual donde cada quien ve por su cabeza y más nada.

* Ciudades en las que no haya educación inferior y educación superior, sino solamente educación. En las que la maestra-o universitaria (la que trabaja con universitarios, quiero decir), conviva con las demás maestras-os del sistema en condiciones de igualdad laboral, económica, social e intelectual, y en donde el-la participante universitario-a conviva, trabaje, aprenda, cree y luche codo a codo con participantes de bachillerato, inicial y básica –por llamar todavía a las educaciones con nombres viejos que deben ser revisados-. Con espacios bien definidos para cada etapa, pero en el mismo ecosistema social.

* Ciudades de aprendizajes adaptadas a los requerimientos sociales. Que funcionen plenamente como hogar alternativo primario o secundario del educando-a. Mantenidas con el trabajo productivo y cooperante de todos-as (especialmente el de los jóvenes y jóvenas de etapa universitaria).

* Ciudades de aprendizajes enfocadas en la optimización de las condiciones de vida de las comunidades en las que se hallan insertas. Espacios para la creación social colectiva. Epicentros de la nueva sociedad socialista venezolana.

* Ciudades educativas que egresen no a gerentes para las empresas neoesclavistas, sino a jóvenes empresarios cooperativistas por convicción y por praxis sostenida durante años. Con gran capacidad técnica y científica. Comprometidos-as de manera afectiva, militante y decidida con sus comunidades como espacios para la construcción social, democrática, participativa, de soberanía y de patria.

* Ciudades escolares que sean también centros de investigación social y educativa, con líneas orientadas a conocer en profundidad el contexto donde se encuentran, así como las más diversas técnicas educacionales, a fin de mejorar cada día sus niveles de eficacia.

* Ciudades de aprendizajes donde todos hagan de todo sin inmutarse. Donde los obreros-as puedan en-señar eventualmente, y los maestros-as sean capaces empuñar una escoba, una escardilla, un alicate, una pala o un pico sin ninguna clase de complejos. Una ciudad escolar mantenida limpia y operativa por sus propios-as estudiantes y maestros-as, sin demeritar la cooperación comunitaria.

* Una ciudad de aprendizajes en la que se aproveche cada ámbito y cada momento para educar de manera bien estructurada y coordinada. En la que el “aula” no sea el espacio esencial, sino solo un espacio más; con múltiples espacios de igual o mejor potencial educativo que las propias aulas: la cancha deportiva, el patio, el comedor, el pasillo, el jardín, el taller, la granja, la calle, la plaza escolar… entre otros muchos posibles espacios. Donde haya un muchacho-a debe haber un maestro-a estudiando con ellos-as, facilitando el acceso a conocimientos, acercando el saber en todas sus dimensiones, complejidad y variedad, a los destinatarios… de manera totalmente desinhibida y teniendo claro que se aprende mientras se ayuda a aprender.

* Una ciudad educativa realmente gratuita, en la que se disponga de todo lo necesario por esfuerzo propio o mediante convenio con otras ciudades escolares productivas. En las que se entienda cada cuaderno, cada silla, cada lápiz, cada herramienta y cada espacio como propiedad colectiva para satisfacer necesidades racionales, sin derroches consumistas.

Sigo imaginando esa escuela. Un buen líder social me decía en estos días que desde la escuela no se construye el socialismo, sino que se contribuye, se apoya la construcción del mismo, la cual debe acometerse desde otros espacios. Yo opino, modestamente, que el socialismo no es un producto pragmático, sino ideológico. Habrá socialismo si una masa crítica suficiente entiende en sentido cabal lo que el socialismo es, y decide emprender la tarea de construirlo (pasando por la ardua labor de intentar convencer a los no convencidos y a los declaradamente opositores a la idea). Si bien las condiciones sociales son el detonante para las revoluciones, no tienen por qué serlo necesariamente para que la revolución devenga en la opción biohistórica del socialismo.

Tampoco creo que las mujeres y hombres se transformen en socialistas porque los capitalistas los-as maltratan mucho o por obra y gracia del espíritu santo. Simón Rodríguez decía que la escuela debe enseñar a vivir; luego explicaba lo que es vivir y que no tiene nada que ver con ser esclavo-contento-conforme de un imperio. Creo con él que sí, la escuela debe enseñar a vivir, y que la única forma de poder llegar a vivir realmente, esto es, desarrollando a plenitud el íntimo potencial vital humano, es a través del socialismo. El socialismo no se decreta, se aprende. No es innato: tenemos potencial para ser socialistas, pero inicialmente somos individualistas, egoístas y egocéntricos. La escuela hasta ahora sigue potenciando ese individualismo egoísta. Es la escuela de los dominadores, verdaderos enfermos mentales, que conciben la vida como un acto de refinada supervivencia animal.

El dominador, la dominadora, sabe que desde la escuela forma sus “cuadros” y que tales cuadros una vez formados serán suyos para siempre. Por eso pelea por la escuela; por eso “con mis hijos no te metas, con mi educación no te metas”. Por supuesto -¿cómo iba a ser de otra manera?- cuando ellos-as hablan de “mi escuela” no se refieren al colegio específico al que asisten sus hijos, sino a toda la institución escolar nacional incluida la universidad. Ellos se sienten dueños de la escuela y de nosotros… que somos esos pendejos de “todos los días nace un pendejo y el que se lo encuentra es de él”. Ellos son nuestros dueños y nosotros somos sus pendejos. ¿Cómo sobrevivirían ellos-as sin pendejos? La escuela cumple el papel de volverlos a ellos “ganadores” y a nosotros “pendejos”. Así que quién va a osar quitarles “su” escuela…

Quizás va a sonar duro lo que voy a decir, pero la escuela, nos guste o no, desde su etapa inicial hasta su etapa universitaria, profesional, “superior” o como usted quiera llamarla, es una FABRICA DE IDEOLOGÍAS. Entonces sí, sí se construye, y se debe construir, y es lógico y lícito que se haga, el socialismo desde la escuela. Iré más lejos: la supervivencia estructural de nuestra revolución socialista depende de lo que se haga con la escuela.

Sigo imaginando. Seguimos caminando.

julioruiz633@yahoo.com


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Julio César Ruiz Guevara


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