La Guaratara

José Gregorio Hernández, Razetti y José León Tapia

Causalmente, por los días que conmemoramos la eternidad del doctor José Gregorio Hernández y, desde Venezuela, Roma y medio mundo, se exaltaba la sublime faceta cristiana de nuestro Venerable, nuestro Santo, en los pasillos del Hospital Luis Razetti tuvo lugar una breve discusión de pacientes y familiares con el jefe de traumatología del centro asistencial por la negativa del galeno a practicar numerosas operaciones con los mismos pretextos: paro médico, falta de insumos y falta de higiene; excusas reiterativas de una especie de clan que, mientras le niega la atención médica a unos, a otros opera con la diligencia y el costo, propio de las clínicas especuladoras, en un descarado empeño por convertir la salud pública en un negocio perverso.

Referirnos al José Gregorio Cristiano, Venerable y Santo es también meritorio, grato y necesario, sin embargo por esta vez me permito resaltar, para el citado traumatólogo, sus colegas y vecinos, que esa actitud amorosa, dedicada, de opción por los pobres que hace santo a José Gregorio Hernández, no sólo es una inspiración divina, sino también científica y comprende la fundamentación ética del ejercicio de la medicina; sanar y atender a todo el necesitado, es el ejemplo más persistente del magisterio de Jesús de Nazaret en la tierra, pero a su vez la raíz moral, hipocrática y ontológica de la profesión médica, de modo que no se puede evadir por mero ateísmo el compromiso fundamental de todo galeno: la salud y la vida de sus semejantes.

Bien pudiéramos dejar de lado la condición cristiana de José Gregorio Hernández, lo cual es imposible en un pueblo como el nuestro: 82% católico y 92% devoto del Médico de los Pobres. Aún así, nos encontramos con todo el ejemplo científico del ilustre trujillano; su extraordinario desempeño académico, la vanguardia terapéutica, innovadora y experimental en las Universidades y centros de salud de Venezuela y Europa, el legado en el ejercicio de la docencia para las facultades de medicina y su vínculo con Luís Razetti, glorioso epónimo del hospital donde hoy día un "paro médico" sigue siendo el pretexto de elegantes sujetos en batas blancas y brazos caídos ante la necesidad de numerosos pacientes.

Justo en esta tierra de Lanceros, Marqueses y Gigantes, otro médico ejemplar, José León Tapia, rescata y reivindica le Ética de Razetti, convertida en Código del Médico venezolano, pero sobre todo en sustancia, en esencia moral de quienes ejercen la noble profesión de la salud. Despojado entonces nuestro venerable de su impecable imagen sacerdotal, nos encontramos con un científico humanista, a la par de Razetti y Tapia, de Edgar Rubio y Napoleón Villafañe, por citar algunos que han marcado la verdadera y excelsa senda del Ejército de Batas Blancas, formado en nuestras universidades, como "el pan que saldrá del horno con toda su sabrosura" para la felicidad y salud del Pueblo.



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Joaquín Román Rondón Santiago

Profesor universitario

 unellezjoaquin@gmail.com      @LaGuaratara

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