Seguir los pasos del baquiano Fidel

Como personaje trascendente de la historia, probablemente sea Fidel Castro, uno de los individuos más vilipendiado de la humanidad. Nacido un 13 de agosto de 1926 en el caserío Biran, antigua provincia de Holguín en el Oriente Cubano, “estaría cumpliendo” 94 años de edad.

Como ocurre con los licores exquisitos, el transcurso del tiempo impregna a su figura, mayor vigor y su vigencia se agiganta. Sus críticos no dan tregua, agotando galones de tinta sobre papel, usando la radio, Tv y Cine, pretendiendo descalificar sus cualidades y méritos personales. Pero ni modo, toda esa información sesgada, resbala, se estrella contra una muralla que es la imagen ejemplarizante del Comandante en Jefe.

Fidel fue, es y seguirá siendo defensor de la dignidad humana como ningún otro y por tanto enemigo acérrimo de las humillaciones, del tráfico de influencias y los abusos del poder; deportista extraordinario; lector vehemente que le proporcionó una sólida formación intelectual; conocedor y admirador de la historia de Simón Bolívar y Antonio José de Sucre como pocos; honesto a carta cabal con una postura contra la corrupción insuperable; muy disciplinado que vivió en carne propia la abundancia y la escasez en demasía.

Descendiente de una familia adinerada, tuvo una infancia de niño “vitongo” (a todo trapo y buena leche), pero insólitamente por una trastada que le hicieron a sus padres, en sus primeros años vida, también supo lo que es pasar hambre. Sobre el particular el mismo dice: ... (...) “Recuerdo que yo recogía con los dientes del tenedor, hasta el último granito de arroz”. “y aún quedaba fallo” Ver “Cien Horas Con Fidel”, página 92.

Como figura pública tuvo la característica poco común, de ser un destacado guerrero y al mismo tiempo gran pacifista. Enarbolando esta última virtud, fue pionero en el cumplimiento del Derecho Humanitario de la Guerra, al propiciar terca y voluntariamente la entrega a la Cruz Roja Internacional de soldados prisioneros y heridos, en el momento de mayor confrontación con el Ejército del dictador Batista. Fidel fue un conocedor en detalles de la gesta heroica de Simón Bolívar y Antonio José de Sucre.

En diversas oportunidades hizo gala de ese dominio histórico. El 23 de noviembre de 1991, durante un diálogo en la Habana con Jefes Guerrilleros (Alonso Cano, Iván Márquez, Antonio García y Francisco “Pancho” Galán) en representación de la Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar, viendo un mapa de Colombia, Fidel indicó el lugar donde asesinaron a Sucre y refiriéndose al Mariscal agregó: “No le quedaban muchos días para llegar al pueblo donde estaba la Capital”. “Que ingenuo se comportó”. Estaba avisado, advertido, le dijeron, eran cuatro los asesinos. Si lleva una escuadra de hombres no lo matan; pero a él solo lo acompaña el Ayudante. Que cosa, un hombre tan brillante e inteligente como militar, remató el Comandante en Jefe. La reunión continuó, pero Fidel en tarea de examinador y observando el mismo mapa, les preguntó: ¿Dónde fue la batalla de Boyacá? “Aquí en toda esta parte” respondió un Comandante guerrillero. ¿A qué distancia de Bogotá? Preguntó nuevamente Fidel. Dicen que como a 100 km, responde otro guerrillero. ¿Cuantos, con Precisión? Insiste el líder cubano. Más de 100 km aseguró otro. Abundando en detalles Fidel aclara que: “Si, pero a veces la caballería recorría más de 100 Km, además, Bolívar andaba en el caballo aquel y se movía duro. Finalmente Castro como buen maestro les recomendó: “Repasen los libros que ustedes en los Campamentos tienen que tener literatura”. Ver “La Paz en Colombia” de Fidel Castro, páginas 207 y 220.

