Señor Presidente: que se haga algo ante el desbordado sicariato en Mérida

Cada día matan a alguien a tiros en la ciudad de Mérida. Estamos como si estuviésemos viviendo en el Chicago de Al Capone; matan a mujeres, a sindicalistas, a comerciantes, a revolucionarios. Y no les meten dos o tres tiros sino que se regodean en descargarle toda la cacerina de sus 9 mm, porque tampoco usan cualquier chopo casero. Así mataron un día al ex director de Cultura, a Giandomencio Puliti, un caso que nunca se resolvió claramente. Y hoy en día la gente vive en zozobra: uno se aterra cuando ve a un motociclista, cuando va por la calle y algún desconocido se le acerca sin motivo aparente. Hace tres días mataron a un corredor de seguros de unos 35 años. Fue a lavar su carro y mientras esperaba que se lo entregaran, se dedico a jugar con sus dos niños en un terreno baldío. Repentinamente llegó un chamo, se le acercó y le metió un balazo, después lo remató; los niños creían que su padre se había desmayado y trataban de reanimarlo. La mayoría de los asesinatos de este tipo los cometen adolescentes. En nuestra ciudad acabaron con muchos dirigentes sindicales, pero en El Vigía la cosa es mil veces peor; allí lo que se dan son masacres. La masacre de Onia fue de lo más espantoso: mataron a once personas entre ellos a cuatro menores. Y si algo está claro es la proliferación de armas que hay en la ciudad, y nunca se ha hecho un tremendo operativo con la guardia, el ejército, la policía y las comunidades conjuntamente. Yo creo que en Mérida debe haber más de 200 mil armas de fuego, y muchas de alto calibre. Es muy fácil adquirir una en El Vigía. Y si a eso agregamos la gran cantidad de paramilitares que entran por el Táchira y cogen hacia Mérida, y añádasele esa migración de indocumentados muchos de ellos delincuentes que nos echa para acá Uribe, y que sientan sus reales en las haciendas de ultra-escuálidos, de golpistas… ahora, lo más terrible de esta situación es que casi todos esos crímenes quedan impunes. Hace poco amenazaron a una señora, la citaron a un colegio donde estaban sus hijas, y un maldito le abrió la puerta del carro, la cogió por los cabellos y le metió un tiro en la nuca.

Puede decirse que nunca cogen a los sicarios, y esa es una de las razones por las que se crecen, por las que tienen tanta fuerza esta banda de matones. Anoche un chamo, delante de un gentío, cerca de Glorias Patrias le metió cinco tiros a un joven comerciante. Lo hizo de la manera más tranquila, y se fue como si nada. Y nadie encuentra a los asesinos. Yo me atrevo a conjeturar que esto formar parte de un plan para desprestigiar espantosamente al proceso revolucionario. Ya esto es insólito, llevamos años en esta sangría brutal, en la que por 40 bolívares, y hasta por nada, balacean a cualquiera. Uno debe estar en la mira en este mundo de perros que controlan a tantos sicarios, esto lo quiero denunciar, lo quiero alertar. Todo el mundo sabe quién puede atentar contra mí, y por qué puede hacerlo. Está clarísimo.


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José Sant Roz

Director de Ensartaos.com.ve. Profesor de matemáticas en la Universidad de Los Andes (ULA). autor de más de veinte libros sobre política e historia.

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