Los síntomas se acumulan. El planteamiento de una alianza de partidos que eran del llamado "Polo Patriótico" sin el PSUV, la irrupción de una comisión del SEBIN en una reunión de esa alianza de partidos y grupos ex Polo Patriótico, el conflicto entre los dirigentes del PPT a propósito de una oferta de puestos en la plancha del gobierno para las elecciones próximas, circunstancia que muy bien puede ser el preludio de una intervención del TSJ para entregar las siglas del partido al grupo progubernamental; las declaraciones en clave "chavista crítica" de algunos constituyentistas (bueno: de Néstor Francia) sacudiéndose el lema "lo que diga Maduro" (calco, por lo demás, de aquel lamentable "lo que diga Chávez" de cuando la fundación del PSUV); el silencio impuesto a una discusión sobre la política económica del gobierno entre sus "economistas" soportes; la intervención del TSJ a la dirección de TUPAMAROS, otra organización del PP; el silencio de Elías Jaua. Si a esto le sumas la prisión e incomunicación de una pareja de militantes del PSUV que trabajaban en PDVSA por el presunto delito de denunciar hechos de corrupción de sus jefes, así como la desaparición, ya de meses y hasta años, de líderes sindicales y populares, la persecución y prisión irregular de Nicmer Evans y otros columnistas de Aporrea, ya tienes un cuadro por lo menos interesante, que merece una reflexión.
¿Metemos la desaparición de Carlos Lanz en este saco? No nos gusta especular demasiado, pero no hay que dejar de decir lo que, por lo demás, ya han dicho sus familiares y cercanos: se trata de un secuestro. Que haya sido (pongámonos a especular un poquito) un comando de la CIA o del Mossad o una comisión del SEBIN, es igual de preocupante. La narración que hizo el hijo del profesor Lanz en las redes, evidencia que pudo haber sido, o bien gente conocida por él, o bien desconocida, pero amenazantes para su hija quien dormía en el momento en que sacaron de su casa, en silencio, al asesor en seguridad y guerras de no sé cuál generación, sin darle tiempo ni siquiera de ponerse la gorra. En todo caso, es preocupante, raro, extraño, sospechoso, que haya pasado tanto tiempo y ni rastro.
Para limitarnos a los hechos políticos referidos en el primer párrafo, debemos decir que se trata de señales de que la descomposición de la coalición gobernante ha llegado a un punto crítico.
El llamado "chavismo", como movimiento político, viene desde la muerte de Chávez, atravesando este proceso, en forma de "micro-purgas" y desprendimientos casi únicamente individuales. Y no es que en vida de Chávez no hubiese habido estas "depuraciones". Ahí tenemos el ejemplo del general Baduel, artífice de la defensa de la Constitución frente al golpe de abril de 2002, preso desde hace años en un proceso un tanto extraño desde el punto de vista procedimental. Así, salieron un primer grupo de exministros: Jorge Giordani, Héctor Navarro, Ana Elisa Osorio, Gustavo Márquez, entre otros. Se comenzó a hablar de "chavismo crítico" con el discurso peculiar de Nicmer Evans, quien pretendía pugnar por el "legado del Comandante", igual que el grupo trotskista Marea Socialista. También salieron asesores muy cercanos como Temir Porras. Luego se apartaron (o los apartaron) Miguel Rodríguez Torres y Clever Alcalá (vinculado este último a rumores sobre narcotráfico, en los cuales sonaron también el exgobernador Acosta Carles y el conocido Mackled). Cuando se desataron las guarimbas desde 2013 y hasta el 2016, se abrieron la Fiscal Luisa Ortega Díaz (propuesta originalmente por Diosdado Cabello por un problemita delicado con la candidata de Cilia Flores) y el diputado Germán Ferrer, quienes cuestionaron la aplicación de tribunales militares a civiles, señalaron la grave crisis económica del país y finalmente, se opusieron a una convocatoria "írrita" de la llamada "Asamblea Nacional Constituyente" la cual, hace unos días, Maduro anunció que cerraría sus puertas, sin que sus miembros supieran cómo ni por qué. Poco después, caería en desgracia el que fue la mano derecha de Chávez en su política petrolera, Rafael Ramírez, quien todavía en 2014 integró un pequeño staff de economistas consultores del presidente Maduro. Luego lo sacaron a una embajada ante la ONU (típico itinerario de los funcionarios que se hacían incómodos a Chávez); para finalmente, al "abrirse", convertirse en un prófugo de la justicia venezolana.
Por supuesto, estas "micro-purgas" no han tenido el cariz criminal (ni masivo) de las que hicieron Stalin o Mao. Eran solo "desprendimientos". No hubo lucha de tendencias a lo interno del Partido, porque nunca ese aparato tuvo vida interna que no fueran las órdenes y la subordinación humillante. Hubo entonces un cuestionamiento general a las políticas gubernamentales, señalamientos de "desfalco nacional", denuncias de malos manejos, fundamentadas, en general, en mantener el "legado de Chávez". La respuesta oficial fue una represión selectiva. Aquel primer "chavismo crítico" fue un conglomerado heterogéneo. No logró, ni cohesionarse, ni desarrollar un trabajo organizativo en las bases populares, más allá de juntarse para dar las declaraciones políticas de, por ejemplo, la "Plataforma Ciudadana en Defensa de la Constitución", que fueron apoyadas por nosotros, desde el "Grupo de Pensamiento Crítico" de Carabobo. También hubo una posición más o menos compartida de rechazo a la propuesta de la llamada "Asamblea Nacional Constituyente", cuyo carácter inconstitucional y justificativo de la instalación de un régimen represivo en toda la línea, todos vimos desde el momento de su convocatoria írrita. La base chavista la vio como una salida "constitucional" de la "violencia opositora", aventurera, criminal incluso (la imagen del muchacho quemado por unos manifestantes opositores, porque supuestamente era chavista y pobre, funcionó como recurso propagandístico, activador del miedo, que inmediatamente se transmutó en odio).
Lo de ahora, con la formación de la Alianza Popular Revolucionaria (PCV, PPT, MRT y un largo etcétera de organizaciones, algunas de las cuales provenientes del PSUV), es otro momento; pero es el mismo proceso. Se halla contextualizado por la debacle económica empeorada por la cuarentena de la pandemia, y que venía desde mucho antes de las sanciones norteamericanas a las finanzas venezolanas. La crisis hoy es multidimensional: económica, social, institucional, política, cultural, humanitaria. Venezuela es hoy casi el país más pobre de América Latina. El fracaso de la experiencia madurista (que insiste en llamarse "chavista") desprestigia nuevamente la causa socialista, igual que los desastres stalinista, maoísta y polpotiana.
¿Qué hacer? Ante todo la solidaridad con los perseguidos, los desaparecidos, los presos sin debido proceso. Una solidaridad general: no sólo van a perseguir, ni han perseguido, chavistas. La violación de los derechos humanos atañe a todos, sin excepción.
Saludamos el anuncio de la desaparición de la inútil Constituyente. La manera arbitraria y hasta irrespetuosa con que Maduro lo ha hecho, evidencia que siempre se trató de una maniobra para concentrar todo el poder para seguir ocultando la masiva corrupción y el terrible desempeño como gobierno, que nos ha llevado directo a la miseria y a la entrega a los nuevos imperios, la violación a la Constitución y la traición a los ideales sociales y políticos que muchos militantes populares proyectaron en el "chavismo".
Ahora, más que nunca, es la Constitución, su restitución, su respeto, la guía de todo accionar político. Y la Unidad Nacional. Esta debe ser el eje de la participación, tanto electoral, como social y política en general.