Carta a Alejandra Gutierrez, autora del artículo: "¿Por qué retiro a mi hija del sistema educativo?"

Estimada compañera Alejandra http://www.aporrea.org/educacion/a170043.html . Te escribo desde Madrid, España. Aunque la distancia física que en kilómetros nos separe es grande, la emocional, sentimental, espiritual y creo que también la intelectual, en este caso me refiero a la intelectualidad empírica, nos acerca sobremanera.


Apreciada compañera, soy un profesor español que por las razones que solo el destino puede entender, me vi obligado a criar a mis dos hijos varones en Margarita, Estado Nueva Esparta de la República Bolivariana de Venezuela. Soy de formación marxista, y cómo no, desde su génesis, diría que desde su propia gestación, abracé el proceso que el heróico pueblo de Bolívar había comenzado con El Caracazo, y como solía decir ese gigante de la historia del mundo, nuestro Hugo, él llegaba de los brazos del huracán de su pueblo. 
 
Eran los finales del siglo y del milenio pasado, y los albores del nuevo siglo y el nuevo milenio. A nuestra amada Venezuela arribaban con fuerza, el coraje y la integridad de un hombre que un día había decidido no seguir las genocidas directrices de la inefable "Escuela de las Américas". Un titán de nuestro género, que había adoptado a Bolívar como referente: "maldito el soldado que vuelva sus armas contra su propio pueblo". Aquel hombre que, guiado por el ciclón del pueblo, formaba gobierno para llegar a la Constituyente, refundar una patria moribunda y hacer Constitución basada en los designios del Soberano e inspirada en su "Árbol de las tres raíces".
 
Iluso de mí pensé que mis hijos iban a ser educados y formados en la prolongación de mi propia formación. ¡Cuán ingenuo fui!. "Hace falta una nueva educación para una nueva sociedad y una nueva sociedad para una nueva educación", decía el revolucionario eterno, mi admirado Ernesto Che Guevara. Ello nunca se produjo en Venezuela y lo que es peor, después de quince años, sigue sin acontecer. El color rojo sustituyó al blanco. Los que eran militantes de AD pasaron a serlo del MVR y hoy lo serán del PSUV. Aquellos docentes cuyo único mérito estribaba en ser militantes o simpatizantes del partido socialdemócrata de Venezuela -indocentes los llamaría yo y jamás los califiqué como colegas-, siguieron con sus "marranucias". Ni siquiera sus horarios cumplían y mucho menos el resto de sus obligaciones, que deberían ser vocación. Por todo ello, el ejemplo que iban recibiendo los muchachos y muchachas que ya tenían el privilegio de asistir a una de las páginas más gloriosas de la patria venezolana, no era mejor en modo alguno del que habían recibido sus padres en la cuarta república. Las zonas educativas experimentaron igualmente el cambio cromático, del blanco al rojo, mas nunca el que se debiera haber derivado de la ruptura con la cuarta república y el advenimiento a una revolución que debería ir en manos de un hombre nuevo que catalizara el futuro generacional. Pensaba yo y soñábamos tantos que al igual que ya entonces cada cubano llevaba un Fidel, un Che, un Martí, dentro, en dos o tres generaciones cada venezolano llevaría un Hugo Chávez dentro de sí mismo. 
 
Mis hijos fueron maltratados hasta lo más ignominioso por ser hijos de chavista, por ser chavistas ellos mismos, por ser rojos y hasta por no estar bautizados... . Te podría contar hasta cientos de hechos que acontecieron con ellos y conmigo, pretendieron cerrarnos las aulas, los colegios... ¡y hablo de colegios públicos, pues entendía que la prolongación sociológica de la formación que yo les daba había de venir emparentada con su relación con los hijos del pueblo, no con el niño o la niña que solo estuviera en contacto con el interés de dinero de sus papás o la marca de sus ropas!.
 
Narraré aquí, tan solo algún episodio. En pleno paro petrolero, patronal, a finales de 2002, cuando los comisionistas del imperio no habían podido asesinar a Hugo ni acabar con el sueño de un pueblo entero, entre el 11 y el 13 de Abril de aquel año, llamaban entonces a parar todo, incluso la educación pública. Tanto yo como en este caso mis hijos, siguieron yendo a su sagrada labor de formarse. Personeros de la "educación pública" les negaron la entrada, pretendiendo humillarlos por apoyar a Chávez. Te explicaré, apreciada compañera, que increiblemente alguno de ellos está bien cerca de la gobernación roja rojita del Estado Nueva Esparta, por ejemplo el inefable "Culí", personaje que más podría parecer camaleón que ser humano. 
 
De mí mismo se inventó cualquier tipo de calumnia, para incluso ponerme en contra de las asociaciones de padres, a quienes quería concientizar de lo que se estaba haciendo con sus hijos. Bastaba que yo entrara en la zona educativa de Nueva Esparta para que desde director o directora, pasando por cualquier personaje con cierta responsabilidad, urdieran cualquier excusa y se me dijera que nadie podía atenderme. ¡Hasta anónimos amenazantes de mi propia vida, llegué a recibir!. Escribí cartas al presidente, y pretendí reunirme con Héctor Navarro, quien recibió de mí todo tipo de género epistolar. Todo fue inútil...
 
