Si Colombia votara

¡Fiesta en Elorza! Hoy San José es honrado en Apure, con derroche extraordinario de joropo, estremeciendo el llano donde nuestro Gigante Chávez se bautizó "Comandante Pueblo".

Me permito celebrar con los lectores de la columna rebelde de Barinas, un acierto en especial de nuestros análisis semanales: el martes 13 de Mr. Tillerson. Quince días después que la Guaratara titulada "¿Qué pisó Tillerson en su gira contra Venezuela?", viajara por el mundo con mejor suerte que el ex Secretario de Estado, éste fue echado de la Casa Blanca, como si el olor de la sustancia pastosa que describimos, lo persiguiera todavía.

Si Colombia votara en libertad, masivamente, sin terrorismo paramilitar. Si Colombia votara a salvo de la corrupción en su organismo electoral; si hubiera transparencia y no se impusiera la compra de votos, la exclusión de campesinos, la eliminación de sus líderes, cuánta paz, justicia y equidad se viviría, no sólo en su hermosa geografía, sino en toda la región. Así quedó demostrado en el plebiscito por la Paz, cuando la Colombia profunda, venciendo el aparato mediático oligarca, estuvo a un 1% de superar la política genocida que la oprime. De aquel resultado, la ultraderecha asumió, con pragmatismo, desatar el crimen, la mentira y el abuso de poder para obstruir la voluntad del pueblo colombiano el pasado 11 de marzo.

Aunque el consorcio mediático internacional hizo sus mejores esfuerzos por poner la basura debajo de la alfombra, el mundo entero observó el grosero fraude cometido en las elecciones parlamentarias y consultas presidenciales, causantes de una, altísima, abstención, única victoria de la oligarquía, porque en verdad la izquierda en Colombia obtuvo un caudal de votos indetenible y ahora el escenario político es protagonizado por fuerzas tan diversas y coloridas como los paisajes que inspiraron al Gabo: las FARC, los líderes indígenas, la UP, el Polo Alternativo, los Ecologistas, la centro izquierda, la Colombia decente, humana, campesina, que abre las alamedas a la política del altura, profundamente colombiana, bolivariana y con visión de futuro. Esa diversidad y autenticidad tiene ahora el aporte cosmogónico de las comunidades indígenas, la experiencia del gobierno comunal ensayado en las inmensas zonas Farianas, donde el pueblo ejerce plena democracia en su vida cotidiana; desde los planes productivos, hasta la justicia comunal, pero también legislarán los ambientalistas y académicos, con su estratégico aporte al proyecto de nación que se abre camino.

Llegó el momento del Pueblo Colombiano, de sus trabajadoras, su gentilicio, sus pensadores y luchadores sociales. El sabor que dejan los recientes comicios es de una fiesta vallenata a la cual le quitaron la corriente y pretendían amarrar la acordeonera, pero todos quieren bailar: el Valle, la Costa, los Cafetales, el Putumayo asistirán con valentía a imponer su ritmo y pasión a la política, como el mejor homenaje a quienes soñaron una Colombia unida y en paz y cayeron víctimas del crimen y las mentiras de una oligarquía excluyente, que se alimenta de la guerra, del contrabando y ataques a Venezuela, del servilismo al invasor gringo. Pero esa derecha se desdibujó y no se parece a su pueblo. Ahora Colombia cuenta con una gran alianza política de izquierda, de manos ancestrales, callosas y estudiosas, fieles hijos e hijas de Bolívar y el Magdalena. ¡Camine a ver! ¡A votar hombe!



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Joaquín Román Rondón Santiago

Profesor universitario

 unellezjoaquin@gmail.com      @LaGuaratara

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