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Chile y Ecuador: ¿Quieren el modelo de Maduro?

"Creo que lo mejor sería disolver al pueblo y elegir otro". Bertold Brecht.

En un país donde se utiliza "escuálido o pitiyanqui" como insultos estos adjetivos sorprenden en pleno siglo XXI; donde la población, que hace colas hasta para que les regalen el ataúd para sepultar a un familiar, incluidos la militancia en camisa o franela roja del psuv, echen pestes en privado y con mucho sigilo en público del comunismo, me ha dejado perplejo; pero lo que de verdad no había analizado era la realidad misma de este comunismo cubano venezolano.

Los venezolanos que residen en el exterior y visitan la Venezuela del 2019 es como si entraran en un túnel del tiempo que los retrotrae hasta la Venezuela rural de 1947, y que, evidentemente, era atrasada. Eso sí, es una visita de estos compatriotas al pasado muy singular, porque todo esta deteriorado por el empobrecimiento, junto a las ruinas de las empresas del Estado, observando los edificios de la otrora sucursal del cielo desteñidos por la falta de pintura, que tiempos atrás lucían bellos en esta época decembrina, cuando existían recursos para restaurarlos, Venezuela hoy luce destruida por el socialismo del siglo XXI: ¡La Venezuela potencia!, pregona la propaganda con que se adornan ciertas calles de la Venezuela en crisis, donde el paisaje no habla de futuro, sino de miseria y pobreza en el tiempo, y de la degradación física y humana. Un pueblo flaco, y con hambre.

20 años más tarde, la ruina del comunismo comenzó a destruir la patria de Bolívar, primero con el deterioro de todos los servicios públicos consolidados en la mal llamada IV Republica para después implosionar ella misma en el siglo XXI. El comunismo es incompatible con la democracia, y cuando este sistema colapsa es muy difícil regenerarse con quimioterapia, quienes lo han sufrido tan largamente se movilizan, para derribarlo como el Muro de Berlín. El legado del experimento comunista, iniciado ahora hace 20 años, y que pretende ser celebrado por la constituyente actual objeto medular de esta reseña, lleva hasta ahora millones de desplazados, muertos, enfermos, desnutridos, y algunos de los episodios más brutales de represión, y degradación humana que el mundo haya podido contemplar.

Por esto sorprende que los disturbios en Chile y Ecuador a donde han huido miles de venezolanos producto del hambre, y la mala calidad de vida, los agentes internacionales de la profesión de fe comunista comience por explicar a los chilenos y ecuatorianos no comunistas, cómo se puede ser hoy día comunista tras ser testigos de tal experimento de barbarie en Venezuela. Como vemos, los acontecimientos en pleno desarrollo salvo alguna referencia ocasional, los autores de la quema del metro de Santiago, y de los saqueos en Quito, no han pensado que la experiencia del comunismo es siniestra, y que ahora puede hacerse apología del comunismo con tamaña historia ejemplos sobran: Cuba, URSS etc.

Esta actitud del comunismo internacional del "Grupo de Puebla" me parece particularmente reprobable, porque ser comunista hoy no es como serlo hace cien años. El comunista con ese "mojón" en la cabeza habla del ideal, discutible e ideológico, de una sociedad que se presenta como justa, pero que quieren imponerla con la violencia, y el terror, medios que quedan justificados por la suprema felicidad futura que se promete a la población caso cubano. El pecado de la destrucción de Venezuela ya está aquí, en la idea de que hay que sacrificarse en nombre del porvenir, como si los venezolanos hambrientos son unas cariátides que deben soportar la pista de baile donde gozaran los comerciantes árabes y chinos, que esclavizaran a las generaciones venideras. El ideal comunista de por sí es inhumano Venezuela lo vive en la actualidad, pues sacrifica al venezolano en el altar de un futuro hipotético, pero la brutalidad de su realización efectiva aún no ha tocado fondo. Pero ahora por los que huyen diariamente del país unos 50.000, ya sabemos cuál es el costo humano de ese ideal, y lo que se está cosechando: miseria y despotismo. Si el sacrificio de millones de venezolanos en nombre de este mal llamado socialismo es repugnante, su aplicación no ha podido estar más alejada de su promesa de convertir a Venezuela en una segunda Cuba en el Caribe Mar. Creo que, si se tiene un mínimo de moral, no puedo hoy declararme comunista sin enfrentarme a este modelo: por eso mi actitud es debatible por principio.

Al comunista no le importa el ideal futuro de un pueblo feliz, sino que da cabida a un experimento brutal y fracasado, por eso trato de explicar sencillamente, sin la atorrante filosofía marxista de empezar por contar qué es el comunismo a fin de que todos los sobrevivientes venezolanos puedan entender cómo ha podido ocurrir algo así, incluidos los neocomunistas enflaquecidos, y combatirlo; esto es, para que el sacrificio de nuestro pueblo muerto, y en el exilios no sea completamente en vano.

El mito del comunismo según un pensador europeo, y su capacidad de fascinación está por encima de su comparación con la realidad, dando lugar a una fe inquebrantable en la que las profecías de sus fundadores con Marx a la cabeza el cual se utilizó su nombre para ese credo, marxista, Lenin fue el hereje que fundó su propia iglesia, el comunismo, basado en su prédica, el marxismo-leninismo, y otros santos menores, como Fidel Castro. De modo que la actual dirigencia opositora parece ignorar todavía la experiencia del comunismo, puesto que la historia hoy en Chile y Ecuador, acabará por absolver todos los pecados del comunismo del siglo XX. Al parecer, el precio del comunismo siempre sale a cuenta si apostamos por un futuro de esperanza.