Hoy, desde la distancia física y temporal, lo entiendo todo mucho mejor. Alejandra, mi admirada compañera, Hugo se nos fue físicamente cuando aún estábamos en el limbo entre lo que no acababa de morir y lo que no empezaba a nacer. Mi esperanza es que muchos educadores, madres, padres, profesores, etc, logren inocular el carisma, la personalidad entera, el estigma de nuestro amado gigante de la historia humana, no solo de Venezuela. Yo me equivoqué al pensar que con Hugo, como por "generación espontánea", llegarían más "Chávez". Y no, tan solo llegarán más cuando en Venezuela dejen de confluir tres tipos de "educación": privada, pública y bolivariana. Las dos primeras, claramente emanadas de los contravalores de la cuarta república, y la tercera de los mejores deseos de nuestro Comandante, pero aún viciada con las lacras de las anteriores. Querida Alejandra, Venezuela puede ser el único país en el mundo donde una de las hijas del presidente tiene que dejar la universidad pública por excelencia de la nación debido a las amenazas y el trato ignominioso que le dispensan las autoridades de dicha universidad. Y luego dicen que aquello es una dictadura. Desde luego, si lo es en estos lugares, lo es por parte de los bastardos que vendieron la patria por un plato de lentejas. La EDUCACIÓN, con mayúsculas, desde el párvulo hasta la universidad, debe estar en manos del pueblo, del gobierno de ese pueblo, con el único ideario de la INCLUSIÓN, rompiendo de una vez con la exclusión. Esa educación, solo esta educación, nos traerá alguna vez la mujer y el hombre nuevos. Transformará al súbdito vendido a las dádivas en ciudadano que rompa con la falacia, la traición, el facilismo, la corruptela, el prostituto y la prostituta del poder, los vicios de la cuarta república, del satélite pitiyanqui, del capitalismo colonialista que nuestra amada patria quiere sepultar para siempre. Esas mujeres y hombres, mamando de una nueva educación, vendrán formados, no deformados. Llegarán ideologizados en construir el mundo del futuro, el de la virtud, el de los valores, primando entre todos la SOLIDARIDAD y la DIGNIDAD. Ellos construirán junto a lo que nosotros les dejemos, LA PATRIA QUE UN DÍA SERÁ LA HUMANIDAD. Para ello queda todo por hacer. Allí, reconstruyendo la patria grande, estáis más cerca, pues grandes titanes de la humanidad os iluminan. Desde aquí, la vieja Europa se desmorona y marchita en las hipotecas, para empezar en las que cada una de las naciones que un día conocieron el Renacimiento, le rinden hoy al mercado y a sus instituciones. 
 
Allá, en nuestra amada Venezuela, se abre el camino al ESTADO COMUNAL, pero para ello se habrán de tomar las industrias, los campos, las fábricas, las universidades. El pueblo deberá hacer suyo lo que nunca debió dejar de serlo. Las comunas habrán de sustituir a los burócratas, los tecnócratas del Fondo Monetario Internacional, los lacayos del imperio, muchos de los cuales allí siguen camuflados, ahora vestidos de rojito. Habrán de transformar la mediocridad en lucha, como me consta que se está haciendo. Mi esperanza es una vez más nuestro CHÁVEZ, pues a pesar de que el imperio pensó que aniquilándolo se acabaría el chavismo, son tan enormemente brutos que se volvieron a equivocar. Como el Che, Hugo era un rival difícil de batir, pero hoy lo hicieron invencible, pues vive y vivirá en cada uno de los seres que anhelan un mundo mejor. En vosotros está allá que cada ser que venga a este mundo lleve el ejemplar paradigma del GIGANTE. Un mundo mejor es posible, pero solo desde la EDUCACIÓN lo haremos real. El presente es de lucha, el futuro les pertenece a nuestras futuras generaciones. La consigna parece sencilla y ha de cumplirse a carta cabal. No parar de luchar, por mucho que a veces las paredes a derribar parezcan de acero. Tenacidad, perseverancia, paciencia y más paciencia... .
 
¡Ah!. Un último aporte, mi apreciada compañera, que nunca decaiga la fe en nuestro destino, en el objeto de nuestra lucha. Te contaré hoy que mi hijo mayor trabaja para el gobierno bolivariano allí en Margarita, en la loable labor, o misión chavista, de que la mejor alimentación llegue al último rincón de la isla. Mi hijo pequeño, a punto de acabar aquí su carrera de medicina, pasará pronto a enrolarse allá en esas ALMAS DE CONSTRUCCIÓN MASIVA QUE SON LOS EJÉRCITOS DE MÉDICOS CUBANOS DADORES DE AMOR, SALUD Y TERNURA ALLÁ DONDE SE LES NECESITA. Tu hija, a no dudar, estará muy pronto, desde lo mejor de sus potencialidades, sirviendo a esa patria que como aseguraba nuestro Alí Primera, es el hombre, es la mujer, es el niño, la niña, la anciana, el anciano. 
 
Sin desfallecer jamás, pues nos alimenta el sublime ideal, abrazos revolucionarios:
 
¡Hasta la victoria siempre!
¡Venceremos!
 
 
armonia.48@hotmail.com


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