Rastros del Tiempo (CXXXII)

La Civilización de Rapa Nui: Maestros del megalito y la fragilidad ecológica

La Isla de Pascua, o Rapa Nui, es un remoto punto en el Pacífico que pertenece a Chile y está ubicada administrativamente en la Región de Valparaíso. A pesar de su ubicación geográfica en Oceanía, es un territorio insular chileno, con la capital en Hanga Roa, que alberga uno de los misterios arqueológicos y ecológicos más profundos de la historia humana. La civilización que allí floreció, se convirtió en el arquetipo de la lucha por la supervivencia en un entorno aislado, dejando un legado imperecedero de colosales estatuas de piedra conocidas como moai. En la actualidad Según el censo de 2024, la comuna de la Isla de Pascua tiene 4.800 habitantes. La población total de la isla ha experimentado una disminución significativa desde el censo de 2017, cuando se registraron 7.750 habitantes, debido a factores diversos. 

"Rapa Nui" significa "Isla Grande" en el idioma de los antiguos habitantes de la isla y se refiere tanto a la isla como a su pueblo originario. El nombre fue popularizado para diferenciarla de otra isla polinesia, llamada Rapa Iti (Isla Chica). Otros nombres ancestrales para la isla incluyen: "Te Pito o Te Henua", que significa "El ombligo del mundo". Posteriormente en 1722, le es dado el nombre de Isla de Pascua, por el explorador y teólogo neerlandés Jacob Roggeween, como almirante de una expedición hecha bajo su mando, fue el primer occidental en avistar Isla de Pascua, el 5 de abril día de Pascua de Resurrección de 1722, durante un viaje de exploración en Oceanía.​ 

Los habitantes originales de Rapa Nui, según las fuentes estudiadas, son de origen polinesio. Se estima que la colonización de la isla tuvo lugar en varias oleadas, probablemente entre los años 400 y 1200 d.C. (aunque estudios recientes estiman un periodo de colonización más tardío, alrededor de 1200 d.C.). Se organizaron en clanes o linajes que competían por el prestigio y el control de los recursos. La estructura social estaba estratificada, con jefes y élites que dirigían los proyectos monumentales, como la construcción de los Moai.

La religión rapanui se centró en el culto a los ancestros deificados. Se creía que el bienestar de la comunidad, la fertilidad de la tierra, el éxito en la pesca, dependía de la protección de estos antepasados. Los Moai son el símbolo más potente de Rapa Nui. Esculpidos principalmente entre los años 1000 y 1600 d.C., Se estima según las fuentes consultadas que hay cerca de 1.000 estatuas en la isla, con aproximadamente 900, que en su momento fueron terminadas, muchas de estas terminadas se encuentran en plataformas llamadas ahus, a lo largo de la costa, mientras que 400 se encuentran en la cantera Rano Raraku, era el lugar principal donde se tallaron la mayoría de los moái, aprovechando la toba volcánica del cráter, del mismo nombre. Hoy en día, es un sitio arqueológico que ofrece un registro visual, del proceso de tallado sobre las 400 estatuas que allí se mantienen, que quedaron en diferentes etapas de construcción; estas estatuas monolíticas representaban a los ancestros, sirviendo como focos de poder espiritual para sus descendientes.

Casi todos los Moai fueron tallados en la toba volcánica blanda, de la ladera del volcán Rano Raraku, que sirvió como cantera principal. La sociedad era neolítica, no conocía los metales. Las estatuas se esculpieron utilizando herramientas rudimentarias, hechas con rocas volcánicas más duras, como el basalto u obsidiana. El método de transporte de estas gigantescas estatuas, algunas de varias toneladas, es uno de los grandes enigmas. La teoría tradicional sugería que el uso de troncos de árboles, como rodillos, para movilizar los monolitos, fue un factor clave en la deforestación y desertificación de la isla; pero según estudios recientes, sin embargo, indican que las estatuas se movían en posición vertical usando cuerdas y tracción humana, con un movimiento de balanceo. Una vez trasladados, los Moai se levantaban sobre plataformas ceremoniales llamadas Ahu. Sus cuencas oculares se rellenaban con coral blanco y escoria volcánica roja, lo que se creía que les otorgaba sus poderes sobrenaturales.

