La Guaratara

La Comuna Liberada

Hermano Santrich, el imperio cree que, secuestrando y crucificando Revolucionarios, se arrodillan los Pueblos; Palestina, el Magdalena, la Higuera, tú y millones, sabemos que no.

El Presidente Nicolás Maduro, en su extraordinario esfuerzo por vencer la guerra más despiadada que el Comando Sur, el paramilitarismo y la OTAN, hayan desatado contra pueblo alguno, luego de sorprendentes victorias bolivarianas en el campo diplomático, financiero y electoral, instruye reimpulsar las Comunas, como estrategia geopolítica para superar las calamidades inoculadas por la derecha fascista en el tejido social venezolano, resumidas, popularmente, en el "bachaqueo"; engendro de una oposición ligada al narco-mercado cucuteño y la apetencia gringa-europea del petróleo venezolano.

Reimpulsar la Comuna significa liberarla: mucho antes del Ministerio de las Comunas y la Comuna de Paris, América ha sido Comunera. Nuestra esencia cooperativa, colectiva y cosmogónica llegó a Europa con un aditivo fantástico mal interpretado: la Utopía de convivir en igualdad no es un "imposible", sino una realidad Caribe, Maya, Keshwaimara, con la cual nacimos, resistimos y existimos, a pesar del Estado burgués que la niega y criminaliza.

La Comuna en Venezuela, como en toda América, está retenida, literal y simbólicamente. En unas latitudes más que en otras. Literalmente, cuando un cargamento de maíz producido en la Comuna San Hipólito, con guía y salvoconducto comunal para procesar harina en una EPS es "decomisado" en alcabalas de Mijagual a Valera, sin que "poder en el mundo", haga respetar el intercambio cooperativo para el sostenimiento de los productores y el desayuno de nuestros niños y niñas. Igual ocurre con los artesanos que pierden sus tortas de cacao en manos de funcionarios que las "decomisan" en La Pedrera, impidiendo al comunero gestionar los insumos para seguir cultivando.

Con un golpismo tan traidor, conformado por empresarios, importadores y banqueros desalmados, sin dudas el Estado Comunal garantizará la victoria económica tan anhelada por el Pueblo venezolano. En virtud de ello, las seis líneas del Presidente deben articularse con las Comunas, asumiendo un diálogo de mayor confianza que el otorgado a los banqueros. El acuerdo económico debe privilegiar la distribución comunal: que ninguna alcabala obstruya el intercambio productivo entre comuneros. Todo despacho de alimentos debería tele-dirigirse para surtir, primero, las bodegas comunales, acabando así las colas en las Tienditas, pues los vecinos habrán satisfecho sus requerimientos calóricos y proteicos.

La lucha renovada contra la corrupción será más acertada si las inversiones, financiamientos, cemento, materiales e insumos se asignan desde las Comunas. Este año pudiera postergarse la construcción de centros y locales comerciales hasta cumplir las metas de la GMVV, Barrio Tricolor y obras públicas. La cuarta línea implica gobernar con las Comunas y no sólo invitarlas para la foto. El Poder Comunal debe gobernar al mismo nivel de Gobernaciones y Alcaldías, de modo que la asignación de recursos, neumáticos, insumos y lubricantes, se ejecute según el requerimiento Comunal y no a capricho de un funcionario.

La quinta línea debe reconocer en la cultura y la ética bolivariana el tesoro fundamental de la Patria; exaltar y apoyar los poderes creadores del Pueblo, mientras la línea seis exige el engranaje de las universidades con las EPS; invertir más conocimiento en la seguridad: dotar al CICPC de súper procesadores en lugar de armas. Ese triángulo Universidad-Empresa-Gobierno, nos conducirá, en cinco años, a exportar (en Petros) pollos, cauchos, gasolina, baterías y fertilizantes.



Esta nota ha sido leída aproximadamente 1633 veces.



Joaquín Román Rondón Santiago

Profesor universitario

 unellezjoaquin@gmail.com      @LaGuaratara

Visite el perfil de Joaquín Román Rondón Santiago para ver el listado de todos sus artículos en Aporrea.


Noticias Recientes:

Comparte en las redes sociales


Síguenos en Facebook y Twitter



Joaquín Román Rondón Santiago

Joaquín Román Rondón Santiago

Más artículos de este autor