Como admirador y analista del proceso cubano he tenido la ocasión de viajar 7 veces a la isla socialista. En la 5 visita efectuada entre el 24 de enero y el 14 de febrero de 2012, los últimos 3 días pernoctamos en el barrio La Liza, avenida 23 No.21-812 entre 218 y 220, casa “Villa Conchita” de la Habana. La noche anterior a nuestro retorno, ocurrió un gesto de apoyo hacia el Comandante en Jefe que me llamó la atención. Al escuchar música cubana y disfrutar del consumo de cerveza, uno de los presentes comenzó a formular críticas contra Castro. En ese momento el dueño de la casa nos advirtió a todos con firmeza: Yo no soy socialista ni Comunista, soy fidelista, y por el “caballo” estoy dispuesto hasta la muerte. Jamás me imaginé escuchar en Cuba un razonamiento como ese, desprovisto de contenido ideológico, tan común en Venezuela, donde igualmente muchas son partidarios de Chávez sin ser socialistas.

Los críticos de Fidel, nunca le dieron tregua, ni siquiera con el maravilloso y sublime caso de las palomas, ocurrido el 8 de enero de 1959 en la fortaleza militar de Columbia, tuvieron la gallardía de reconocer aquel noble y misterioso hecho. El incidente de la Paloma Blanca posándose sobre el hombro de Fidel, ha sido objeto de las más absurdas conjeturas. Una versión señala que un experto colombófilo (amaestrador de palomas) habría untado “feromonas” de palomo en la chaqueta verde oliva de Fidel.

Otra suposición indica que al animalito previamente le dieron una “dieta” de perdigones de plomo para impedir que alcanzara demasiada altura. Tales apreciaciones forman parte del permanente empeño por desacreditar la figura del líder socialista, pretendiendo hacer ver que lo sucedido fue un show propagandístico fríamente calculado y preparado por el propio Fidel. Atrapado en la inmediatez, las limitaciones de aquellos días y por la rapidez de los acontecimientos, como se encontraba el Comandante en Jefe en esa etapa final de la guerra, donde todo era euforia, gritos y algarabías, es imposible que haya tenido tiempo para planificar semejante acto de cinismo. Solo un genio sobrenatural y perfecto, podría tener capacidad para ejecutar en esa gloriosa fecha, semejante burla a los sentimientos y creencias del pueblo cubano.

Se necesita tener una mentalidad bien retorcida para tratar de descalificar un acto excepcional entre seres vivos, pero que nadie puede negar como naturalmente posible. Aun cuando el tema nos ubica en el campo de lo esotérico y lo metafísico, tan espinoso y controversial, lo cierto es que para el común de los mortales, actos de tal naturaleza sólo se producen en individuos de positiva aureola que irradian en su comportamiento personal, categorías identificadas con la honestidad, sinceridad, humildad y transparencia. Y así era Fidel.

A raíz del desplome de la Unión Soviética y la caída del muro de Berlín, a comienzo de la década de los 90 del siglo pasado, afortunadamente Fidel no se dejó arrastrar por la avasalladora corriente neoliberal globalizante del capitalismo, como se lo sugirió varias veces el Presidente del gobierno español Felipe González del PSOE.

Treinta años después de aquellos acontecimientos, el buen juicio del Comandante en Jefe de no haber abandonado las ideas del socialismo y continuar defendiendo los principios de la revolución cubana, reafirman su figura de Estadista, ahora más que nunca con trascendencia histórica.

La emergencia sanitaria del Covid-19, lo que ha hecho es ratificar lo acertado de aquella terca posición de Fidel y puesto de manifiesto que por la vía del neoliberalismo la humanidad no encontrará solución a sus problemas básicos. La esperanza de un mundo mejor, solo será posible con más socialismo.

Para finalizar estas reflexiones en homenaje a Fidel, concluyó invocando el refrán popular “De tras de Baquiano, aún que me pierda”. Sigamos los pasos de ese ser extraordinario que hoy estaría cumpliendo 94 años, en la seguridad de que llegaremos a puerto seguro.

* Alirio Almao, abogado memorialista. Twitter:@ALIRIOALMAO Correo: alirioalmao@hotmail.com


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Alirio Almao

Abogado Memorialista.

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