Alquimia Política

José Gregorio Hernández: la fe obrando por el amor

“Hay un ser infinitamente poderoso y sabio,
creador del universo admirable y ordenado
que conocemos. A este ser lo llamamos Dios…”

DR. JOSÉ GREGORIO HERNÁNDEZ

Nadie imagina la importancia de la figura del Dr. José Gregorio Hernández, en la cultura y religiosidad del pueblo venezolano; no se trata de adorar a un hombre, se trata de enaltecer una vida, un compromiso, una acción sincera, autentica, cargada de humildad hacia los semejantes. Hay personalidades que se han encaminado hacia esa vida santa, pero pocas vidas han podido imitar o acercarse, al amor profundo que José Gregorio Hernández profesó por sus enfermos, por su gente.

El Decreto de El Vaticano que ha brindado la consagración de José Gregorio Hernández (JGH) dice que siendo 19 de junio de 2020, el Santo Padre Francisco recibió a Su Reverendísimo Eminencia el Cardenal Angelo Becciu, Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos. Durante la audiencia, el Sumo Pontífice autorizó a la misma Congregación a promulgar el Decreto: “…el milagro, atribuido a la intercesión del Venerable Siervo de Dios Giuseppe Gregorio Hernández Cisneros, Laico Fiel; nació el 26 de octubre de 1864 en Isnotú (Venezuela) y murió el 29 de junio de 1919 en Caracas (Venezuela)…” Pero a juicio del común ciudadano, ese que tiene su estampita con la imagen y oración a JGH, no había necesidad que un Decreto Papal viniera a darle un sitial de Santo, ya ocupaba ese lugar desde 1949, cuando se inició la peregrinación de voces solicitando la beatificación de JGH.

Una de las situaciones que dilató la llegada de JGH a los altares de las Iglesias católicas del mundo, fue el manejo licencioso de su imagen por parte de quienes en ese mundo oscuro de la magia negra, lo juntaron con imágenes del colectivo santero como María Lionza (o Yara, mujer indígena, princesa de su tribu, hija del Cacique Yaracuy, nieta del cacique Chilúa y biznieta del cacique Yare) y Negro Primero (Pedro Camejo, nacido en San Juan de Payara, 1790-1821), dándole atributos errados que han minimizado la grandeza de una vida que se entregó al bien, al ejercicio perenne de obrar a favor del prójimo. Romper ese maleficio ha sido tarea ardua y perenne del pueblo y de la comunidad católica venezolana, la cual nunca perdió su fe en JGH, como siervo de Dios y como Venerable, porque su vida no solamente estuvo al servicio de la salud de sus enfermos, sino al estudio, a vincular la ciencia con la espiritualidad, sin perder la pureza la ciencia y sin despreciar la fe y la generosidad de lo espiritual.

A juicio de María Isabel Giacopini de Zambrano, del Instituto de Medicina Experimental “Dr. José Gregorio Hernández”, Facultad de Medicina, de la Universidad Central de Venezuela, el origen de JGH, procede en línea directa de “…los Hernández Yangüas, que llegan a Venezuela procedentes de Colombia en 1734, siendo Gobernador de Caracas Don Ruy Hernández. Don César Hernández de Yangüas se estableció en Boconó, y es de esta rama de los Hernández que desciende Benigno María Hernández y Manzaneda, quien nació en Boconó el 13 de febrero de 1830, hijo de Remigio Hernández de Yangüas y Febres Cordero y Lorenza Ana Manzaneda Salas… Benigno María Hernández y Manzaneda, joven y huérfano de madre se traslada a instancias de su padre al Estado Zamora, actual Estado Barinas, a la Villa de Nuestra Señora de Pedraza, donde se estableció por las condiciones favorables de este sitio para desarrollar actividades comerciales con otras regiones del país… Después de una larga y penosa travesía, Benigno María, con Josefa Antonia y María Luisa llega a Boconó, su ciudad natal, donde encuentran gente amiga que lo ayuda a comenzar una nueva etapa de su vida en Isnotú, pequeña localidad trujillana propicia para dedicarse al comercio, ya que durante el siglo XIX, este pueblo era lugar de tránsito de viajeros que realizaban intercambios comerciales entre los Andes y las poblaciones de la costa del sur del Lago de Maracaibo. Aquí estableció una típica bodega o pulpería de la época en la parte delantera de la casa, donde se vendían los productos de consumo de los arrieros que transitaban por esta localidad y habitantes del pueblo como: café, papelón, queso, granos, tabaco, chimó, jabones, telas, y otros productos….También vende plantas medicinales y medicamentos, ya que el fungía de médico en el pueblo y sus alrededores…Una vez establecido en Isnotú, Benigno María Hernández y Manzaneda contrae nupcias con Josefa Antonia Cisneros Mansilla el 22 de octubre de1862. De este matrimonio nace el 26 de octubre de 1864, en Isnotú, hoy Municipio Libertad, del Distrito Betijo que, en el Estado Trujillo, un niño a quien dieron por nombre José Gregorio quien como señala J.M. Núñez Ponte, quien adscrito a un gran destino en su Patria, esclarecería con resplandor de gloria, el corto horizonte de su ignorado terruño…”

