¡Que tengas un año nuevo 2021 muy interesante!

Creo que fue en un libro de Zizec que leí que existe una maldición china que dice más o menos así: ¡que tengas un tiempo interesante! De hecho, los venezolanos lo hemos tenido todos estos años. Pero el 2020 no se puede olvidar, y no precisamente porque nos haya dejado una chiva, una burra negra, una yegua blanca y una buena suegra. El CODIV 19, el gran desastre mundial, precipitó las otras tendencias nefastas en el mundo, tales como la recesión económica y sus consecuencias en el comercio y la producción, y el empobrecimiento de los sectores ya más pobres. En Venezuela, tuvimos de todo, además del COVID 19: la profundización de la crisis compleja, las locuras de la oposición Guaido-G4, el recrudecimiento de la represión, la destrucción institucional, la dolarización generalizada impuesta porque sí, las sanciones financieras norteamericanas, y otras cositas igual de interesantes.

Una neurocientífica afirma por la TV, por uno de esos canales de señal abierta que ofrece un sistema de cable (muy interesante y fraudulento, por cierto), que el cerebro humano está programado para el optimismo, no entendido como una bobería o una estupidez, sino simplemente como la disposición a salir adelante en las dificultades. O sea, lo contrario a la depresión. Tal vez esa zona del cerebro (y de su bolsillo) fue la que impulsó al dueño de los rones Santa Teresa a expresar, en una reciente entrevista, que nos esperan tiempos buenos, con iniciativa privada, inversión extranjera, acomodo "pragmático" al gobierno ganador de la pelea política, en fin, una "apertura económica" en la cual conviven, por un lado, un gobierno que se definió una vez como "socialista" y "comunal", y, por el otro, unos empresarios que se están dedicando a lo suyo, a producir dinero, sin hacerse ilusiones de cambios políticos.

Algunos optimistas de este tipo han hablado hasta de la adopción de un supuesto "modelo chino". Bueno, llamar a eso así, expresa una gran ignorancia, si no una estupidez notable. Cabe decir que, así como "los venezolanos no somos suizos" (creo que lo dijo una vez Gonzalo Barrios para oponerse a unas tibias reformas políticas en los tiempos del bipartidismo AD-COPEI), tampoco somos, ni mucho menos, chinos. Simón Rodríguez no es Confucio, el PSUV no es el PCCh, ni Chávez es Mao. Otro dato: nosotros existimos desde hace unos piches 200 años; nada comparado con los miles de años de cultura que ostenta China, cuya dirigencia actual ha expresado su voluntad de hacer una síntesis, también muy "interesante", entre Mao y Confucio ¿Y Marx? Bueno, él es alemán y estos son chinos, o sea…

Veamos, por ejemplo, lo que aventura un optimista por las redes, como escenario venezolano de 2021: la prioridad nacional será la economía. Se marchará hacia una reinstitucionalización del gobierno, gremios, universidades, etc. La oposición se aglutinará en torno a AD, PV y Capriles para participar en las elecciones a regionales y locales, en las cuales tendrán algunas ganancias, y no impulsarán para nada un improbable referéndum revocatorio. Habría un nuevo equipo de gobierno donde la sorpresa será la presencia de algunos representantes de la "mesita". Habrá una "apertura económica". Los empresarios venezolanos (esos prohombres como Vollmer y Mendoza) seguirán invirtiendo y retirarán todo apoyo a los aventureros opositores. En Europa, habrá respaldo a este nuevo esquema de colaboración gobierno-empresarios-oposición "mesita". Se aliviarán las sanciones, aunque las impuestas por Trump costará quitarlas del todo.

