Con hermanos así, en Venezuela, no hace falta más ná

La historia, parece repetirse cíclicamente en circunstancias ocasionales y determinantes, como las que llevan hoy a unos y otros, de los más de siete millones de colombianos que residen en Venezuela, a dedicarse a un negocio redondo, el cual, que les da hoy por hoy grandes dividendos. Este no es otro, que el de exprimir y sacar el juguito al bolívar venezolano, y dejar al pueblo sin productos de primera necesidad.

Negocio pingüe este: saquear al pueblo que les dio acogida, nacionalidad, trabajo, servicios sociales, hasta han participado como beneficiarios directos de la Misión Vivienda. En numerosos casos. La patria de Bolívar y Chávez, no se ha comportado con ellos como la de Uribe y Santos que los obliga a emigrar. Hay más de 9 millones de desplazados colombianos, que han sido obligados a salir de su tierra. por los la oligarquía colombiana, o escapando de la violencia de las fuerzas militares. Colombianos que han cruzado la frontera, para salvar sus vidas y sus familias, de los paracos colombianos al servicio de los terratenientes y los gobiernos de turno. Ellos, han sido recibidos con los brazos abiertos por nuestro pueblo hospitalario.

Vemos en las fotos que aparecen en diarios y revistas, como en la vecina Cúcuta por ejemplo, se pueden comprar todos los alimentos procedentes de Venezuela, y los cuales aquí escasean en los comercios o no se consiguen.  Como por ejemplo:: desodorantes, jabones de tocador, detergente en polvo, medicinas, leche, Harina Pan, mantequilla, papel sanitario, baterías, gasolina y repuestos para vehículos, aparte de dentífricos máquinas y hojas de afeitar, arroz, pastas,  y una larga lista de productos, los cuales, pasan nuestros hermanos colombianos residentes en Venezuela día a día por la frontera colombiana, y por los caminos verdes.  A la vista de todos, periodistas y medios. Son tirios y troyanos los que se dedican a esto, con el consentimiento y la vista gorda de las autoridades colombianas y del gobierno del presidente Santos.

Aparte, del lucrativo negocito del contrabando de productos subsidiados. Este otro, el  de vender a contrabandistas y mafias de bachaqueros colombianas, el billete de Bs.100 que estos grupos de delincuentes le compran al precio de Bs. 140, pues con ellos regresan a Venezuela a surtirse de más productos subsidiados por el Estado venezolano con el llamado dólar barato.

¡Todos se han vuelto locos!

Esto genera colas y más colas para comprar desde un papel higiénico hasta unos pañales, o la harina para las arepas, no hablemos ya de medicinas o repuestos para vehículos y baterías, la inflación y especulación crece día por día y el alza desmedida del ilegal, pero para efectos de precio de abasteros y comerciantes legal, del ilegal DÓLAR NEGRO que en pasados días sobrepaso los 400 por dólar. Transforma el diario vivir del venezolano en una tragedia.

¡Los precios justos, nadie hoy los respeta!

Cerca de 10.000.000 millones de colombianos tienen acceso a la vivienda, alimentación y viven en condiciones iguales a los venezolanos.

De las 700.000 mil viviendas entregadas a través de la Misión Vivienda Venezuela, el 25% de las residencias han sido otorgadas a colombianos.

Lástima que, estos hermanos colombianos, dedicados a este elaborado y lucrativo negocio, del contrabando y del bachaqueo, aparte del de formar bandas de la delincuencia organizada en los barrios caraqueños, y de paracos provenientes de la propia Colombia y sembrados por El Señor de las Sombras, como los de ingrato recuerdo en la hacienda Daktari.

Colombianos ilustres, como sus compatriotas, claros que los hay: Gabriel García Márquez, Jorge Velosa, Rodolfo Linas Riascos, Jorge Isaac, Alvaro Mutis, Rafael Pombo, Don Jorge Eliécer Gaitán. Y multitud más, ero muy pocos o ninguno, forman parte de estas brigadas de inmigrantes colombianos.

Sin duda Colombia tiene hijos ilustres, y muy numerosos, pero por desgracia para nosotros, no son los que forman los grandes grupos que cruzan la frontera venezolana legal o ilegalmente para residir en Venezuela Tierra de Gracia. Por esto, con “hermanos así, en Venezuela no hace falta más ná”.



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José Juan Requena


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