Colonizados celebran "Día de la conquista de Mérida" junto a Baltazar Porras, en la catedral…

  1. Coño, qué dirían de nosotros los vietnamitas del Norte (que destruyeron allá al imperio gringo) si nos vieran celebrando en Mérida el día en que los conquistadores del imperio español entraron a saco en esta región andina para someternos, esquilmarnos y esclavizarnos. A pesar de que superamos aquel "Día de la Raza" convirtiéndolo en el de la RESISTENCIA INDÍGENA, en Mérida aún se siente con fuerza miserable la colonización de las mentes, cuando sus deprimentes colonizados salen a celebrar los asesinatos de aquel monstruoso Juan Rodríguez Suárez para imponerse y FUNDAR así otra alcabala en el oprobioso proceso de la INVASIÓN DE AMÉRICA, de la CONQUISTA. De modo, pues, que quienes están celebrando la fulana FUNDACIÓN DE MÉRIDA, están lanzando loas a la vez a los conquistadores que quemaron, empalaron y asesinaron a miles de nuestra casta originaria en la región.

  2. En su "Demócrates Secundus" o "de las justas causas de la guerra contra los indios", sostiene Juan Ginés Sepúlveda en el siglo XVI, con el apoyo decidido y fanático del Cardenal de Sevilla, en 1550:

A - Las guerras que se hicieron por los españoles contra los indios fueron justas, por las causas y autoridad que había que ponderarlas.

B - Que los indios como los menos entendidos, debían someterse a los españoles, más prudentes y perfectos, y si no querían hacerlo, que debían sujetárseles por medio de la guerra.

C - Que debía someterse por las armas, siendo imposible por otro camino, a aquellos cuya condición natural es que deben obedecer a otros, si es que rehúsan su imperio….

D- Sepúlveda acude a Aristóteles, Santo Tomas, San Agustín, el Antiguo Testamento y los juristas de Bolonia. Particularmente se deleita citando versículos del Antiguo Testamento cuando Jehová, manda al pueblo escogido para destruir a los infieles. Del Deuteronomio usa los siguientes versículos: "Comerás del despojo de tus enemigos, los cuales Jehová, tu Dios te entregó". "Herirás a todo varón suyo a filo de espada".

E- Si un grupo "humano" quiere encontrar argumentos devastadores, de furia indetenible e intolerante contra sus enemigos, con los cuales provocar un holocausto peor que el de la Segunda Guerra Mundial, puede echar mano del Antiguo Testamento.

  1. Nosotros YA no celebramos como en la Cuarta república el 12 de octubre, por lo que ahora lo hemos llamado el DÍA DE LA RESISTENCIA INDÍGENA, por los millones de indígenas que a partir de esa época de 1492, fueron exterminados. Y no puede ser, que nosotros, aún, estemos como unos esclavos haciéndole loas a los exterminios llamados "fundaciones", que no fueron sino razias a nuestra casta original. Los conquistadores que "fundaron Mérida", sentían un tétrico gozo quemando y empalando indios. Y asevero más: aquellos que en Altamira quemaron a Orlando Figuera descendían directamente de Juan Rodríguez Suárez, no me cabe la menor duda.

  2. Cómo puede ser, que el día 9 de octubre, cual esclavos, cual colonizados, nos aprestemos para incrustarnos en la catedral de Mérida, en inexplicable regocijo con curas, obispos y el propio cardenal sinvergüenza de Baltazar Porras, para celebrar, de manera muy gachupina, la fulana fundación de la ciudad de los caballeros (incultos, estúpidos y prepotentes). Hermanos, las cadenas están en la cabeza, en los genes, en la sangre.

  3. Es natural que el cardenal Baltazar Porras admire la figura apocalíptica del Jinete de la Muerte como lo fue Juan Rodríguez Suárez (también conocido como EL CABALLERO DE LA CAPA ROJA), el que escogió el lugar de su nacimiento (en España) para imponérnoslo… pero Dios mío, la ignorancia siempre es profundamente audaz y el arma predilecta de los imperios.

