Los genes del venezolano dan un poder soberano en la decisión (XIX)

El marabino (maracucho) Carlos Mayer nació el 21 de abril de 1895. Su padre era un alemán de nombre Johannes Meyer, quien llegó a la capital zuliana en 1880 en representación de una casa comercial. Su objetivo era comprar y exportar hacia su país las cosechas de café y cacao que se producían en el Táchira. Había mucha actividad comercial en Maracaibo con casas alemanas, ellas financiaban los cultivos, compraban las cosechas y la llevaban a Europa. Las empresas tenían su personal en los puertos para el despacho, en Maracaibo Johannes conoció a la acomodada familia Baldó Jara, quienes vinieron desde el Táchira a establecerse en 1875 y comercializar sus cosechas. Johannes se enamoró y luego se casaría con Amelia Baldó Jara en 1888 y con ella tuvo 9 hijos, Carlos fue el quinto. El contrato de Johannes con la casa comercial vencía en 1910, pero ya en 1908 decidió, junto con su familia, migrar a Alemania y se establecen en Hamburgo. El señor Johannes realiza algunos viajes, sin acompañantes, a Venezuela hasta 1910. Se retira del negocio y adquiere una propiedad en su país. Carlos era un adolescente de 15 años y entre sus gustos figuraban la natación y la fotografía. Carlos culmina su educación en 1914, pero continuaba su instrucción deportiva ahora entre la gimnasia y el fútbol. El 28 de julio de 1914 estalla la Gran Guerra y Meyer se ofrece como voluntario y lo asignan a la Escuela de Caballería de Wandsbeck, de donde fue rechazado por su origen venezolano. Más tarde, junto a su padre, demuestra ser también alemán.

Meyer entra como soldado al Ejército y es asignado al Noveno Regimiento de Dragones. Era buen jinete, aprende a conocer el armamento y las tácticas militares. Lucha en el frente oriental contra los rusos. Era uno de los 180 mil hombres en servicio. La aviación militar de combate no existía (solo la de observación). Meyer cumple 20 años en 1915 y continuaba luchando en el frente oriental. Debido a sus logros, Carlos es ascendido a Teniente de Reserva y condecorado con la Cruz Hanseática. No es sino hasta mediados de 1916 que Meyer es seducido por las aeronaves. Enseguida solicita ingresar a la escuela de aviación. Es así como Meyer comienza a hacerse un historial de valentía en servicio de la aviación militar alemana; eran aparatos de madera que no superaban los 100 kilómetros por hora. Los aviones se comenzaron a usar con fines de reconocimiento, y luego le añadirían ametralladoras. Tras los combates de esos primeros meses, nombres como los del alemán Oswald Böelcke, quien logra 40 derribos confirmados, se convierten en leyenda; era un ejemplo a seguir para Meyer. El entrenamiento de Meyer culmina en enero de 1917 y es enviado al Escuadrón de Reconocimiento de Artillería Flieger Abteilung 201 en donde inicia misiones en el frente occidental. En ese entonces los vuelos de reconocimiento con cámaras fotográficas eran una novedad. Meyer volaba lo más bajo posible para que su compañero tomara las mejores fotos, aquello era muy arriesgado; pero lo hacía. Su avión volvía a la base como un colador de tantos impactos de bala. Nunca sufrió heridas, ni ninguno de sus observadores. Eso le valió una mención especial del comandante de la 15ª División de Infantería y la Cruz de Hierro en su segunda clase.

Carlos Meyer continúa en el escuadrón de reconocimiento, pero ya en junio de 1917 su nombre era conocido por Manfred von Richthofen, quien luego pasó a conocerse como El Barón Rojo. Él comandaba el escuadrón Jasta 11 y lo llamó para que integrara sus filas. Meyer se estaba codeando con los mejores pilotos militares del mundo, entre ellos los hermanos Richthofen, Ernst Udet y Hermann Göering, era El Escuadrón de Los Elegidos. Luego, en julio, llegaría el primer derribo por el cual se le confiere la Copa de Honor al Vencedor en Combates Aéreos. Su compañero Richthofen fue derribado en abril de 1918 a los 25 años, lo que dejó marcado a todos los pilotos alemanes. Pero Meyer se repuso y ya el 28 de junio de 1918 alcanza su segundo derribo confirmado, fue en la zona conocida como Corcy. Meyer hizo del Jasta 4 el escuadrón más exitoso; su tercer derribo ocurre el 15 de julio ante un avión Spad francés.
La cuarta victoria ocurriría tres días después ante un Camel inglés, pero no logra confirmarse ante la cercanía de la artillería enemiga. Sin embargo, sí se acredita el cuarto derribo. El 19 de septiembre, Meyer es llamado para ser instructor de nuevo, esta vez en la escuela de instrucción de combate aéreo Jasta Schule I en Nivelles, Bélgica. Se acerca el fin de la guerra.



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José M. Ameliach N.


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