Gaza, Palestina, enlazados por mano criminal a los pueblos originarios de los Estados Unidos
Carlos Marx decía que con el socialismo, el hombre o la humanidad saldrán de la pre historia para entrar en la historia humana. Y para entrar en la historia humana la sociedad humana tiene que dejar atrás la lucha de clases que hasta ahora la acompaña ineludiblemente.
Es por esa lucha de clases que nos parecen similares muchos capítulos de la historia, y pareciera que la historia se repite, pero lo que se repite o permanece mientras, halla lucha de clases, es el deseo incontenible de las clases dominantes de incrementar su riqueza y su modo de vida a cuesta de los más débiles. Debemos aclarar sin embargo que lo que ocurre hoy en Gaza, es a costa de no solo de la sangre sino de la existencia integra de un pueblo o nación, por la ambición sin límites, bíblica, de los judíos. Lo que se quiere es la destrucción física, corporal, de todos los dueños de la tierra Palestina.
Estos sangrientos acontecimientos, pareciera en su maldad que son únicos, pero si observamos con atención la historia vemos que han ocurrido matanzas tan grandes como esta que se comete contra los palestinos, pero que permanecen silenciadas, como hechos olvidados, innecesarios de recordar o mantener en la memoria de la clase dominantes. Tal es el caso de la inmensa matanza que se cometió con las poblaciones indígenas de América del Sur y Centro, las cuales fueron prácticamente exterminadas por los españoles.
Por otra parte aunque muchos analistas, intelectuales, hasta políticos piden más humanidad a los judíos, esto no es posible mientras exista lucha de clases y mientras existan religiones, que son una causa soporte de las guerras de clase y de exterminio en la historia.
Y lo que ocurre en Gaza, bajo el fuego constante de una ocupación militar que se presenta como defensa, realmente es una limpieza étnica que los Estados Unidos y los judíos, unidos ambos en esta tarea que practican fácilmente, pues la aniquilación de grupos humanos, son parte intrínseca de su forma de ser y origen de sus respectivos países.
Podemos desempolvar las similitudes del crimen en Gaza, con las políticas de exterminio y desplazamiento que los Estados Unidos aplicaron contra los pueblos indígenas durante la conquista del Lejano Oeste. Y no es necesario forzar mucho las analogías. No se trata de equiparar contextos ni de imponer aproximaciones, sino de reconocer patrones que revelan cómo el colonialismo, en sus formas clásicas y modernas, sigue operando como maquinaria de despojo, violencia y negación de humanidad. Tampoco hay que olvidar otra masacre innecesaria, (para ellos si hay masacres necesarias), ya que fueron los judíos quienes incitaron a los Estados Unidos al bombardeo atómico del Japón ya vencido, en Hiroshima y Nagasaki.
En Gaza, más de 61.000 personas han muerto, 360.000 desaparecidos, civiles, mujeres, niños. El desplazamiento forzado de más de 800.000 palestinos no es un efecto colateral, es parte de una estrategia que busca despoblar el territorio, someterlo a la administración judía y borrar su capacidad de autodeterminación. En el siglo XIX, Estados Unidos aplicó tácticas similares contra los pueblos originarios: el Sendero de las Lágrimas, las Guerras Indias, la masacre de Wounded Knee. La población indígena fue reducida en un 96%, expulsada de sus tierras ancestrales y sometida a un régimen de control militar y cultural que aún hoy deja cicatrices abiertas. Solo hay que ver el inmenso desamparo en que viven las comunidades indígenas de ese país del norte después que fue sometida por las tribus blancas que llegaron de Europa. Los Estados Unidos no solo aniquiló a las tribus aborígenes, sino que hoy viven en situación abominable.
Ambos procesos comparten una justificación ideológica que acompaña una proclama de destino manifiesto en ambos paisas, disfrazando la violencia criminal como una necesidad superior del destino. Israel invoca la religión, la seguridad nacional y la lucha contra el terrorismo; Estados Unidos apelaba a su "Destino Manifiesto", doctrina que afirma que los estadounidenses estaban predestinados a expandirse por todo el continente. En ambos casos, el poder dominante construye un relato que legitima la ocupación, invisibiliza al otro y convierte el despojo en misión civilizadora. A ese destino manifiesto de Estados Unidos, Simón Bolívar lo acotó de manera por lo demás brillante y genial.
Una diferencia notable entre Gaza y el genocidio indígena es la reacción internacional. Mientras hoy muchas voces se alzan en condena al genocidio judío en Palestina, el exterminio indígena en Estados Unidos fue acompañado por el silencio de la comunidad internacional. Solo en las últimas décadas, gracias a algunos movimientos indígenas y académicos, se ha comenzado a hablar de limpieza étnica en términos legales y políticos. Pero la herida sigue siendo invisible en los titulares, en las aulas, en la conciencia de la población de los Estados Unidos, que no tiene conciencia, solo hamburguesas en mente.
Una comparación entre Gaza y el genocidio indígena en los Estados Unidos no atenua la gravedad de los dos casos. Más bien, permite encuadrar este atropello judío, en el contexto de la lucha de clases. Donde los judíos son dirigentes y aliados de las oligarquías mundiales, por lo que se ven apoyados y en libertad de obtener el control territorial y la opresión de comunidades vulnerables. Ambos enfrentamientos han implicado etnocidio, limpieza étnica, despojos de tierras, violaciones de derechos y generado una lucha constante por la identidad y la supervivencia cultural de los oprimidos.
Y En ambos casos, las élites vinculadas a los Estados Unidos han utilizado la fuerza y la política para mantener el dominio sobre los grupos marginalizados. Siempre Estados Unidos está cerca de algún crimen, y dicen que por seguridad nacional.