No se puede ignorar la realidad presente del comunismo: aquí hay que criticar el capitalismo de Estado de los países comunistas que replican, en algún caso con magros resultados económicos, y siempre con enorme costo social y político, el modelo inaugurado por Lenin hace cien años, fue un fracaso, y que ya fue denunciado en 1921 por los marineros de Kronstadt, que pagaron por ello con su vida:

Con la Revolución de Octubre, la clase obrera tuvo la esperanza de alcanzar su emancipación. Sin embargo, el resultado fue una mayor esclavización del ser humano, como sucede hoy en Venezuela. El poder de la policía, y los gendarmes de la monarquía quedaron en manos de usurpadores, los comunistas, quienes, en vez de dar la libertad al pueblo, le infundieron un continuo pánico a la Cheka, cuyos horrores superaron incluso al régimen policial zarista, hoy el FAES a semejanza actúa en Venezuela. La dictadura del PSUV con su FAES y su capitalismo de Estado, ha puesto un nudo corredizo en torno al cuello de los trabajadores venezolanos, y amenaza con estrangularlos hasta la muerte.

La democracia, la educación y el Estado del bienestar no están en el haber del comunismo. Chile y Ecuador gozan de democracia plena; de ellos, ninguno es comunista, ni ha tenido en su historia el comunismo. Ningún país comunista figura entre los de muy alto desarrollo humano.

Sorprende, ante la constatación del abandono masivo de sus puestos en la administración publica, y las empresas del Estado de la clase trabajadora, que ha dado la espalda al comunismo venezolano, el concepto que utiliza la nomenklatura estalinista para calificar a aquellos que no piensan como ellos; cuando prefieren el circunloquio, pero no parecen conocer los intereses "objetivos" de la clase trabajadora. Toda esta fraseología hueca descalificadora, si se toma en serio, tiene consecuencias graves para la democracia venezolana y regional, porque los comunistas, en nombre del pueblo, y de la emancipación futura, convierten la violencia de una minoría en la manifestación de la democracia más perfecta. Este problema, obviamente, no le preocupa a la Habana, pero constituye la esencia misma del leninismo: todo por la clase trabajadora, pero sin la clase trabajadora.

La realidad del comunismo, es con contundencia cuando reprimió las "protestas del movimiento opositor y estudiantil venezolano del 2014 al 2017" y los "criminalizó", a la manera comunista, con el terror y el aniquilamiento. Pero en Chile y Ecuador la represión no la hicieron porque sufrieran un ataque agudo de neoliberalismo. La razón verdadera fue que los ultraizquierdistas están en guerra contra la sociedad, y se han vuelto odiosos para la mayoría de la población. Es sobre este malestar contra el comunismo sobre lo que Piñera y Moreno, construyen su liderazgo, y la sociedad les apoya. Son los comunistas los que ponen en crisis al Estado, y crean el malestar que permitirá una hegemonía totalitaria comunista en esos dos países, pero la verdad es otra cosa.

En los gobiernos totalitarios comunistas no se acepta ni las opiniones ni las preferencias expresas de la gente. Para el comunista, la clase no es resultado de una identificación subjetiva, sino una posición objetiva en la sociedad. De modo que el partido no debe amoldarse a las preferencias sociales, sino hacer que la mayoría social que encarna objetivamente se convierta en acción política. Como señaló Trotski al comentar la doctrina del partido que aparece en el panfleto de Lenin: "el aparato del partido sustituye a las bases; el comité central sustituye al aparato; y, finalmente, un dictador sustituye al comité central".

Todo esto sirve para pasar de puntillas sobre el dogma en que se fundamente el credo cismático comunista: aceptar la vía institucional de la democracia para el cambio social; y privilegiar la revolución violenta, el comunismo, para tomar el poder y realizar la revolución social. Y la constatación de que los cubanos desecharon la insurrección armada, y que el terreno de juego que han aceptado es el de la democracia , con sus elecciones competitivas y sus partidos políticos, cuyos mecanismos condicionan de múltiples formas la práctica política de las organizaciones comunistas cuando toman el poder. Pero, claro, es la práctica dictatorial de la revolución, la marca del comunismo frente a los partidos demócratas. Y la supresión del Estado burgués por el Estado proletario es imposible sin una revolución violenta; y que el propio Lenin valoraba la participación en las elecciones: "si bien siempre como un instrumento de propaganda más". Parece que hemos llegado a un callejón sin salida, Antonio Gramsci sostuvo que "la guerra de maniobra", "una guerra de posiciones", la participación instrumental en las instituciones, acompañada de una crisis económica, pueden crear una crisis añadida de representación política que permita la revolución. Una estratégica diferente a la insurrección armada y diferente también a la vía parlamentaria al socialismo,

El pensador Ferenc Fehér, sostuvo que una de las cosas que debemos aprender del experimento comunista es que la cuestión social sólo tiene solución mediante la política, esto es mediante la democracia participativa, representativa, protagónica, y la incompatibilidad del comunismo con la democracia.



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Edgar Perdomo Arzola

Analista de políticas públicas.

 Percasita11@yahoo.es      @percasita

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