El tema económico en Venezuela

Expresar una opinión del área económica puede implicar un riesgo considerable si tomamos en cuenta la complejidad del tema. Sin embargo, el impacto de las más recientes medidas del gobierno en ese terreno, es tan profundo, que mantenerse en silencio es realmente difícil, por no decir imposible. Por ello, los venezolanos aprovechamos cualquier espacio, cualquier momento para tratar sobre el "desequilibrio económico" que nos alcanza a todos sin distingos, carnetizados o no, partidarios o adversarios, pues, querámoslo o no, ahora todos conformamos el sector de "los vulnerables" o pobres. Por igual, sufrimos las consecuencias, nos altera la tranquilidad y nos obliga a convertirnos en persistentes críticos de la economía venezolana, aun sin dominar la materia.

Hay que empezar por reconocer la imperiosa necesidad de crear un modelo económico en Venezuela, ajustado a la realidad, a una hiperinflación descomunal, una recesión sin precedentes, una cataléptica industria "nacional". Mientras no se considere ese gran problema, ningún plan económico tendrá un resultado mágico, ni dará la más mínima posibilidad de salir adelante, de superar este atolladero. A pocos días de la entrada en vigencia de nuevos ajustes económicos que incluyen una reconversión monetaria, un incremento salarial y de los impuestos, entre otros, se empieza a evidenciar la falta de efectivo, la escasez de varios productos, el aumento desproporcionado de los precios, acaparamiento y especulación.

Lo que se anunció como solución se convierte en una fuente de mayor inquietud, incertidumbre y desesperanza. Pero unido a esta situación, nos encontramos ante una industria manufacturera en decadencia, las empresas básicas de Guayana (explotación del hierro y aluminio) prácticamente paralizadas. PDVSA, la principal fuente de divisas de Venezuela y en otros tiempos una de las más prósperas e importantes industrias petroleras del mundo, entró en una debacle que señala grandes dificultades para contribuir a reactivar el aparato productivo tradicional y no tradicional.

La magnitud de la crisis aconsejaba, necesaria e impostergablemente, la aplicación de medidas monetaristas, financieras y cambiarias para equilibrar la economía. Se decidió anclar el bolívar al petro y este al barril de petróleo que al final tiene un valor de 60 dólares. Algunos economistas críticos, de izquierda, neutrales y los de oposición han señalado la inconveniencia de utilizar una moneda virtual, de carácter especulativa y que no cuenta con la confianza mundial.

Mientras algunos voceros del gobierno intentan justificar la decisión, como el instrumento eficaz para enfrentar "la demoledora influencia del dólar" en nuestra economía, se multiplican pública y solapadamente las ofertas dolarizadas. Se venden casas, autos, pasajes aéreos (nacionales e internacionales), medicinas y cualquier bien, pero en dólares, no hay ofertas en Soberanos, ni en petros. Curiosa paradoja.

El salario mínimo y el subsidio del pago de la diferencia a los trabajadores de las pequeñas y medianas industria por parte del Estado, permiten especular sobre su destino, si las empresas mencionadas no se capitalizan en tres meses, ¿pueden cerrar, pasar al Estado o seguir siendo subsidiadas?

La nación venezolana debe reactivar su producción agrícola, manufacturera y la industria petrolera, de lo contrario, ninguna medida por muy bondadosa que sea, podrá recuperar el bienestar socioeconómico y estabilizar los precios. Mucho menos se evitará la dependencia respecto a otros países, debido a la necesidad permanente de importar casi la totalidad de los bienes que se consumen en Venezuela.



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Orlando Balbás

Prof. en Ciencias Sociales. Magister en gerencia educativa. Jubilado del MPPE.

 orlandobalbas27@gmail.com      @orlandobalbas

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