Malandro de corbata

La delincuencia en todas las sociedades proviene del caldo de cultivo que prospera con mucha eficiencia, por la desigualdad en las oportunidades de acceso a los bienes que generan prosperidad y bienestar, tales como la educación, la salud y los servicios mínimos para tener una vida decorosa.

Esa fábrica de delincuentes que producen los gobiernos por las malas políticas que implementan, se les llama despectivamente malandro, algo así como desechable, desadaptado y cualquier otro epíteto que se le quiera poner.

Pero muy pocos van a hurgar en lo profundo de ese grupo social marginado, desatendido y sin esperanza de salir adelante en estas sociedades de cómplices, donde se echan las culpas los unos a los otros.

Por eso no es casual encontrar en las grandes ciudades y ya hasta en los pueblos, cinturones de grupos humanos que viven en la miseria, en penurias, sin ninguna esperanza de ser alguien útil a su familia y su país; pareciera que el destino seguro que acompaña al desprotegido del barrio es el de ser malandro.

Cuando Chávez llega al poder y comienza su trabajo de devolverle la esperanza robada a esos grupos humanos olvidados irresponsablemente por el Estado, crea algunos mecanismos sociales como las llamadas misiones, con el objetivo de redimir al humilde, al desprotegido, al que solo es útil y necesario en campañas electorales.
El para entonces ministro Giordani se jactaba y regodeaba de colocar en el tinglado político la cacareada deuda social como la panacea que se estaba consumiendo algo asi como 500 mil millones de dólares hasta el momento, todos recuerdan como los medios de comunicación reseñaron la tertulia de este “ex”, donde “sabiamente?" le explicaba a un colega suyo del gabinete, cuántas generaciones se tenía que tragar este proceso político hasta consolidar la revolución bonita y como todo pedagogo se las explicaba una a una detalladamente.

Y salta la pregunta ¿cómo ha impactado la bola de millones de dólares que decían y dicen que se invirtieron e invierten, en revertir esa desgracia llamada pobreza, creadora de los cinturones de miseria y los llamados malandros? Habría que hacer un breve ejercicio matemático: si los causantes de atracos, homicidios, secuestros etc, rondan los 22 años de edad en promedio, indica entonces que eran unos bebés que tenían cinco añitos de nacidos cuando llegó este revolcón llamado revolución y ¿qué pasó entonces con los programas sociales en los barrios, cómo impactaron a las familia que hoy produce estos jóvenes causantes de tanta tragedia en el país? ¿han dedicado esfuerzos a estudiar y revertir este fenómeno social?

Son muchas las conjeturas, opiniones y reflexiones que sobre este neurálgico tema hacen los conocedores y estudiosos de la materia, otros por el contrario pareciera que quieren seguir jugando a que esta desigualdad social persista, porque ahí está parte de su mercancía electoral y sostén del poder, y al decir de algunos, sacarlos de este marasmo llamado pobreza, es perderlos electoralmente.

Recientemente entrevistaban en la TV al insigne venezolano gloria del deporte Miguel Cabrera, nacido y criado en un barrio de Maracay, quien desde niño miró al deporte y específicamente al béisbol como su posible modo de vida, ya que venía de una familia pobre y de deportistas, logró contar con la suerte de formarse en una escuela deportiva que lo apoyó para llegar a donde hoy se encuentra.

Impactante su conversación con la periodista, narró su vida en el barrio, sus penurias y cómo hoy cuando viene de la gran carpa, de la meca del béisbol del mundo, jamás deja de visitar su barrio para ver a su familia, a sus amigos, porque nunca ha olvidado ni olvidará sus raíces y cuando la periodista le preguntó ¿si no hubiese sido pelotero, qué te hubiese gustado ser? ……..malandro……..!


humogria@gmail.com




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Juan Alberto Sánchez García


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