La Voz de los niños de Gaza

 

Hind Rajab. 5 años. Gaza

«Los hutíes han vuelto a disparar misiles contra Israel. Tendrán la plaga de oscuridad, la plaga (de la muerte) del primogénito. Completaremos todas las diez plagas’». Esta fue la amenaza que el Ministro de Defensa de Israel hizo a los yemeníes el pasado 04 de septiembre, amenaza que publicó en su cuenta de la plataforma X.

El mensaje de Israel Katz, titular del Ministerio de Defensa de Israel, demuestra que los infanticidios no son un "resultado colateral" de sus guerras, sino que son parte de una infame estrategia de guerra. Se masacran niños para infundir terror, para demostrar ausencia de límites, para destruir la esperanza y el futuro de sus víctimas y para eliminar físicamente la memoria depositada en los adultos del mañana.

La amenaza de Katz está enraizada en el pensamiento sionista imperante en Israel. Se enseña en las escuelas. Eliyahu Mali, Gran Rabino de Safed y miembro del Consejo del Gran Rabinato, director de la escuela militar-religiosa Shirat Moshe donde se forman militares del ejército, ha declarado públicamente lo siguiente: «No debes dejar a ningún niño vivo. Hoy es un bebé, mañana será un combatiente»

Las fuerzas de ocupación israelíes han herido o asesinado a más de 60 mil niños en Gaza; lo han hecho con bombas incendiarias, fósforo blanco, cuadricópteros, francotiradores, tanques, robots cargados de explosivos y otras tantas armas letales. No satisfechos con estas masacres, intentan matarlos de hambre ─a todos─ mediante hambruna planificada para todo el territorio gazatí. Las agencias internacionales reportan que cuarenta y cuatro mil niños han sido atendidos por desnutrición y cientos ya han muerto de hambre.

Israel ha secuestrado a más de mil niños en los territorios palestinos; los retienen en prisiones y campos de concentración bajo condiciones infrahumanas, y, muchas veces, sometidos a torturas. Más de 10.000 niños están desaparecidos, la mayoría debe estar bajo los escombros de las ciudades devastadas por Israel. Con su estrategia de guerra infanticida, ha convertido a Gaza en el cementerio de niños más grande del mundo, así lo ha denunciado el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia.

Los niños que aún no han perecido, viven en sufrimiento extremo. La mayoría lo ha perdido todo: vieron morir a sus familiares, lloraron sobre el pecho inerme de sus padres y hermanos. Sus casas fueron convertidas en cenizas y escombros, al igual que sus escuelas, parques y vecindarios. Sus juguetes cuelgan de los tanques israelíes como trofeos de guerra. Muchos están heridos; la Franja de Gaza tiene actualmente el mayor número de niños amputados per cápita del mundo. Hay miles y miles de niños enfermos y heridos, sin acceso a analgésicos y otras medicaciones, sin atención médica porque el sistema sanitario fue arrasado alevosamente.

Niños que padecen hambre y sed extremas, del tipo que carcome el espíritu, que convierten a la vida en solo dolor, necesidad y vacío.

Niños forzados a caminar por horas —arrastrados por desplazamientos forzados o en busca desesperada de comida y agua—, niños que caen en las trampas del hambre tendidas por Israel. Se les ve apenas vestidos con andrajos, muchas veces descalzos, deambulando bajo un sol abrasador, agotados, con pesada carga a sus espaldas. Duermen a la intemperie o en tiendas improvisadas, con frío cortante o calor abrasador, según la época del año. Los rodea la basura, los cadáveres y los escombros.

Sus días transcurren entre explosiones y gritos agónicos, la sangre derramada es visión cotidiana, el ruido incesante de los drones asesinos sobre sus cabezas. Si van al mar y tratan de bañarse o retozar un rato, les disparan: la entidad genocida ha prohibido el mar. Si van a jugar a los parques en ruinas, los francotiradores afinan su puntería.

Estos niños tienen voz: por más de 700 días han pedido paz, misericordia, piedad, ayuda. Algunos, incluso, dicen esperar que la muerte los libere del inmenso sufrimiento que les agobia. Pero sus voces no son escuchadas; el mundo los ignora, no quiere oírlos. Su clamor sólo alcanza a unos pocos.

Hay una voz, la de una de esas niñas, que nos habla desde la muerte. Quizás llegue a muchos y al fin sea escuchada. La voz de Hind Rajab Hamada. Tenía cinco años.

Ella y seis miembros de su familia salieron en la madrugada del 29 de enero de 2024 de una casa en el barrio de Tel al-Hawa, en la ciudad de Gaza; la familia huía de los bombardeos israelíes. A las 9:30 el vehículo fue atacado sin previo aviso por tanques israelíes; sólo dos personas sobrevivieron al ataque inicial: la joven Layan Hamada, de 15 años, y Hind Rajab. Alrededor de las 14:30, Layan logró comunicarse con los operadores de la Media Luna Roja Palestina. En un fragmento de la grabación de esta llamada, que solo duró 28 segundos, se escucha lo siguiente:

Layan: Nos están disparando. El tanque está a mi lado.