La descripción de Giacopini de Zambrano, es pertinente porque nos presenta a un JGH, hombre, con orígenes comunes a todos y con un legado familiar que le marcó su existencia y su vocación. JGH, deja Venezuela en 1889, para estudiar en París, su formación allí constituyó, según destaca Gustavo J. Villasmil-Prieto, un faro de luz para la paupérrima Iberoamérica que estaba aún con los coletazos de la guerra de independencia que había dejado poblaciones desbastadas y sin apoyo de la ciencia moderna para apaciguar sus males.

A juicio de Mariano Nava Contreras, visualizando a JGH como científico, fue un médico que detenta las cátedras de Histología Normal y Patológica, Fisiología Experimental y Bacteriología en la Universidad Central de Venezuela; de sus estudios de postgrado en París y Berlín, trayendo por primera vez un microscopio a Venezuela; fundó la Cátedra de Bacteriología de América y fue cofundador de la Academia Nacional de Medicina, publicando diez artículos científicos en la Gaceta Médica de Caracas, y un libro de carácter docente, titulado “Elementos de Bacteriología”; dicen que habla inglés, francés, alemán, portugués, italiano y que además domina el latín, y encima, que es músico. Nava Contreras recalca que JGH: “…es uno de los grandes espíritus que ha producido Venezuela. Pero es mucho más que eso. Quizás su primer milagro haya sido haber podido tener una vida útil y productiva en aquella tierra bárbara y violenta de finales del XIX y comienzos del XX. Si el presidente Rojas Paúl supo captar su talento y ponerlo al servicio de la ciencia, le tocó vivir las revoluciones y la inestabilidad que culminaron con el ascenso y caída de Cipriano Castro, para después morir bajo la tiranía de Juan Vicente Gómez. De hecho, la gran mayoría de sus textos filosóficos y literarios se publicaron en las semanas previas al cierre de la Universidad Central de Venezuela, el 1º de octubre de 1912. Inteligencia mística y religiosa, supo ver los límites del positivismo de moda en aulas y laboratorios, que es puramente fenomenal, aunque vivió impregnado del cientificismo de los tiempos. Sin duda su mayor mérito fue el haber sabido unir la fe y la razón, y haber puesto serenamente el producto feliz de tan fecundo maridaje al servicio de su tierra y de su gente…”

En un plano general, según Guillermo D. Olmo, JGH, “…destacó como docente e investigador, pero lo que le hizo ganar fama entre los sectores populares fue su labor en la consulta, ya que atendía gratuitamente a los enfermos pobres…; era también un ferviente católico y por dos veces intentó ordenarse sacerdote. En 1908 fue admitido en el monasterio de Cartuja de Farneta, en la Toscana, Italia, pero a los pocos meses mostró síntomas de una enfermedad respiratoria que aconsejaron su regreso a Caracas…Un segundo intento en un seminario romano en 1913, terminó de la misma manera. Ya asentado en Venezuela desarrolló una amplia labor clínica e investigadora, e incluso completó un tratado de filosofía. El 29 de junio de 1919 murió atropellado en una céntrica calle de Caracas por uno de los pocos automóviles que circulaban por Venezuela en aquel entonces. Muerto el médico, nació el mito, y el culto a su figura llega hasta la actualidad…”

Pero esto nos lleva a preguntar: ¿Es el Dr. José Gregorio Hernández un mito? El mito, como una historia fabulosa, construida en razón de la tradición oral de algo humano o fantástico que simboliza la fuerza de la naturaleza y la condición humana, no puede ser JGH. Su ejemplo de vida va mucho más allá de eso. Como lo destaca Rafael Arraiz Lucca, en JGH, “…tenemos un héroe en cada mano: el guerrero y el sanador; el hombre que conduce pueblos, y el que lo cura; el hombre expansivo y discursivo que conquista, y el silencioso que vence en el laboratorio…Los pueblos crean sus propios mitos, que fungen como modelos, y que expresan algo que vive en nosotros y es necesario verlo en un arquetipo ejemplar…”

