Sería a finales de la década de 1980 (¿o 1990?) cuando el poeta Juan Calzadilla estuvo en el Ateneo Ciudad de Barquisimeto, en su sede de la carrera 17 con calle 23, frente a la Plaza Lara; un sábado para dictar un taller de literatura, que nos resultó ciertamente extraordinario, aunque no éramos sino aficionados tanto a la literatura como a la filosofía; tal vez sin ser muy conscientes de lo dicho por doña María Zambrano. A saber, que a la Filosofía se llega por la poesía, y viceversa; ya la poesía por la filosofía, porque la reflexión crítica frente a la realidad supone siempre una actitud de asombro.
Nos enteramos entonces de aquella inolvidable actividad por las noticias culturales del diario El Impulso, ya para la época no existían las hoy omnipresentes redes sociales virtuales, sino la prensa escrita y la radio AM, así que este tipo de tertulias era para quienes tuvieran cierta predisposición a nutrirse de esos eventos y dispusieran del tiempo para ello, porque los obreros industriales y empleados de los comercios, debían cubrir al menos media jornada en las llamadas zonas industriales I, II, III y IV de Barquisimeto, las Empresas de construcción y los comerciales de la Av. 20, con grandes tiendas por departamentos y negocios tradicionales como las ferreterías, farmacias y otros; como también era Barquisimeto una ciudad de grandes liceos, universidades e institutos Pedagógicos y Politécnicos que creaban una amplia masa crítica de población joven dedicada a la vida intelectual.
Ese sábado en la mañana tomé cuaderno y lápiz, pues estaba desempleado y apenas iniciaba la carrera de pedagogía en el Instituto Pedagógico, por lo que me interesó hondamente conocer de primera mano a un escritor, dirigí raudo los pasos a la vieja cansona del Ateneo Ciudad de Barquisimeto a oír la charla y recital que iba a dar el poeta Juan Calzadilla con su vocerron de varitono; al llegar ya el pequeño salón estaba copado por la intelectualidad regional y local y no era para menos; así, recuerdo la presencia del poeta Ángel Alvarado, también el Dr. Freddy Castillo Castellanos, entre otros muchos.
Freddy Castillo Castellanos que era un intelectual cercano a todos los que se iniciaban en la lectura, sugerencia libros y sobre todo saludaba con respeto a quienes no éramos de los círculos de la comarca, solía hablar de la veneración por la palabra y precisamente el poeta Juan Calzadilla recitó un poema muy a tono con este asunto de la relación poesía y filosofía, que citamos de memoria como lo aprendimos desde entonces y que, por demás, no lo hemos localizado en la antología revisada del poeta Calzadilla, dice así, a falta de indicación contraria:
"Cuando salgo de casa, llevo siempre conmigo las palabras: con ellas voy nombrado las cosas que me asombran".
Ahora cuando se ha marchado el poeta, sirva la anterior cita como homenaje a su esclarecida memoria.
Que por cierto, cuando nos ha tocado administrar cursos de introducción a la filosofía o antropología filosófica hemos usado tal cita a modo de epígrafe al estudio de semejantes disciplinas en la UPEl IPB.