Te han matado
hermano querido, y no pude decirte lo mucho que te quería. Han creído
acabar con tu vida, y sólo han encendido una antorcha que no se apagará
jamás. He visto en el sol una dorada luz que anuncia a los corazones
de los mártires, de aquellos que luchan por proteger a los más débiles,
a los más pobres, a los más indefensos. Te han acabado la vida que
tiene el cuerpo y su forma, pero no la de tu alma ni la de tu luz espiritual
que late en mis venas. Han creído sacarte de la pelea por los que reclaman
justicia y sólo te han elevado de rango, te han impulsado hacia lo
más alto del camino, ese peldaño en donde están los que entregan
la vida por los demás sin pedir nada a cambio, vida que recogerán
las luces que te han llevado al lugar por donde corren ríos a tus pies,
y donde los que están equivocados no pueden pasar.
Te han parado
el corazón que late en el cuerpo de carne más no deja de latir tu
corazón lleno de palabras anunciando un mundo porvenir más justo,
libre y lleno de amor, no de muerte y guerra, no de maltrato y odio.
Han querido taparte la boca y tu ronca voz se ha filtrado por entre
las rendijas del alma colectiva que ahora reclama más profundamente
cambios necesarios. Han derramado tu roja sangre en el suelo negro,
y pretendiendo ocultarte de los que más te necesitan sólo te han puesto
alas, y expanden tu ronca voz por los caminos del pueblo que no está
escondido, y crece y fructifica en conciencia luminosa.
Te han muerto
hermano queriendo parar tu ronca voz anunciando las verdades que esconden
los más ricos, y sólo han hecho más fuerte tu grito levantando el
polvo del camino. Los tiros, la sangre y el cuerpo que otros levantaron
no son tu cuerpo, ni tu sangre ni tu forma que los ojos veían, tu estampa
hermano, está más viva y brillante en las miradas infinitas de los
que te conocen luchando por expandir la verdad entre los más humildes
reclamando justicia. No recogieron sino piedras, piedras frías más
no la joya que eres tu hermano revolucionario en guerra, en guerra total
contra la muerte, contra el hambre y la miseria, contra los que impiden
a los más pobres alcanzar la paz que sólo proviene de la justicia.
Te han matado
hermano y solamente han abierto tus alas, ya te veo águila sobrevolando
el cielo venezolano, al fondo el cielo gris, y más allá la plateada
luz de un sol rojo que esconde su ronca voz, es el sol de la libertad
que reclama justicia y paz. Y como no pude decirte lo mucho que te quería,
hermano querido recibe esta nota de amor por la misma lucha que nos
hermana defendiendo la causa de los más pobres. Recuerda que cien mil
manos se pelean por tomar la antorcha que dejaste para llevarte un canto
como este donde la gloria y la victoria son para los más heroicos,
aquellos que piensan como tu: “Dichoso el que piensa en el débil
y pobre; el Señor lo librará en tiempos malos” Salmo 41.