Estoy preso en mi país, no puedo viajar por no tener tarjeta de crédito

Si vamos rumbo a un socialismo a lo venezolano entonces debemos construir las plataformas intrínsecas al mismo. Por la vorágine de llevarse nuestros dólares al extranjero, o sea, lo que se conoce como fuga de divisas, el gobierno bolivariano se vio en la obligación de implantar el control de cambio hasta el sol de hoy. Yo no soy experto financiero pero no estoy seguro de que la fuga de dólares y euros, básicamente, haya disminuido sustancialmente. El dólar paralelo, o dólar bandido, se cotiza y tiene gran demanda, negarlo sería estúpido. Todavía el gobierno no ha encontrado la fórmula para evitar esa truculencia comercial. Creo que se debe convocar a gente nuestra, experta en el asunto, para diseñar una política cambiaria que revierta la actual perversión con el dólar y demás monedas extranjeras. El tema es interesante y hasta apasionante pero no es lo que quiero exponer.

Las compras en dólares por la Internet se hacía con un trámite no muy complicado en cualquier agencia bancaria, ahora no; es obligatorio tener una tarjeta de crédito. Si debo viajar al extranjero por la causa que sea, también debo ser tarjetahabiente pues de lo contrario tengo que permanecer en mi país privado de un derecho fundamental como lo es el de libre tránsito nacional e internacional. Yo no quiero una tarjeta de crédito por varias razones personales que no es el caso explicar. Para que uno de los bancos vampiros y ladrones otorgue un plástico de esos, debemos pasar por una serie de requisitos que no están al alcance de millones de compatriotas. La Banca grosera nacional, que gana trillones de bolívares por año, se apropió de mi derecho a viajar fuera de Venezuela porque son la estructura base de un modelo capitalista que establece las reglas de juego con total impunidad. Para abrir una piche cuenta de ahorro te exigen un mínimo y te cobran comisiones hasta por saludar al gerente de la entidad bancaria y un largo etcétera que ya hemos tratado por esta ventana de Aporrea. Si un venezolano guarda con mucho esfuerzo, durante un largo o mediano tiempo, el dinero para visitar a un pariente allende las fronteras caribeñas, no lo podrá hacer pues CADIVI se lo impedirá en complicidad con los bandidos banqueros. Eso no es socialismo ni camino al socialismo, es una perversión capitalista que lacera nuestros derechos y es imperativo acabar con esa horrenda práctica. Debemos ser exigentes en la construcción de la patria socialista.

Yo no creo que no seamos capaces de implementar una arquitectura cambiaria que nos permita el acceso NO TRAUMATICO a las divisas para viajar al exterior. Si alguna persona debe hacerse alguna cirugía especial en algún país de Europa o de Asia, por ejemplo, estará impedido de hacerlo y su vida correría grave peligro. Me resisto a aceptar que no hay otro camino para la obtención de divisas que por derecho tenemos todos los venezolan@s. Las tarjetas de crédito cobran altos intereses, además, y son el símbolo por excelencia de la vida capitalista y neoliberal, no tiene absolutamente nada que ver con la filosofía socialista que anhelamos desarrollar en nuestro país. En Cadivi hay corrupción para facilitar los interminables trámites odiosos por los que tiene que pasar cualquier comerciante y eso es vox populi. Y la guinda del asunto la pone el poder obtener un pasaporte. Son horas de espera para que te puedan atender y después indicarte la fecha de entrega del bendito documento. Hay quienes corren con suerte y solamente demoran 3 o 4 horas en las colas infinitas. Si los solicitantes son niños o ancianos igualito tienen que hacer cola, sin compasión alguna. Así nunca llegaremos a ningún socialismo.

No es posible que a estas alturas de la historia contemporánea, cuando la tecnología está al alcance de todos, nosotros tengamos que padecer el suplicio del Tántalo para obtener una licencia de conducir, una cédula de identidad o una solvencia del servicio de agua, laboral, etc. Toda esa burocracia de maltratos es caldo de cultivo para la corrupción y así no ayudamos a nuestro presidente. Si algún gestor me pide 300 Bs., por ejemplo, para no sufrir los burocráticos y penosos trámites de cualquier documento importante, enseguida se los damos y así nos evitamos un infarto, un derrame cerebral o una úlcera gástrica. Primero es la salud. Por ahí se nos pierden muchos votos rojitos, señores burócratas de la directiva del Psuv; hagan algo para aliviar algunas penas de la población maltratada por tanto imbécil funcionario público. ¡Fuera al corralito viajero! El tiempo perdido hasta los santos lo lloran.  

efrtaingran@gmail.com



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Efrain Jose Granadillo


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