  4. Hace cuatro años, siendo gobernador de esta entidad, aún colonizada, el geógrafo Alexis Ramírez, le hicimos una propuesta al Consejo Legislativo, para que se le cambiase el nombre del Estado por el de TEREPAIMA, como desagravio a tantos hermanos indígenas empalados y quemados por el asesino de Juan Rodríguez Suárez. El gobernador acogió con decisión la propuesta, pero la sangre esclava de mucha gente acabó apagándola, desechándola y olvidándola. Escogíamos el nombre de TEREPAIMA para este Estado, por hacerle honor al insigne y valiente cacique que acabó con la vida de aquel monstruo de la capa roja, siendo éste un acto que vengaría de algún modo a tantos de nuestros hermanos originarios asesinados.

  5. Pues bien, insisto, apenas se conoció aquella propuesta, se produjo un pánico infernal en la ignorante y enfermiza clase dominante de este mentalmente esclavizado territorio. Corrieron pronunciamiento de algunos ignorantes representantes de la Academia, los proto-sesudos de la universidad de Los Andes agitaron sus banderas godas junto con el frente de choriceros y morcilleros del empresariado andino.

  6. Veamos un poco sobre la criminal vida de Juan Rodríguez Suárez, mejor conocido como "El loco". Éste era un extremeño, nacido en Mérida (España), ciudad de abominables conquistadores. De hecho existe en España la ruta de los Conquistadores (para pendejos turistas, que así son la inmensa mayoría), por la provincia de Cáceres, en Extremadura. Por allí nacieron también badulaques genocidas como: los Pizarros (Francisco, Hernando y Gonzalo), Hernán Cortés, Bernardo de Alburquerque, Pedro de Valdivia, Hernando de Soto, etc. Esa ruta comprende Trujillo, Mérida, Miajadas, Escurial, Logrosán y Guadalupe. El monasterio de Guadalupe es un convento jerónimo donde los conquistadores debían solicitar licencia para zarpar a América. Así lo hizo Colón y después bautizó con el nombre del monasterio a una de las islas que descubrió en las Antillas.

  7. Entre las barbaridades que nos inventaron y nos impusieron en América los conquistadores, está la que hizo que el canalla Hernán Cortes, muy devoto de la Virgen de Guadalupe allá en su tierra extremeña. Pidió a su virgencita que se le apareciera en tierra azteca, y se le apareció a un indiecito llamado Diego, y hoy es la patrona de México. ¡Dios mío qué pendejos somos! Después a otro indio nuestro se le apareció la virgen de la Coromoto, y así fuimos siendo también colonizados por las estupideces religiosas al extremo que ya hoy no tenemos remedio.

  8. Juan Rodríguez Suárez, continúo, era un zagal maligno, pendenciero y pervertido que siendo muy joven se vino de su tierra extremeña con aquella camada de criminales (los Pizarros, Hernán Cortés, Bernardo de Alburquerque, Pedro de Valdivia, Hernando de Soto, etc.). En sus recorridos por los pueblos indígenas se habituó a violar mujeres (uno de sus predilectos placeres), a torturar, mutilar y aperrear indios; llevaba consigo, en sus correrías todo un harén, con las que tuvo muchos hijos, entre ellas: Juanica, Juanico, Beatriz, Juana, María, Pedro, etc.

  9. Juan Rodríguez Suárez con mañas y arteras prácticas, el 1º de enero de 1558, consiguió hacerse con la Alcaldía de Pamplona, y desde allí emprendió una expedición hacía la Sierra Nevada (nombre copiado de la que existe en Andalucía, España). De Pamplona salió Juan Rodríguez Suárez con sus huestes de asesinos al grito de "¡A sangre y fuego venceremos!" Llegaron a Capacho o Loma de Los Vientos y Juan Rodríguez Suárez dio muerte a 250 indios, a quienes quemó vivos en sus propia chozas, o dejó atados a los árboles para que muriesen de hambre y de sed, y luego despedazados por perros amaestrados sólo para destrozar indios; el propio Rodríguez Suárez disfrutaba alanceándolos como si fuesen pelotones de ajusticiados. "¡ASÍ SE FUNDAN LOS PUEBLOS, CARAJO!"

