Las traiciones: bajeza a precio de gallina flaca

Una de las ventajas de las que dispone el imperialismo sionista yanqui, es la debilidad de convicción y espíritu por parte de un sector de la humanidad que ve en las oportunidades individualistas un factor con el cual obtener ventajas y privilegios por encima de los demás. Bajo esa constante, personeros que con el lenguaje de amor y defensa de los intereses de los pueblos, escalan posiciones estratégicas dentro de las organizaciones que se identifican con esos preceptos, luego dan la revuelta y ceden ante el chantaje del enemigo, traicionando lo que era su predica de justicia social.

Son muchos los gobiernos que se encuadran originalmente dentro del esquema de las reivindicaciones populares, pero que luego de una visita del procónsul imperial, se desvían de lo que ofrecieron y asumen conductas y posiciones contrarias a las que los llevaron a esas encumbradas posiciones políticas. Por ejemplo el comportamiento de gobierno de la “socialista” Michel Bachellet, personaje que desde la presidencia toleró toda clase de agresiones y opresiones contra el sector estudiantil y los pueblos originarios de Chile, o el de Funes en el Salvador, personero que tiró por la borda toda esperanza reivindicativa del pueblo salvadoreño, entregándose a los brazos del imperio. Mismo imperio que tiñó el suelo salvadoreño de sangre mediante una guerra dirigida a mantener esa nación sojuzgada y sometida a los designios imperiales criminales

De tal manera se comportan políticos utilitarios al servicio de los intereses foráneos en Venezuela. Esas alimañas se enquistaron dentro de las estructuras organizativas de la revolución Bolivariana, aprovecharon para hacerse de capitales y empresas y luego voltearon sus intereses al lado de lo que decían combatir. Culpable de toda esa miserable acción es la ingenuidad de los verdaderos revolucionarios, que ceden posición a manipuladores copiadores de lenguajes y conductas muy simuladas de revolucionarios, a veces en nombre de la amplitud. Esa absurda concesión ha sido la culpable de muchas muertes de hombres y mujeres que caen en defensa de sus ideales traicionados. Así destacan los traidores opulentos de hoy, pobres de ayer, que ahora son sendos dirigentes de la oposición nacional, al servicio del imperio que juraban combatir. De igual forma tenemos miles de campesinos, obreros y personas humildes del pueblo asesinadas por la acción cómplice de esos traidores.

Así de peligroso, no es tanto los que se fueron, si no los que quedan solapados aun dentro de las estructuras de la revolución. Estos bichos, son detectados por el pueblo base, pero como siempre se las ingenian para descalificar las opiniones populares, tejen su red de complicidad y terminan por imponerse con la ayuda de otros dirigentes que en nombre de una falsa unidad ceden terreno y posiciones claves.

Lo más dañino de las traiciones, es que con su acontecer, también matan las esperanzas de mucha gente honesta y que cifró esperanzas en una cruzada por una nueva realidad social. Esas frustraciones van sumando cada día nuevos desertores o neutralizados, que terminan por debilitar a la revolución y fortalecer por ende a los sectores pro imperio y anti pueblo.

Esa oferta de creación de nuevas estructuras organizativas, que luego terminan por ser más de lo mismo, alimenta la desilusión. Escuchamos muchas veces decir del valor de la contraloría social o popular, pero cuando la ejercemos no es escuchada y en el peor de los casos descalificada o simplemente ignorada, sin siquiera una respuesta que te diga, te escuchamos, te leímos o te responderemos luego. Muchas oportunidades escuchamos discursos llenos de halagos y calificativos inductivos de la responsabilidad de actuar en contra de los vicios dentro de las organizaciones y las estructuras gubernamentales, pero cuando se pretende accionar, encontramos unos muros burócratas y a funcionarios, que lima en mano y en plan de arreglarse las uñas pulcras, sin mirarte a la cara te responde “si ya estamos al tanto” te despiden con un “hablamos luego” y p’al carajo tu deseo de procurar una mejor organización y conducta.

Otro estimulo de la traición, es esa miserable debilidad de conseguir de repente, de medios que te permitan tener otra forma de vida con lujos y comodidades que se enquista en lo que fue una vez alma o conciencia y, hace que se olviden las luchas por un mundo mejor para todos, que convierte el colectivo en individualidad y yoismo. Lo único bueno de toda esa cobardía, es que tarde o temprano terminan aglutinándose en la oposición y al lado del imperio asesino, desde donde son más fáciles de combatir.

Javiermonagasmaita@yahoo.es


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Javier Monagas Maita


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