Claro que habría que celebrar en diciembre de 2021, con todo y hasta la chiva, la burra, la yegua y la suegra, si esas cosas llegaran a suceder. Claro, algunas cosas ya se dan. Digamos que hay tendencias que apuntan a eso que señala el amigo optimista. Otras son deseos que muchos compartimos. Por ejemplo, sería muy bueno que se den las elecciones universitarias, lograble si dejan su terquedad las indignadas vestales "académicas"; que suelten a los sindicalistas presos, que aparezcan algunos desaparecidos (Alcedo Mora, por ejemplo; menos probable es Carlos Lanz, por razones que diré en otra oportunidad). Incluso, que la Asamblea Nacional, con presencia abrumadora del Partido de Gobierno, intenté renovar las autoridades del TSJ y demás poderes, con criterios un poquito más equilibrados. Es muy posible que sí, que las elecciones regionales y locales se den y en ellas participe esa cosa dispersa y heterogénea que llamaremos "oposición" a falta de un término mejor. Hasta puede ocurrir que ese "chiripero" opositor gane en algunas localidades o Estados.

Por supuesto, la tendencia privatizadora continuará, por la simple razón de que no se ve en el panorama ninguna fuerza que se le oponga. Entrarán capitales extranjeros porque ya es una decisión tomada hacer una "venta de garaje" de los activos de la República. Ahí entrarán inversiones chinas, rusas e iraníes (claro; ya están ahí); pero también norteamericanas, europeas, canadienses, etc. Lo que no se ve claro es el papel del movimiento de trabajadores. La relativa reactivación industrial por esas inversiones, en condiciones sumamente ventajosas, pudiera dar aire al sindicalismo, pero no mucho. Al contrario, puede que recrudezca la represión de los que tramen algo contra la "paz laboral".

Lo que pudiera configurarse en el horizonte, es un programa económico de sustitución de exportaciones. Ojo, dije de exportaciones, no de importaciones. Esto tiene su dificultad, porque nuestra burguesía (especialmente, la nueva "boliburguesía" ha sido esencialmente importadora). El país necesita reforzar sus reservas en divisas, incluso para apuntalar y darle formalidad a la dolarización o a cualquier otro plan monetario que se pueda plantear. Para ello, necesita establecer importantes correcciones en la balanza comercial: en fin, exportar mucho. El país tiene con qué: minerales, petróleo, oro, incluso el ron, el chocolate, los mariscos, etc. O sea, materia prima. No hay ciencia ni tecnología nacionales, para exportar otra cosa. Lo que no tengo claro es cómo los aliados principales (China y Rusia) combinarán sus políticas generales de sustituir al dólar por sus respectivas monedas, y esta sed dramática de su pequeño y débil aliado venezolano por dólares. No lo sé.

Un gobierno con ese modelo económico (capitalista, dependiente, exportador de materias primas), seguirá haciendo subdesarrollado al país, y exigirá que el movimiento popular esté bajo un control estricto, mediante el control alimentario o sanitario (ya viene la nueva cepa del COVID 19), por simple represión, o por ignorancia y manipulación ideológica, como hasta ahora.

Si bien, la oposición atravesará su "vía dolorosa" de divisiones, fragmentaciones, odios fraternos, fracasos, dispersión, desmoralización, etc., como la izquierda en los 60 y 70 después de la derrota histórica, no habrá la repetición de la historia de una división de izquierda en el partido de gobierno, como lo fue el MIR en AD. El PSUV no ha tenido divisiones importantes, solo desprendimientos más o menos aislados: individualidades, pequeños grupos. Lo más grande hasta ahora ha sido el deslinde, dentro del "Polo Patriótico", de lo que hoy se llama APR.

De modo que nos esperan "tiempos interesante". Y ahora con la nueva cepa del COVID 19, nos aguardan nuevas emociones y suspensos. Europa se derrumba. Estados Unidos tiembla por los demonios que soltó Trump, entre ellos el de la explosión en mil pedazos. Las tensiones en los mares de extremo Oriente se agudizan. China y Rusia siguen pujantes. La cosa está como para comer cotufas…pero están muy caras.



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Jesús Puerta


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