¿De Marea Socialista a Marea Narcisista?

"Cuando la política se declina en primera persona del singular (Yo) y no en la primera del plural (Nosotros), lo que triunfa es la antipolítica."

Antoni Gutiérrez-Rubí

"La desilusión y la pérdida de la propia identidad son entonces los resultados de esa búsqueda que al final se fundaba en la nada y pretendía el todo. La identificación individualista del individuo consigo mismo tal vez no dé los resultados esperados"

Miguel Ángel Pérez Pirela

♦Aclaratoria no pedida

Los fenómenos sociales y políticos tienen categorías explicativas que superan las repetidas menciones a la supuesta patología de los pueblos y sus líderes. Hay que ser prudentes al interpretar el acontecer colectivo con conceptos psicológicos. Aunque insultar a otro en el ámbito público diciéndole psicópata, narcisista o cualquier otra lindura parece serio y trae aplausos, es siempre una grave ligereza. Como he dicho en otras oportunidades mis aportaciones no tienen como objetivo ni ofender, ni insultar, ni polemizar, sino el diálogo, la reconciliación de los contrarios y no la eternización de la discordia.

♦ Freud, Fromm y Horney

El poeta Ovidio escribió, en la versión romana de la mitología griega, que Narciso era un joven hermoso y muy atractivo, el cual rechazó el amor de la ninfa Eco. Fue castigado por su soberbia y obligado a admirar, permanentemente, su propio reflejo en un arroyo. Cuando lo acariciaba en el agua, este se desvanecía. Su culpa era su castigo. El joven, preso de la desesperación por no poder saciar su propia admiración, se suicidó. Incapaz de amar a otras personas al enamorarse de su propia imagen, sucumbió a su propia frustración. El concepto de narcisismo fue reinterpretado por Sigmund Freud​ quien lo describió como un trastorno caracterizado por los comportamientos egoístas de las personas obsesionadas en ser reconocidas socialmente. ¿Es posible que exista una política narcisista? Sí. Como también es posible que los políticos narcisistas protagonicen, en parte, la vida pública contemporánea. El narcisismo mal enfocado, como dice Freud, hace desgraciados a los seres humanos, que cuando se quedan encerrados en sus laberintos siniestros acaban teniendo comportamientos autodestructivos

Es tentador relacionar el narcisismo con la sociedad, en general y, con la política, en particular, como ya lo hizo en los años cincuenta el brillante psicoanalista, psicólogo social y filósofo humanista Erich Fromm. En su libro "El Corazón del Hombre" Fromm dice que "el narcisismo individual se transforma en narcisismo de grupo, que el clan, la nación, la religión, la raza, etc., sustituyen al individuo como objetos de la pasión narcisista. Así, se conserva la energía narcisista, pero esta se usa en interés de la supervivencia del grupo y no de la supervivencia del individuo". Tentador porque provee la imagen del sujeto que medrando sobre sí mismo no puede – le es imposible – reconocer la alteridad. El narcisismo, alude a esa manera de vivir mirándose el ombligo, o al espejo, como lo recoge el mito de Narciso y la literatura en la novela "El retrato de Dorian Grey".

El individuo narcisista generalmente presenta señales pronunciadas de satisfacción e inflación de sí mismo y una marcada susceptibilidad a la crítica. Karen Horney, psicoanalista de origen alemán, considerada una de las fundadoras de la psicología humanista, en su libro "El Nuevo Psicoanálisis" señala que "la persona narcisista se ama y admira por valores y méritos que no tienen un fundamento objetivo. Igualmente espera amor y admiración de los demás por cualidades que no posee".

♦ Narcisismo como ideología

La política, según una definición normativamente anclada en la democracia sería "el subconjunto de relaciones sociales caracterizadas por el conflicto sobre bienes, ante la presión de asociarse con vistas a la acción colectiva, donde al menos una de las partes en conflicto busca decisiones colectivamente vinculantes y sancionar decisiones por medio del poder" Muchos de los problemas de la política en la actualidad tienen que ver con una soterrada disputa de egos. La ausencia de proyecto deja el campo libre para contenidos volátiles, al servicio de una mera gratificación narcisista. No deja de sorprender el ansia de ocupar posiciones de poder, sin tener mucha claridad de para qué. En tiempos difíciles, la falta de madurez hace del narcisismo una enfermedad ideológica muy peligrosa y contagiosa. Los errores propios se suelen pagar en política de un modo más cruel que los aciertos del enemigo o adversario. Corremos el peligro de que el narcisismo provoque un error político garrafal. El narcisismo es una fuente de errores, porque impide la madurez en la decisión y suele actuar con un procedimiento envenenado: convierte nuestras virtudes en defectos. El tiempo pasa, pasa también la historia y tardamos en descubrir o asumir el error. La reflexión política se mezcla con los sentimientos y la intimidad ideológica.



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Luis Antonio Azócar Bates

Matemático y filósofo

 medida713@gmail.com

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