Maduro, es el tipo de jugador que los Dioses del póker gustan tener en la mesa

Maduro es un jugador "loose-pasivo", quién sin tener la mínima posibilidad de ganar, se jugó todas las manos posibles en el petróleo, el gas, la gasolina, la minería, la agroindustria, la metalurgia y en bienes y raíces está jugando en la construcción, alquiler y venta de la misión vivienda.

Se jugó la tasa de explotación, los volúmenes de producción, los precios del petróleo y los perdió. Le apostó al dólar y perdió el Bolívar. Le perdonó todo a Guaidó, le apostó al lobby con los gringos y no logró ni que, a sus sobrinos, por lo menos les permutaran la condena. Le apostó al incremento salarial y a la regulación de los precios y perdió.

Quien apuesta con los dioses del póker con un juego de una pareja y el comodín; lo que provoca es risa y que ellos, con un full cualquiera, se embolsen el dinero y las propiedades que se arriesgaron en el juego.

Pues bien, mirando al detalle la política gubernamental parece que todo se hace esperando una chiripa. Y si esperar contingencias es jugar con fines puramente recreativos, característica propia de un perdedor asiduo. Entonces, los fines divertidos de esa política gubernamental, hacen que no se tome en serio la inflación, la perdida de valor del Bolívar, que se acepte pragmáticamente la priorización del empleo privado y se desconfíe, se margine el trabajo estatal, hasta llevar al trabajador estatal a que acepte los bajos salarios, el desempleo y los traslados, sin renegar, sin protestas, pues se hace así por el socialismo.

Como acabamos de ver, si se paga una miseria por la fuerza de trabajo del obrero, $0.20 al día, y el barril de petróleo se vende a $ 9.66 (el precio más bajo en la actualidad); suponiendo que se gaste $ 3.00 en el coste de producción de un barril de petróleo; la pregunta es ¿que se hacen los $6.46 restantes?

Buscando la explicación al destino de los $6.46 restantes, el trabajador se da cuenta que ha sido totalmente excluido del ejercicio de su propia actividad y descubre el destino que se da al dinero que él produce.

Una parte se utiliza para sostener la crisis, la otra porción se la embolsan los del gobierno y la última fracción, es la que se deja en manos de los Dioses del póker, por ser el presidente, un mal jugador.

Así, en esas malas jugadas el presidente "no se da cuenta" que la empresa privada le ha comprado el Estado; pues lo que ha hecho es acrecentar la deuda pública (externa e interna) y provocar la dependencia del Estado del crédito comercial que le conceden los propietarios de transnacionales y las oligarquías privadas venezolanas.

Pero estos descubrimientos, ya investigados por muchos economistas y escritores en los medios, se desplazan unos a otros (la crisis obliga a aumentar salarios y bonos; los dioses del póker le aumentan la apuesta al bote y el mal jugador hace involuntariamente ficha cantada); la crisis va aumentando, el desempleo y los bajos salarios crecen día tras día, en proporciones insospechadas que acaban por crear un conflicto. En el que forzosamente tiene que desaparecer el modo de producción y el gobierno que lo sostiene.

De tal manera se "pokerea" la producción y la vida de los ciudadanos venezolanos, que se puede decir, que quien se está jugando a las cartas el presente y futuro de los trabajadores venezolanos, es el tipo de jugador que a los Dioses del póker gustan tener en la mesa.



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Memo Fernández


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