La caída de la civilización de Rapa Nui no es un evento único, sino un complejo proceso multifactorial, sobre el cual los historiadores y científicos aún debaten. Una es la hipótesis del "Ecocidio". Esta es la teoría más conocida y sugiere que los rapanui destruyeron su propio ecosistema, debido a la sobreexplotación de los recursos forestales, para la construcción, el combustible y, posiblemente, el movimiento de los Moai, lo que llevó a la desaparición de los bosques, provocando una erosión catastrófica del suelo, escasez de madera para construir canoas, afectando la pesca y, en última instancia, una crisis alimentaria. Esto habría desencadenado conflictos internos entre los clanes, evidenciado por el derribo de los Moai, a partir del siglo XVIII, siendo principalmente una consecuencia de conflictos internos entre los clanes, que buscaban poder y también para poner fin al culto de los ancestros, reemplazado por el culto al Hombre Pájaro, fue una de las costumbres más arraigadas de la vida social de los pascuenses. Tenía por finalidad nombrar cada año al jefe (militar) de la isla.

 La llegada de los europeos también exacerbó la situación al traer enfermedades y esclavitud, así como la erosión natural y los desastres naturales contribuyeron al daño. Para la década de 1860, con la llegada del cristianismo, los moái que aún quedaban en pie fueron derribados, y para 1868 no quedaban moái erguidos, con excepción de los que estaban parcialmente enterrados en las laderas de Rano Raraku. 

 Otra hipótesis es la del "genocidio", por parte de los invasores, que sostiene que, si bien la degradación ecológica existió, el colapso final y más devastador fue causado por el contacto europeo. A partir de la llegada de los negreros peruanos en el siglo XIX, miles de rapanui fueron secuestrados y vendidos como esclavos, incluida gran parte de la élite y los sabios que conservaban el conocimiento cultural. También tenemos otra hipótesis: la introducción de enfermedades europeas, como la viruela y la tuberculosis, para las que estos habitantes no tenían inmunidad, provocó una mortalidad masiva.
​El genocidio, la esclavitud y las epidemias redujeron drásticamente la población, a un mínimo de poco más de 100 personas en 1877, destruyendo la estructura social y la identidad cultural de la isla, mucho más que cualquier crisis ecológica interna.

El legado de la civilización Rapanui es dual: un testamento de la ingeniosidad humana y una advertencia sombría. Los Moai se erigen como prueba de una capacidad de organización, ingeniería y visión artística asombrosa, alcanzada en el aislamiento más extremo. Rapa Nui se ha convertido en un potente símbolo de la fragilidad ecológica global. Su historia se utiliza a menudo como una metáfora para la sobreexplotación de los recursos del planeta Tierra.

Hoy en día, el pueblo Rapa Nui sigue manteniendo viva su cultura, idioma y tradiciones. Aunque su idioma actual es el español; el rapa nui se mantiene como lengua nativa oficial, y se enseña en las escuelas. Su civilización, aunque diezmada por fuerzas internas y externas, perdura en los rostros silenciosos de piedra, que miran hacia la isla, vigilando a sus descendientes y al mundo. Los rapanui actuales viven en un contexto de vida moderna que combina la economía del turismo impulsada por el patrimonio arqueológico de la isla y los deportes acuáticos, mientras que sus tradiciones, como el idioma, la música, la danza y la cosmovisión, se han preservado y adaptado, especialmente después de la pandemia, que impulsó un retorno a prácticas más sostenibles, como la agricultura familiar y la pesca. Su forma de vida se caracteriza por la fuerte conexión con la naturaleza y su entorno insular, mezclada con la vida moderna de una isla aislada, lo que incluye desafíos como la protección del patrimonio cultural y natural, frente al cambio climático, como el daño a los moáis, por erosión y sequía, y el impacto del turismo, que incluye la gestión de residuos y la escasez de agua y electricidad. Otros retos significativos son el autogobierno y el cumplimiento de sus derechos, así como la preservación de su idioma y cultura frente a las influencias externas.    

 


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Reinaldo Chirinos

Licenciado en Educación Mención Desarrollo Cultural. Facilitador del INCES.

 reinaldoc06@gmail.com

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