Dos casos para Andrés Eloy

Lo de la guerra y le saboteo económico no es cuento. Cada día que pasa se evidencia más y ahora en diciembre, el mejor mes de año para los comerciantes, queda aún más en evidencia.

Este último mes del año es bien peculiar pues, además del acostumbrado pago de utilidades, el presidente Nicolás Maduro decretó el aumento del salario mínimo y de los cesta tickets.

No es nuevo que cada vez que el gobierno aumenta los salarios se disparan los precios por arte de magia. Esta vez no fue la excepción. Aquí expongo dos casos para que el compa Andrés Eloy Méndez, Superintendente de Precios Justos, les ponga el ojo.

La panadería sin nombre

Voy con el primero. En una panadería en el nivel Lecuna en Parque Central, el pasado sábado, 29 de noviembre, había un cartel amarillo que decía lo siguiente: “Pan de jamón por encargo. Normal: 400, Hojaldre 450”.

Dos días después, es decir el lunes primero de diciembre, día en que comenzó a regir el aumento del salario y de los cesta ticket; el mismo cartel amarillo exponía: “Pan de jamón por encargo. Normal: 500, Hojaldre 550”.

Así sin anestesia, de un solo golpe y por obra y gracia de la falta de escrúpulos de quienes quieren hacerse ricos a costillas del sudor ajeno, el referido producto subió 100 Bs.

El nombre de la panadería se los debo, pues por ninguna parte lo vi. Por más que eché ojo no pude ver ni un cartelito que diera luces de cómo bautizaron a ese local y mucho menos el número del RIF, porque ni factura dan. Si la pides, además de que te ven y hablan feo, te ponen mil excusas para no entregarla.

Sólo puedo decirles que el establecimiento está al lado del Centro Clínico Odontológico y frente a la Taberna del Parque.

Un mango no tan bajito

El otro caso ocurrió en la conocida tienda Mango Bajito, ubicada en el centro de Caracas, donde antes quedaba Grafitti.

En la última semana de noviembre y motivada por la fama que tiene la tienda de tener precios bajos, decidí entrar y echar un vistazo a ver que juguete bueno, bonito y barato, podía comprar para mi hija de cinco años.

¡Bingo!, encontré no una, sino dos muñecas de Princesa Sofia con las características que buscaba, buenas bonitas y baratas, y lo mejor de todo era que venían juntas en un mismo empaque con vestiditos extra y todo para que la chama se diera gusto jugando.

“La próxima semana vengo y me las llevó” me dije y salí del lugar satisfecha.

Cumplí la autopromesa y una semana después me encontraba de nuevo en Mango Bajito y cual fue mi sorpresa que el mismo paquete, contentivo con las mismas dos muñequitas del mismo personaje, con los mismos vestiditos extras, que siete días atrás costaba 450 Bs, ya no tenía el mismo precio. Ahora marcaba 900 Bs, casi medio millón de bolívares más.

Como Condorito caí y con la misma que entré, salí, con las manos vacías y lamentándome, por un lado, por no haberla comprado la primera vez que la ví y, por el otro, por lo inescrupulosos y miserables que son la mayoría de nuestros empresarios y comerciantes.

Seguro que casos como estos se repiten a diario en muchos lugares. Ojalá la Superintendencia de Precios Justos pueda hacer algo para poner en su sitio a estos malandros que, disfrazados de honorables empresarios, quieren acabar con el país.



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Rosa Ángela Latorraca González


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