Operador: ¿Se resguardan?

Layan: Sí, en el coche. Estamos junto al tanque.

Segundos después, se escuchó una serie de disparos; se oyó el grito de Layan y su voz se interrumpió abruptamente. La organización Earshot, con sede en Londres, se dedica a investigar audios en defensa de los derechos humanos. Realizó un análisis de los disparos captados en los últimos instantes del audio: se registraron 64 disparos en tan solo 6 segundos. Esta cadencia de fuego sugiere que el arma utilizada fue un fusil de asalto o la ametralladora de un tanque Merkava, armamento específico del ejército israelí.

Forensic Architecture, un grupo multidisciplinario de investigadores dirigido por el arquitecto británico-israelí Eyal Weizman, ubicado en un centro de estudios de la Universidad de Londres, colaboró ​​con Earshot en la reconstrucción de los hechos. Ambos grupos de investigadores coinciden en que el tanque que disparó estaba ubicado a corta distancia (13-23 metros) del vehículo. A tal proximidad, el tirador podía ver que el vehículo estaba ocupado por civiles, incluidos niños.

Tras la muerte de Layan, Hind era la única sobreviviente en el vehículo. Los operadores de la Media Luna Roja Palestina llamaron de nuevo y lograron comunicarse con Hind. En las grabaciones de la Media Luna Roja se la escucha decir: «Tengo mucho miedo, por favor, venga. Lléveme. Por favor, ¿quiere venir?». Durante más de tres horas, Hind suplicó desesperadamente que la rescataran, soportando el horror de estar sola, bajo amenaza de los tanques, y atrapada entre los cadáveres de sus familiares. Durante esas horas, la Media Luna Roja Palestina trató de ponerse en contacto con el Ministerio de Salud de Gaza y las fuerzas de ocupación israelíes para garantizar el paso seguro de una ambulancia ─la zona donde se encontraba la niña estaba sitiada por el Ejército israelí.

El permiso del ejército israelí llegó a las 17:40, poco después del atardecer. Los paramédicos Yusuf al-Zeino y Ahmed al-Madhoun fueron enviados en una ambulancia desde el Hospital al-Ahli. Llegaron al lugar alrededor de las 18:00, pero recibieron disparos al llegar.

Sala de control: ¿Ves el coche?

Ambulancia: No veo nada.

Sala de control: ¿Tienes la sirena y las luces intermitentes encendidas?

Ambulancia: Solo las luces, no la sirena.

Ambulancia: … ¡Ahí está!

[Explosión]

El análisis de las organizaciones londinenses determinó que había un orificio de salida de aproximadamente 23 x 26 cm en la puerta trasera izquierda de la ambulancia; el tamaño del orificio de salida coincide con el impacto de un proyectil de gran calibre usado por los tanques israelíes. La ambulancia quedo hecha pedazos y calcinada.

Dos semanas después, cuando el ejército de ocupación permitió el acceso a la zona, el cuerpo de Hind fue encontrado junto a los de sus familiares en el coche. Los cuerpos de los paramédicos fueron descubiertos en la ambulancia a unos 50 metros del coche. Los restos de la ambulancia fueron encontrados en una ruta proporcionada por COGAT, un brazo del Ministerio de Defensa israelí que coordina con las Fuerzas de Defensa de Israel los pasos seguros para vehículos médicos. El vehículo en el que estaba Hind tenía 335 orificios de bala; los destrozos en el vehículo sugieren que fue empujado desde el parachoques delantero y que fue atropellado por un vehículo pesado, como una excavadora.

La cronología de los hechos que llevaron al asesinato de Hind y sus familiares dio pie al filme «La voz de Hind Rajab», de la cineasta tunecina Kaouther Ben Hania. La película está ambientada en el centro de operaciones del servicio de rescate de la Media Luna Roja Palestina y utiliza el audio real de las llamadas de Hind. Fue exhibida hace pocos días en el Festival de Venecia y generó una emotiva ovación que duró casi media hora; además, la película ganó el León de Plata que otorga el festival. Aunque todavía no se ha difundido al público, los comentarios indican que narra fielmente las últimas y dramáticas horas de la preciosa vida de Hind Rajab y su prima, antes de ser asesinadas cobardemente por los tripulantes de un tanque israelí bajo el mando del teniente coronel Beni Aharon, de la 401ª Brigada Acorazada de las Fuerzas de Defensa de Israel, quien fue denunciado ante la Corte Penal Internacional por la Fundación Hind Rajab, una organización con sede en Bruselas dedicada a revelar los crímenes de guerra cometidos por soldados israelíes.

El cine es un medio poderoso para moldear la opinión pública; logra inmersión emocional y empatía, y lleva temas sociales al centro del debate público. Esta película posiblemente elevará la voz de Hind y de todos los niños de Gaza. El poderoso lobby sionista tratará de silenciar o descalificar este filme, pero la voz de esta niña y la de 60 mil más como ella no podrá ser apagada; seguirán resonando hasta ensordecer, clamando por compasión y justicia.



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Akbar Fuenmayor

Médico Pediatra


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