Alí Primera 84 años de una voz que nunca calló al pueblo

Al conmemorarse 84 años del natalicio del Panita Alí , su legado resuena con más fuerza que nunca. No solo como cantautor, sino como conciencia colectiva de quienes han sido silenciados por el poder.

Su música no fue entretenimiento: fue denuncia, fue abrigo, fue bandera. Cada acorde llevaba la huella de los oprimidos; cada verso, la verdad incómoda que los gobiernos de turno (Adecos y Copeyanos) preferían enterrar bajo leyes represivas y tribunales amañados.

En tiempos en que pensar distinto era un delito, Alí se negó a callar. Denunció sin eufemismos a aquellos regímenes que, bajo discursos democráticos, perseguían, judicializaban, desaparecían y torturaban a quienes osaban cuestionar el orden impuesto. Sus canciones como: "No basta rezar", "Canción mansa para un pueblo bravo" o "Techos de cartón" .. . no eran meras composiciones poéticas, sino mapas de resistencia. En ellas, el pueblo encontraba reflejada su lucha diaria contra la exclusión, la mentira institucionalizada y la violencia disfrazada de legalidad.

Alí entendía que el arte comprometido no podía ser neutral. Por eso eligió estar siempre del lado de los desposeídos, de los trabajadores despedidos por no alinearse ideológicamente, de las madres que buscaban a sus hijos desaparecidos, de los jóvenes cuya única culpa era soñar con justicia. Su postura crítica no era una opción estética, sino una necesidad ética. Y esa ética lo convirtió en un peligro para quienes ejercen el poder desde la opresión.

Hoy, en un mundo donde ciertas potencias se arrojan el manto de defensoras universales de los derechos humanos mientras imponen sanciones unilaterales, intervienen en asuntos internos de naciones soberanas con amenaza de guerra para exterminar un pueblo digno como el Venezolano que se resiste a ser arrodillado por la fuerza del poder Gringo que manipulan organismos internacionales para servir a sus intereses geopolíticos, la voz de Alí adquiere una dimensión aún más profunda.

Resulta irónico y profundamente trágico que las mismas estructuras creadas para proteger al ser humano de los abusos del poder terminen subordinadas a agendas que priorizan el control sobre la dignidad.

En muchos lugares, incluidos algunos donde antes se levantaban consignas de libertad, hoy se castiga el pensamiento crítico con despidos, persecución laboral y exclusión social.

Las instituciones encargadas de garantizar justicia muchas veces actúan como brazo ejecutor de decisiones políticas, no como baluartes de equidad. El resultado es un pueblo desamparado, cuyas voces son ignoradas o silenciadas, mientras el poder se concentra en manos que solo escuchan a quienes les aplauden.

Pero frente a este panorama, la obra de Alí Primera sigue siendo faro. Porque nos recuerda que la verdadera democracia no se mide por elecciones periódicas, sino por la capacidad de una sociedad para proteger a sus disidentes, garantizar empleo digno sin condicionamientos ideológicos y permitir que la cultura sea herramienta de liberación, no de adoctrinamiento.

¿Qué cantaría Alí Primera si aún viviera? Sin duda, seguiría escribiendo y cantando al lado de un pueblo digno que se resiste a ser arrodillado. Su guitarra no callaría ante las nuevas formas de opresión disfrazadas de modernidad, ni ante los viejos mecanismos de exclusión que hoy se visten con trajes institucionales. Cantaría por los despedidos por no votar, por los perseguidos por pensar, por los que aún sueñan con un mundo donde la justicia no sea un privilegio. Porque Alí no creía en la sumisión: creía en la rebeldía consciente, en la esperanza combativa, en la dignidad como bandera.

Honrar a Alí en sus 84 años no es solo recordar al hombre, sino reafirmar su mensaje: "Cantar es sembrar conciencia". Y mientras existan injusticias, mientras haya quien use la ley para oprimir en vez de proteger, mientras las instituciones sirvan al poder en vez al pueblo, su canto seguirá siendo necesario. Porque Alí no murió: vive en cada quien que se niega a callar cuando el silencio es complicidad.

¡Que su voz siga resonando en las calles, en las plazas, en los corazones que aún creen en un mundo más justo!



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