Retos en la Educación

Ya el lunes se inician las actividades escolares y con ellas se ponen en el tapete de la discusión-reflexión, algunos aspectos superficiales o profundos de la dinámica educativa, según el cristal con que se les vea, y además, de quien las vea. Algunos tal vez dedicarán gran importancia al asunto de la firma del contrato colectivo, disertando sobre las distintas cláusulas, y tal vez otros, sobre sus expectativas pedagógicas o académicas.

Estos temas de denotada importancia lo que no deberían es encapsular la diatriba, por ejemplo, en la mera discusión contractual y asumir posiciones cual insolente APUZ o FAPUV, dejando a un lado la discusión de hacia donde habrá que impulsar la educación en los venideros tiempos. Por eso, yo prefiero dedicar una corta reflexión a un enunciado declarativo de Bolívar por cuanto encarna como muchos, gran vigencia.

El libertador habló visionariamente de la “educación popular” en el Congreso de Angostura (1819), y más adelante (1825) sentenció lapidariamente que “Las naciones marchan hacia el término de su grandeza, con el mismo paso que camina la educación”, lo cual nos dice de la enorme importancia que tiene el hecho educativo y en consecuencia, que tienen los docentes como planificadores y ductores de la misma. Por ello, en consonancia con ese dictamen histórico, el proceso bolivariano se ha planteado un proyecto educativo humanista que concibe el uso de la tecnología como un medio para acelerar el desarrollo, donde el docente debe ser un acompañante de la comunidad para coadyuvar a sus miembros en sus luchas reivindicativas e impulsarlos al logro del crecimiento personal integral.

No obstante, en estos tiempos tenemos la amenaza presente y latente de que ese rol protagónico del docente sea desplazado, ya no por el “Huésped Alienante” de Martha Colomina, que hoy es insignificante, sino por la influencia de las poderosas maquinarias informáticas que apresan cada día más con sus redes, tanto a niños o niñas en edad escolar como a maestras, enajenando a tal punto a muchas de éstas, que se convierten en actrices al “cargar” sus innumerables poses vacuas, con mensajes pocos constructivos en el Facebook, lo cual nos habla de un determinado tipo de conciencia que nos es precisamente el más apto para guiar los procesos de formación que demanda la educación transformadora.

Depurar el sistema educativo a través de la formación permanente de los docentes es un reto de quienes lo dirigen, por lo tanto, una de las metas debe ser realizar programas articulados con todos los organismos del Estado para en lo posible minimizar los efectos nocivos de la sociedad consumista alimentada por esas grandes corporaciones de la información; tarea difícil y tal vez para muchos romántica en la actualidad, pero hay que hacerlo.

Otra dimensión que debe considerarse este año escolar para que nuestra educación sea lo que solicitaba Bolívar, es que efectivamente se les dé el carácter protagónico a las comunidades activando los Consejos Educativo contemplados en la resolución 058. Estos serán el brazo del Poder Popular en las escuelas, que debe empezar a verlas como un espacio atractivo para la interrelación afectiva y comunicacional, donde juntos, docentes y comunidad, diseñen las políticas requeridas para avanzar.



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Aquileo Narváez Martínez


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