El caudillismo de Chávez

Desde el surgimiento público de la figura del actual Presidente Hugo Chávez, comienzos de la década de los 90, sus adversarios y críticos han esgrimido insistentemente el argumento de que su liderazgo representa un retroceso al modelo político del caudillo personalista, despótico y autócrata.

Con ya cerca de su primera década en el ejercicio del poder el Presidente Chávez ha demostrado insistentemente tener condiciones de un líder con convicciones de verdadera democracia popular. Un liderazgo que se ha fundamentado tanto en las innumerables consultas populares, expresadas en convocatoria a elecciones, como en darle voz a quienes en el pasado nunca la tuvieron, a través de la implementación del poder popular, que de múltiples maneras ofrece espacios de participación a las mayorías en la toma de decisiones.

Ahora cuando en referéndum aprobatorio un pequeña diferencia ha favorecido a los que se oponen al cambio de la constitución, promovida por el Presidente, veremos como los adversarios de Chávez y de la Revolución Bolivariana, continuarán repitiendo que Chávez es un dictador y que ahora se le está cayendo la máscara con la que ha engañado al pueblo.

La verdad Chávez siempre se ha mostrado al pueblo sin máscaras. El pueblo venezolano, en su mayoría, siempre ha reconocido en Chávez un dirigente sincero, responsable y honesto. Acaso no tuvo Chávez la bizarría de asumir en el año 92, el fracaso de la insurrección militar y llamar a sus compañeros a deponer las armas para evitar un derramamiento de sangre. Con este primer gesto, un Chávez militarmente derrotado pero moral y éticamente triunfador, este hombre comenzó a sembrar su liderazgo en el pueblo.

El liderazgo de Chávez vino a mostrarle al pueblo y a las elites, que en el pasado dirigieron al país, las costuras de la democracia burguesa que durante años impuso el imperialismo y sus secuaces en los países latinoamericanos.

El Departamento de Estado de los Estados Unidos siempre dirigió la política venezolana, especialmente la política destinada a favorecer la entrega del petróleo venezolano en las peores condiciones a los intereses del país. Una política dirigida a garantizar la dependencia de nuestro país a sus propios intereses.

Por ello en uno de sus últimos discursos el Presidente lo señaló, en el futuro del proceso revolucionario la confrontación inevitable es la que tendremos con el imperio norteamericano.

La riqueza petrolera con que cuenta Venezuela y que ahora, después de tanto tiempo, disponemos de manera soberana representa la principal razón por la cual la actual y quizás la futura administración de los Estado Unidos seguirá acechándonos como el cazador acecha a su presa para en el menor descuido posar sus garras y devorarnos entre sus fauces.

Sólo una política antiimperialista que profundice la formación ideológica de los venezolanos para hacer efectiva la defensa contra el imperio, hará posible la pervivencia de nuestra revolución. Afortunadamente contamos con un líder que tiene condiciones para conducir este proceso, el pueblo venezolano tiene la responsabilidad de hacer valer la herencia libertaria y emancipadora del más grande hombre que parió nuestra tierra, Simón Bolívar.

carloslunarvelo@hotmail.com


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