El ataque político – económico a través de la devaluación del bolívar

La economía venezolana ha sido históricamente objeto de presiones externas e internas que buscan socavar su estabilidad y, con ello, la soberanía nacional. El comportamiento del bolívar durante el año 2025 constituye un ejemplo paradigmático de cómo los fenómenos monetarios no pueden ser interpretados únicamente desde la óptica técnica, sino que deben ser comprendidos en el marco de una estrategia política de agresión.

Entre el 1 de enero de 2025, cuando la tasa de cambio se ubicaba en Bs. 51,76 por dólar, y el 11 de diciembre del mismo año, cuando alcanzó Bs. 265,06 por dólar, se produjo una devaluación de 512,09%. Este salto abrupto carece de una explicación convincente desde los fundamentos productivos internos y, por el contrario, parece responder a un patrón de ataque político–económico articulado por sectores de la ultraderecha nacional e internacional.

La moneda nacional no es únicamente un instrumento de intercambio, sino también un símbolo de soberanía. Su debilitamiento sistemático constituye un mecanismo de dominación que busca erosionar la confianza de la población en el Estado y abrir espacios para la injerencia extranjera.

La devaluación del bolívar en 2025 no puede ser entendida como un simple ajuste de mercado: se trata de un proceso inducido, donde actores financieros y mediáticos manipulan expectativas, generan pánico y promueven la dolarización de facto como estrategia de subordinación.

La experiencia histórica demuestra que la guerra económica contra Venezuela ha utilizado la inflación inducida, el contrabando de extracción y la manipulación cambiaria como armas. En este sentido, la escalada del tipo de cambio durante 2025 se inscribe en una lógica de desestabilización que busca quebrar la capacidad del Estado para garantizar bienestar y, al mismo tiempo, legitimar discursos de "fracaso económico" que favorecen proyectos políticos contrarios a la soberanía.

El comportamiento del bolívar no puede desvincularse de la acción coordinada de grupos económicos internos con intereses alineados a la ultraderecha internacional. Estos sectores operan como punta de lanza de una estrategia más amplia: debilitar la moneda para debilitar al Estado.

La narrativa mediática que acompaña la devaluación insiste en responsabilizar exclusivamente a la gestión gubernamental, invisibilizando el papel de actores externos que, mediante sanciones, bloqueos y manipulación financiera, buscan estrangular la economía venezolana.

La devaluación del 512,09% en menos de un año no responde a un deterioro proporcional de la producción nacional ni a un colapso súbito de las reservas internacionales. Por el contrario, refleja un ataque especulativo que se apoya en plataformas digitales de referencia cambiaria, en operaciones de mercado paralelo y en la presión constante de organismos internacionales que promueven la desconfianza hacia la moneda venezolana

El impacto de esta devaluación trasciende lo económico. La pérdida de poder adquisitivo del bolívar golpea directamente a los trabajadores, estudiantes y familias, generando un clima de frustración que es capitalizado políticamente por sectores opositores.

La estrategia es clara: transformar la dificultad económica en descontento social y, de allí, en legitimidad para proyectos políticos subordinados a intereses externos.

La dolarización informal que se expande en este contexto no es un fenómeno espontáneo, sino una imposición cultural y económica que busca desplazar al bolívar como símbolo de identidad nacional.

Al debilitar la moneda, se debilita también la capacidad del Estado de ejercer soberanía monetaria, abriendo paso a una dependencia estructural del dólar y, por ende, del sistema financiero estadounidense.

La devaluación del bolívar en 2025 debe ser interpretada como un ataque político–económico, más que como un fenómeno estrictamente técnico. La magnitud del salto cambiario, sin explicación convincente desde los fundamentos internos, revela la existencia de una estrategia de agresión que combina especulación financiera, presión mediática y articulación política de la ultraderecha nacional e internacional. Defender la moneda es defender la soberanía: el bolívar no es solo un signo monetario, sino un bastión de independencia frente a los intentos de recolonización económica.

La tarea de los académicos, economistas y ciudadanos conscientes es desenmascarar estas operaciones y reivindicar el derecho de los pueblos a decidir sobre su destino económico sin imposiciones externas. La defensa del bolívar es, en última instancia, la defensa de la dignidad nacional frente a un ataque que busca doblegar la voluntad de Venezuela.


 



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Oscar Bravo

Un venezolano antiimperialista. Politólogo.

 bravisimo929@gmail.com      @bravisimo929

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