¿Es tan previsible el año 23?

Lo propio de estas fechas, determinado por la costumbre de nuestra cultura latina y católica, a pesar de nuestro ateísmo y rabioso criticismo, materializada en la presión de los familiares, es desear un año nuevo que sea nuevo de verdad: próspero y feliz. Incluso hacer una lista de deseos y propósitos. Al menos lo de aquella vieja canción que papá cantaba: salud, dinero y amor.

Como siempre, la conciencia de la realidad choca con estos remotos vestigios de pensamiento utópico permeado por las individualidades y las rutinas. Por eso, por lo menos a mi generación, le cabe oscilar entre el estoicismo, el epicureísmo y el cinismo. Otros, más jóvenes recurrirán a la autoayuda, tanto en su versión esotérica (desde Osho, hasta los ángeles, pasando por la Virgen y hasta los Orishas), como en su vena psicológica (Bucay, Dyer, Rizo, etc.). Son excepcionales los que piensan en alguna opción política. Aunque presumo que algunos, los mismos que saltaron de Irene Sáenz a Chávez en 1998, se preparan para anotarse con el "Conde del Guacharo". Otros, los mejores, harán un nuevo esfuerzo por mantener viva aunque sea una palabra de izquierda.

Pero, como decía, de un lado están las listas de deseos y propósitos, y del otro, la conciencia de la realidad, esa terrible aguafiestas. La eterna dialéctica entre la ilusión y el desencanto. Por eso mencioné las corrientes filosóficas de la antigüedad tardía: estoicismo, epicureísmo y cinismo. El estoicismo puede resumirse en aceptar lo que venga, esforzarte en lo tuyo o en lo que tengas algún control, y saber distinguir lo primero de lo segundo. El epicureísmo sugiere, como dice Ismael Rivera, "hazles bien a tus amigos", disfruta lo más posible (sexo, caña y rock´n roll) y no pararle mucho a lo sagrado que está bien lejos en el cielo. Más bien, concéntrate en cultivar tu huerto (ya entienden la metáfora ¿verdad?) y disfruta lo más posible. No te preocupes de la muerte porque no sabes cuándo viene, pero ella vendrá seguramente y además, si ya estás muerto, no sentirás nada. El cinismo no consiste en ser coño´e madre, como cierto cristianismo ha divulgado por ahí, sino a tener el coraje de reconocer y decir la verdad, empezando por tí mismo. Aún sabiendo que eso trae problemas.

Si, como dice Sir Karl Popper, disponer de la explicación equivale a tener el pronóstico, el 23 depara muy pocas sorpresas. Y si las hay, no son muy divertidas que se diga. En primer lugar, el 23 será un año en que continúan desplegándose ciertas tendencias que ya venimos sufriendo desde hace varios años. Hago una breve lista, no exhaustiva: tendencia a una guerra mundial; tendencia a la inflación y recesión económica; tendencia a la migración masiva venezolana; tendencia a la dispersión, desafiliación y decepción política.

En segundo lugar, el 23 es un año de tránsito en carreteras que ya empezaron ¿Qué significa esto? Pues que algunas cosas parecerán ser y terminarán no siendo. Y viceversa: cosas que no parecen, terminarán siendo. Dicho en otras palabras: la flor se convertirá en fruto y el gusano se convertirá en mariposa. Esos años de transición son también de preparación, pero es como un día de estreñimiento: por más que pujemos, no saldrá el producto de tanto esfuerzo. Hay que dejar que la fuerza de gravedad haga su trabajo, que la masa se desplace por su conducto de acuerdo a los movimientos peristálticos naturales y caiga por su propio peso. De modo que mucha paciencia y relajación.

