Las notas cantarinas de una lluvia caían en el tejado de la vivienda del periodista Juancho Marcano, quien con el fantasma de un insomnio que le amenazaba el sueño, estaba leyendo en su hamaca mensajes e informaciones en el celular, y las notas refrescantes de aquella canción acuosa, lo llevó a recuerdos infantiles. "Aunque quisiera no viajar en ese avión de la nostalgia, no puedo evitar, a veces, embarcarme y aterrizar ahí en el aeropuerto de mi niñez y revivir aquellos recuerdos felices", pensó el periodista y recordó que, cuando niño, llovía en horas de la noche, él se acurrucaba para dormir en su hamaca que estaba guindada ahí cerca del alero donde caía aquella lluvia con alegría.
El periodista sintió que el volumen de la canción del aguacero disminuyó y se dijo: "Verdad que el agua bendita que nos brinda el cielo como si le da miedo caer en esta tierra de La Tacarigua de Margarita". Aunque después el conjunto de las lloviznas volvieron con su melodioso sonido y ahí el periodista, volvió a sus añoranzas: "Recuerdo que cuando llovía fuerte en la noche, mi amiguito Moisés salía en la mañana temprano y gritaba: Se llenaron mis playas, refiriéndose a los pozos de nuestro pueblo que por no ser un pueblo costero, no tenía la bahía cerca y de ahí que los niños de aquel entonces no les quedaba más remedio que bañarse en esos mencionados pozos que ciertos conuqueros lo hacían para tener agua para regar y de darle de tomar a las vacas o a los chivos".
"¿Qué será la vida de aquellos amiguitos de la infancia que por buscar otros destinos se fueron a tierra firme a estudiar y después a trabajar y muchos de ellos no volvieron más y si lo han hecho lo hacen muy esporádicamente? Se preguntó el periodista y hasta se respondió: "De verdad que esos muchachos eran bien sinceros, ahí no existía la maldad ni mucho menos la hipocresía". Y hablando de ésto, rememoró que su perro Pipo, le habló hoy de la hipocresía y recordó aquel pensamiento del escritor inglés William Hazlitt: "La hipocresía es el colmo de todas las maldades".
La lluvia le subió volumen a su canción de lloviznas y el periodista se acurrucó en la hamaca para buscar el sueño, dejando a un lado el celular después de apagarlo.
