¿Bolivarianos maulas?

Se debe escribir opinión cuando se pueden manejar datos que, procesados, pueden revertir en información sustancial y útil. Particularmente, no suelo escribir por aquello de “escribe que algo queda…”. El introito viene al caso porque, un tema que es común en el vocerío popular es el de la corrupción administrativa que, unida al tráfico de influencias, al favoritismo, al compadrazgo y a la grosera negligencia funcionarial, más conocida como burocratismo, logran opacar en cierta medida los  avances del proceso bolivariano. Denuncias van y vienen, la más delicada de las cuales quizás sea la que involucra desde hace varios años a un Director de Pdvsa en la comercialización clandestina privada de productos de la industria con mercaderes del exterior. Negocio multimillonario e ilegal, por supuesto. No se sabe que esto haya producido escozor en sus compañeros del Directorio, pero ellos convalidan el hecho harto conocido.

Quiero en estas notas hacer mención de los traficantes de la intermediación. Altos funcionarios de las empresas del Estado, así como algunos oficiales de todos los rangos de la FANB, activos y en calidad de retiro, se enriquecen a costa del pueblo venezolano, especulando con los precios de los bienes. El pueblo, el común de la gente, comenta cotidianamente, cada vez con mayor insistencia, que personas que de algún modo se involucran en el muchas veces tenebroso mundo de los negocios, del comercio, de la intermediación de bienes de la más variada especie y naturaleza, tales como productos alimenticios, de la construcción, materiales, partes y accesorios para toda clase de equipos, petróleo crudo y derivados como combustibles y lubricantes, incluso productos industrializados en la Petroquímica y Pequiven, son objeto de las más criminales prácticas, que van desde el acaparamiento hasta la consiguiente especulación.

Un ejemplo como muestra. 1.- Sidor le vende a las cooperativas que tienen cupos “legales” obtenidos mediante trámites que no siempre son transparentes, el producto cabilla de 3/8 de pulgada al precio unitario de 20 a 23 Bs. 2.- Una de estas cooperativas, denominada Frente Único Nacional de Distribuidores de Materiales de Construcción,  a cuyo frente aparece una ciudadana, que revende en la calle, pues su función es distribuir  a  mayoristas la misma cabilla, a un precio que oscila entre 34 y 37 bolívares, una ganancia de 15 bolívares, casi el 70%. Esto lo hace la cooperativa supuestamente bolivariana, no la escuálida, bueno, sí es escuálida, pero camuflada.

3.- Lo usual es que la cooperativa que tiene el cupo crea un segundo frente o fronting, que generalmente es otra cooperativa, que vende la cabilla entre 47 y 52 bolívares la unidad, con una ganancia que oscila entre 10 y 15 bolívares por unidad, es decir, entre 33 y 40% . En esta fase la cabilla ha alcanzado un incremento, desde su salida de Sidor, del 136%.

4.- El siguiente paso le toca al ferretero mayorista o al intermediario facilitador y/o representante que hace sus veces, quien coloca esta cabilla con un margen de ganancia que oscila entre dos y cuatro bolívares. En esta fase comienza la odisea de este intermediario o facilitador profesional, quien coloca la venta a un cliente distribuidor o a un constructor, dando la cara por su proveedor (la cooperativa), quien a su vez retarda por tiempo indefinido irresponsablemente la entrega de la mercancía. 5.- El intermediario vende al cliente, paga el IVA y da la cara  para que el  fronting o cooperativa de segundo piso que es testaferra de la que tiene el cupo en Sidor venda, incumpla con el cronograma de entrega aunque exige que se le deposite el pago en su cuenta, para hacer la entrega en un lapso mínimo de diez días si es que cumple con el cronograma, cuesta un mundo que cumplan oportunamente por la presión del facilitador  vía orden de compra, proforma y prepago por parte del cliente, quien debe  esperar esos diez días mínimo, esperar por el pago de la cooperativa (el intermediario) cuando al fin cumpla con la entrega del dinero y a esperar que le llegue la cabilla, casi nunca en el lapso convenido.

6.- Lo usual es que las cooperativas, tanto las de 1°, como 2° y 3er. piso no le cumplan a los intermediarios, se hacen de los datos del cliente, acaparan la mercancía, y al final especulan al ferretero minorista y al constructor, quienes desesperados por la carencia de los materiales, pagan cualquier precio por los mismos. Por eso es que se da el caso de que la cabilla que sale de la fábrica a 20 bolívares le llega al usuario a 80 y más bolívares, un incremento de hasta el 320%

Muchos otros detalles coexisten en esta tramoya, y así sucede con el cemento, con los alimentos como arroz, aceite, azúcar, granos. Como hemos dicho, desde sargentos hasta generales activos y retirados de nuestra FANB, al lado de funcionarios, testaferros y gestores oficiosos deambulan en ese mundo mafioso de la mercantilización.

En esa cadena de intermediación, donde organizaciones civiles asociadas como cooperativas de primero, segundo y hasta tercer piso, intermediarios o facilitadores privados profesionales, y al final ferreteros minoristas, colocan la cabilla en manos del constructor o usuario final al precio de “hasta 83 bolívares”. Son situaciones como la descrita lo que ha llevado al gobierno nacional, con toda justicia, a decretar soluciones que ponen fin a escandalosas especulaciones con las consiguientes expropiaciones. Sólo que, hasta ahora, no son las cooperativas la solución.

(*) Economista – Investigador.

cepo39@gmail.com



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César Prieto Oberto (*)

Profesor. Economista. Miembro de Número de la Academia de Ciencias Económicas del Estado Zulia. Candidato a Dr. en Ciencia Política.

 cepo39@gmail.com

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