A todas estas, hoy estamos rindiendo culto al nuevo Santo, pero es necesario destacar esa cronología que nos lleva hasta este momento estelar: 1.- Lucas Guillermo Castillo llevó en 1949, los oficios de beatificación y canonización de José Gregorio Hernández; 2.- En 1986, el papa san Juan Pablo II, lo decretó Venerable por haber vivido su compromiso cristiano y practicado las virtudes en grado de heroico; 3.- Congregación para la Causa de los Santos debía declarar oficialmente la autenticidad de un milagro, es decir, un hecho que, con toda certeza y sin explicación científica, demostrara que había una intervención divina; 4.- Se presentan dos presuntos milagros, en 1986, y el segundo, en el año 2009, ninguno cumplió con las exigencias de la Santa Sede; 5.- En enero de 2019, se llevó el expediente con las pruebas médicas y teológicas de un caso ocurrido en el estado Guárico con la niña Yaxury Solórzano Ortega, el cual se aceptó; y 6.- La plenaria de cardenales y obispos le dieran el visto bueno, y el Papa lo ratificó con su firma y se hizo el anuncio público este pasado 19 de junio del 2020.

Este ha sido el camino de un pueblo de fe, de gente bondadosa y sumisa a Dios; de un pueblo, que a pesar de las tantas pruebas a que es sometido, sigue fiel a su fe y a sus Santos, por ello la llegada de JGH a los altares de las Iglesias, es la llegada de la fe que obra a través del amor. Como expresa Pablo en 1 Corintios 13:1-3: “Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe. Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia, y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor, nada soy. Y si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregase mi cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve.” Y más adelante termina de decir en 1 Corintios 13:4-8,13: “El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, pero se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor nunca deja de ser; pero las profecías se acabarán, y cesarán las lenguas, y la ciencia acabará... Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor.”

Esa fe que obra a través del amor, marca hoy la imagen de JGH, y su vida es el reflejo de lo que el Apóstol Juan expresa 3:16-18: “En esto hemos conocido el amor, en que él puso su vida por nosotros; también nosotros debemos poner nuestras vidas por los hermanos. Pero el que tiene bienes de este mundo y ve a su hermano tener necesidad, y cierra contra él su corazón, ¿cómo mora el amor de Dios en él? Hijitos míos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad.”

Hacer mención hoy al Santo José Gregorio Hernández, es hacer mención a la fe a través de las obras y el amor, porque la fe sin obras, como lo destaca Santiago 2:17, y sin amor, no tienen el poder de transformar ni cambiar espíritus; el amor sin obras no es verdadero, por ello la fe obrando por el amor, que ha sido la conducta de vida de JGH, es lo que hace posible el milagro y con él la esencia de la razón de ser del hombre sobre este mundo planetario.

A todas estas es importante leer la vivencia de Josefina “Chispa” Hernández de Bluntzer, última sobrina directa con vida del JGH, con ochenta y ocho años de edad, que expresa ante la pregunta: ¿Qué representa el doctor José Gregorio Hernández para los hombres de hoy y qué podemos aprender de él en estos tiempos? “…Específicamente, y sobre todo para los médicos, que sean médicos dedicados, que respetan y quieran a sus pacientes. Y para todo el mundo, la caridad. Él fue lo más caritativo que existe, con todos. Por eso murió, porque cuando iba a comprar un remedio que sabía que su paciente no tenía con qué (pagar), fue a la farmacia a comprárselo y es allí donde tuvo el accidente. Era muy caritativo, todo un señor discreto, con buen juicio. Él era medico en el Hospital Vargas y cuando le daban el sueldo, pedía que se lo dieran en monedas y desde que salía hasta que llegaba a su casa, lo iba repartiendo; porque pasaba por donde había gente pidiendo limosna en esos tiempos y los enfermos necesitados afuera del Hospital. Y cuando llegaba a la casa, ya había dado todo, ayudando a la gente. También era muy, muy religioso, tanto así que él trato de entrar a una orden de monjes, en una parte de Italia, que era (de clima) muy frío. Allí se enfermó terriblemente. El frío le pegó y no estaba acostumbrado, entonces el monje director le aconsejó: Yo no creo que Dios quiere tenerlo aquí. Yo creo que Dios quizá quiere tenerlo en el mundo. Regrese a su país y busque que lo dirija un sacerdote, para que pueda hacer el bien del lado de afuera…”





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Ramón Eduardo Azócar Añez

Doctor en Ciencias de la Educación/Politólogo/ Planificador. Docente Universitario, Conferencista y Asesor en Políticas Públicas y Planificación (Consejo Legislativo del Estado Portuguesa, Alcaldías de Guanare, Ospino y San Genaro de Boconoito).

 azocarramon1968@gmail.com

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