  10. En igual forma este degenerado mató a 300 indios en el Valle de Santiago. Los sobrevivientes huyeron despavoridos esparciendo la noticia de estas masacres por todos los rincones de la Cordillera, cundiendo el terror entre todos aquellos habitantes que lo veían como una figura apocalíptica, como El Jinete de la Muerte. "¡ASÍ SE FUNDAN LOS PUEBLOS, CARAJO!"

  11. De otros 250 indios asesinados como los anteriores, y de innumerables violaciones de indias vírgenes y casi niñas, dan cuenta los escritos del Fiscal que lo acusó ante la Real Audiencia, no sólo entre los Capachos y los indios del Valle de Santiago, sino más adelante, entre los Táribas y sus vecinos de Palmira, Cordero, El Zumbador y El Cobre. El Fiscal de la Audiencia, Licenciado García de Valverde, presentó el 8 de mayo de 1559, a ese máximo tribunal, formal acusación contra Rodríguez Suárez, en la que se establece que este monstruo dio muerte a más de ochocientos indios, que murieron comidos de los perros, flechados o alanceados por Juan Rodríguez Suárez, o que ordenó se les atase a los árboles hasta ser devorados por las fieras y aves de rapiña, o que mandó a quemar vivos en sus propias chozas, ADEMÁS DE DECIR QUE FUNDABA MÉRIDA, como si ésta ya no existiera, se emperró en pelear con su propia gente haciéndola sin la correspondiente licencia de los malditos colonizadores. En sus crímenes sólo estaba autorizado a descubrir minas, según establecía la Real Provisión del 1555 dirigida por la Real Audiencia de Bogotá al Cabildo de la Ciudad de Pamplona.

  12. Preso, acusando y sentenciado a muerte, este criminal huyó de Bogotá; fue protegido entonces por otro obispo parecido a Baltazar Porras, llamado Fray Juan de los Barrios. De nada le valieron a este obispo Barrios los argumentos de la justicia que señalaban a Juan Rodríguez Suárez como "homicida voluntario, alevoso, incendiario, raptor de doncellas y vírgenes, salteador de caminos y depopulador de mieses, campos y comida". Nada de eso impresionaba a Juan de los Barrios y le protegió hasta que el asesino huyó hacia Venezuela donde ya no reconocía a la justicia de Bogotá sino la que emanaba de la Real Audiencia de Santo Domingo.

  13. Fue así entonces como Rodríguez Suárez se hizo lugarteniente del gobernador de nombre Pablo Collado, quien lo contrató por su gran fama de asesino de indios. Con unos 35 hombres salió Juan Rodríguez Suárez del Tocuyo hacia los Meregotos del cacique Terepaima, se internó por esos lares enfrentando a los indios Teques y hostigando a Guaicaipuro. El historiador merideño Andrés Márquez Carrero, manteniéndose en la línea racista de Mario Briceño Iragorry se dedica a defender a los criminales conquistadores, y dice que Guaicaipuro no respetaba unos convenimientos (sic) de paz con Juan Rodríguez Suárez y que además nuestro cacique cayó sobre los invasores y le "asesinó" mucha gente que trabajaba en "sus" (en las de Juan Rodríguez Suárez) minas. Y añade que Juan Rodríguez Suárez tenía que cobrarse esa "traición". No escatima adjetivos ridículos este señor Márquez Carrero contra los indios cuando dice que éstos actuaban con los españoles con toda la furia y salvajismo que les caracterizaba. La historia finalmente recoge que fue el cacique Terepaima quien le puso fin a este monstruo de Rodríguez Suárez, y que después de matarle le descuartizaron.



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José Sant Roz

Director de Ensartaos.com.ve. Profesor de matemáticas en la Universidad de Los Andes (ULA). autor de más de veinte libros sobre política e historia.

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