La fidelidad de Blondi y la lealtad política

La lealtad al país siempre. La lealtad al gobierno cuando se lo merece.

Mark Twain

Blondi era muy fiel a su amo. No le importaba qué hiciera su amo o quién fuera, simplemente era fiel. Blondi no fue la única fiel, también lo fueron millones de personas que perecieron por eso. La fidelidad es una virtud que, como el orden, la meticulosidad y la disciplina, puede ser instrumento poderoso del mal. Blondi era un pastor alemán propiedad de Hitler, con capacidad para la fidelidad, más no para la lealtad.

Lealtad, del latín "legalis": fiel a la ley. La Ley es «una declaración de la voluntad soberana, que manifestada en la forma prescrita por la Constitución, manda, prohíbe o permite» (Andrés Bello). En la política, la única lealtad posible es con las ideas o con la voluntad del pueblo soberano que se plasma en una Constitución que proclama la justicia como principio de la convivencia social. En las democracias el poder no es un derecho fundamental individual, debe ser legitimado por la sociedad y se otorga para hacer posible un proyecto de bien común. Como el poder se otorga, es el gobernante quien debe ser leal con los gobernados, con todos ellos, no al revés. Esta direccionalidad de la lealtad es diferente en otros sistemas de gobierno; por ejemplo, en las monarquías los vasallos deben incuestionable fidelidad a su monarca porque él representa a Dios en la tierra; en las dictaduras, la fidelidad se imponen con la fuerza y el terror.

El grupo de venezolanos que hoy detenta el poder en Venezuela llama traidores a los venezolanos que disienten del gobierno. Estos funcionarios se arrogan la continuidad del chavismo auténtico y originario por razón de herencia. Al hacerlo, demuestran su afición monárquica; no entendieron qué es el chavismo. El presidente Chávez enarboló las banderas de la democracia republicana, de la inclusión y la justicia social, del rescate de la soberanía y de la lucha contra esa plaga devastadora que es la corrupción. Él entendió que esas banderas se mantendrían en alto si el pueblo las sostenía, no una élite política ensimismada en su soberbia. De allí surge aquella frase "Chávez somos todos". Lo somos en la medida que defendemos los mismos viejos ideales de justicia y libertad, incluso el joven antichavista que lucha en las protestas antigubernamentales por razones políticas y no por malandraje. Todos somos la Constitución de 1999, incluso los que ahora la defienden con fiereza a pesar de haber sido sus detractores. La Constitución no es sólo el legado de Chávez, es el patrimonio moral y político del pueblo venezolano, del pueblo que basándose en la Constitución exigió el retorno de su Presidente en 2002, del pueblo que se negó a reformarla cuando el mismo Chávez se lo pidiera, y del pueblo que ahora se niega a cambiarla.

Ese pueblo leal volverá a luchar una y otra vez por sus principios cuando las cúpulas en el poder los traicionen, así lo hizo antes de que fuesen plasmados en la Constitución 1999, así lo hizo junto a Chávez y a veces en su contra, así lo hace ahora, y lo hará de nuevo cuando la dirigencia opositora, ya en el gobierno, los pisotee nuevamente. Ojalá un día ese ímpetu de lucha se convierta en voluntad de trabajo, en disciplina social y en la necesaria moderación para engendrar una Nación que haga realidad los principios fundamentales que se enuncian en nuestra carta magna.

Médico pediatra

Mérida-Venezuela



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