"Cuando un político muere, mucha gente acude a su entierro, pero lo hacen para estar completamente segura que se encuentra de verdad bajo tierra". Georges Clemenceau político francés, escribió para la historia, esta frase con exquisito cinismo.
Fin de la cita.
"Un traidor es un alacrán que dejó su tolda política para convertirse en un soplón de la revolución". "Un converso es un traidor que abandonó a sus compañeros para insertarse en el gobierno buscando dinero fácil ".Por supuesto que me refiero a los alacranes que exhiben impunemente los dineros mal habidos, unos auténticos sinvergüenzas que abandonaron, sus respectivos partidos desde el momento en que no obtuvieron la posición deseada para obtener riquezas fáciles a través de la corrupción, para pasarse descaradamente a la revolución a la que históricamente atacaron con sus fundadas convicciones de conseguir dinero sucio.
La destrucción de las estructuras éticas de la inmensa mayoría de los llamados politiqueros alacranes, va en proporción directa con el escepticismo, la desconfianza, y el hartazgo de una parte enorme del electorado que en su voto abstencionista, rabioso, y justificadamente frustrado, está dispuesto a vaciarse los ojos, a darse un tiro en la boca, con tal de escapar del pantano maloliente que nos agobia, y asfixia, sin percatarse el daño que le hacen a la generación que no ha huido del país, podría ser mucho mayor que el padecido en nuestros días por el covid-19. En el fondo es una conducta perversa, repetitiva… ¿Qué culpa tiene Venezuela de que existan, estas hienas de la política?
Usted, querido lector, que pasa sus ojos por estas breves letras, ¿podría imaginarse a Rómulo Gallegos, o/a Isaías Medina Angarita o/a Gustavo Machado, la generación más destacada e irrepetible de la dolorida historia política de Venezuela, podría imaginarlos solicitando su registro en la banda de los verdugos pro revolucionarios? O a la inversa, ¿cabría en las mentes de los lectores la posibilidad de que los alacranes putrefactos buscaran un espacio político en el seno de los Roberpierres de la revolución, pidiendo la cabeza del ex pdvsa de Chávez, el catire Rafael Ramírez, presuntamente señalado en graves hechos de corrupción? La congruencia política, el sentido del honor, y de la dignidad se han perdido en la Venezuela del siglo XXI. ¿A quién creerle, sobre todo cuando se acercan a velocidad meteórica las elecciones regionales, y locales del 21 de noviembre del 2021, las más trascendentes de los últimos tiempos en un ambiente envenenado de rencor, revanchismo, y desconfianza pocas veces vistas en Venezuela?
Hugo Chávez en 1999 propuso la existencia de una República democrática, conformada por 5 poderes, el Legislativo, el Judicial, el Ejecutivo, Ciudadano, y el Electoral, con un comercio libre, sin la influencia de los monopolios, además de la libertad de cultos, y de expresión en el contexto de una educación laica. Por el contrario, los estalinistas lucharon después de su muerte con las armas en la mano para imponer un totalitarismo como la estrategia para destruir el mejor país de América Latina, sobre la base de imponer el control social cubano durante el siglo XXI. El lumpen empresarial de árabes, y chinos continuaría "esclavizando" a los trabajadores, y los nuevos ricos lavadores de dólares, seguirían gobernando luchando por un totalitario proteccionismo comercial.
Pregunta: ¿Ven entonces a un Hugo Chávez luchando de repente a favor del pueblo acosado por la hiperinflación, con un dólar a fines de julio 2021, superando la barrera de los 4.000.000 millones de bolívares, a pesar de la Guerra de Bodegones, imponiendo una dictadura a la cubana? ¿Verdad que no?
En la Venezuela de nuestros días, muchos políticos renunciaron a sus principios, traicionaron su valores e ideologías, y traban alianzas con sus históricos enemigos con tal de vivir de la legitimación de capitales, y disfrutar el placer infinito del poder, aunque no crean en los proyectos, y estrategias de los alacranes quienes son recibidos en las instituciones de la revolución, con sonrisas en el rostro llamándolos aliados circunstanciales, cuando en su interior los consideran unos deleznables traidores, y sinvergüenzas, eso sí sin manifestarlo públicamente, aun cuando, con el paso del tiempo, se podría proceder a un ajuste de cuentas, como hacen los gánsteres, y a la debida etiquetación. Quien traiciona a uno, a la larga traicionará a todos, lo llevan en su ADN putrefacto… A propósito, el PSUV, se está convirtiendo en un camión de basura, un santuario en donde todos los alacranes se hacen ricos con la gratificante bendición del lavado de dólares… Ya veremos, en que termina esta película…