La guerra mundial seguirá. Obviamente, no se desarrollará únicamente en Ucrania y no será dada únicamente con bombazos. Se trata de un enfrentamiento muy complejo y de varias dimensiones: económicas, político-diplomática e ideológica. Lo que sí es cierto es que no será determinada por polaridades ideológicas, en el sentido de propuestas alternativas de sociedad, como en parte sucedió en el siglo XX, cuando el capitalismo pareció que tenía rival. No: toda vaina es hoy capitalismo, y del peor. Más bien la cosa luce que cada gran país enarbolará como justificación de sus políticas de aspirantes de potencias, sus propias tradiciones culturales, religión, hasta la pureza étnica. Y habrá caudillos de diversos ropajes derrochando egos asfixiantes. O sea, la ideología dominante de todas las élites será la geopolítica y una narrativa donde se exaltará lo magnífico que es cada potencia. O sea, la pugna entre el malo y el peor.

En lo económico se juega una libertad de comercio hecho en las monedas de los grandes países. Entramos en un período en que el dólar no será la única unidad de medida ni medio de intercambio; sino que será, en espacios delimitados pero muy grandes (India, China, Arabia Saudita, etc.), desplazado por el rublo, la rupia o el yuan. La guerra y los mecanismos propios del capitalismo llevarán al aumento de productos claves y eso contribuirá a la inflación. Algunos signos indican que se combinará con la recesión o el estancamiento. No sé bien cuál de las opciones de revolución tecnológica prevalecerá: si la de la Inteligencia Artificial, las nuevas fuentes de energía entre las que destaca la fusión nuclear, la del multiverso (un poco desinflada) o hasta los viajes espaciales para ricos. O sea, sigue el capitalismo con sus nuevas mutaciones.

En Venezuela, los insultos entre los grupos (ya casi grupúsculos) de la oposición continuarán para coger palco y comerse unas cotufas. Sí: Maduro se confirma como el político más avezado, incapaz de gobernar bien, se afincará en su condición de gestor de una nueva burguesía en conjunto con los militares, después de demostrar que fue un avión (o un supermán) en eso de derrotar a un contendiente alocado que no da pie con bola. Las encuestas muestran un país muy pobre, desigual, de buhoneros (perdón: de emprendedores), donde la única manera de alcanzar los niveles de crecimiento de hace treinta años en los próximos tres lustros, es recibir un inmenso chorro de dólares, un "apalancamiento" como dicen los economistas, del exterior (léase transnacionales o ¿por qué no, Maduro? del FMI), para poder medio levantar el vuelo. Para eso está la Ley Antibloqueo que continuará en secreto esas negociaciones que irritan tanto a cualquier trasnochado de ideas nacionalistas o hasta izquierdistas.

Ya en enero, es muy probable que venga un ajuste salarial confeccionado junto a Fedecámaras. Sí: volvió la Tripartita; lo que en tiempos de Lusinchi se llamaba "Pacto Social". Si ya se entró en negociaciones para reactivar unos pozos de petróleo para garantizarle la gasolina a los norteamericanos ¿por qué no (insisto) seguir por ese camino y acudir al FMI por unos préstamos? Ya la diferencia entre lo que ofrecía la llamada "derecha" (lo que fue el G4) y Maduro, con todo y esa licra con los interiores por fuera, es el conjunto de tecnócratas neoliberales que, por cierto, eran un poquito mejores que estos militares ineficientes.

¿Habrá primarias? Eso es totalmente insignificante. Haya o no haya, lo predominante será la fragmentación y la división de la oposición. Por tanto, la abstención, la pasiva, la del estoicismo absorbido en la vida personal, y la promovida por algunos grupos de la auténtica derecha como María Corina. Fuenmayor contaba un candidato por los "alacranes"; otro, por el G4 (ahora G3+1 menos VP) y, tal vez, uno del PCV. Todos pugnando por sobrevivir. Ahora se agregará el "conde del Guácharo" que atraerá a los oportunistas empíricos. Y cuidado si, en ese plan de reafirmación de la identidad política, que tiene sentido entre la izquierda, sale un candidato evangélico "puro". La feria de las vanidades.

En fin, asumiremos la política del estoico, el epicúreo y el cínico. Y tal vez sí promoveremos la existencia de la izquierda. Chiquita, tal vez (cuándo no); pero menos sinvergüenza.



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Jesús Puerta


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