Observador de las revoluciones del siglo

La historia de nuestra América, la que se hacía en su tiempo y la que se escribió sobre ese tiempo, una y otra, lo dejaron de lado, entonces y después. Tardíamente advertimos, con morosidad culpable, en qué medida los marginados de la historia ejercieron, o estaban preparados para ejercer, como gestores decisivos, pero transitando las otras veredas, las de la inconformidad, que 1quedaron sin el visto bueno de los cronistas consagradores.

Cuarenta años le lleva esta reiteración. Con ella se abre su proyecto. El proyecto, desde el temprano memorial, no supone ni ocasional, ni aislada. La quiere instrumento generalizador de aptitudes tan variadas como necesiten de ella los desempeños útiles del pueblo en su condición socialista; es decir, aptitudes que inicien un arte de vivir y concurran a fundar civilización social con la participación de todos. Nadie debe ser rechazado, nadie debe quedar excluido. La formación, que alcanzará al conjunto, se ocupará de que los conocimientos, que son "propiedad del pueblo", difundan fuerza suficiente para que la historia sea obra común, sin violentar a la naturaleza, sin oprimir a la razón, sin desfigurar los posibles destinos personales y colectivos. Porque "no debe haber populacho en la República", la formación ensayará aptitudes en letras y oficios. El arte personal de vivir comienza en saberle una función y esa función integra del pueblo, con su propia representación útil, en la comunidad, pues "con acumular conocimientos, extraños al arte de vivir, nada se ha hecho para formar la conducta social". Los conocimientos dotarán de sentidos a la vida personal y la habilitarán para compartir, en planos de justicia, la vida social de nuestra América, que es plural en términos raciales y debe concertar su unidad en objetivos sociales. Se facturarán individuos de oficios y letras para las nuevas oportunidades de tiempo de remoción, de inauguraciones. De las necesidades de estos tiempos se desprenden, precisamente, los objetivos sociales que pondrán certidumbre, ya que "la necesidad determina la especie de la acción y las circunstancias declaran lasa necesidades". Que las ideas no andan solas, Que "las ideas vienen de las cosas" y "tratar con las cosas es la primera parte de la formación".

La utopía criolla hará sus propios caminos, diseñará sus propias metas. La tentativa utópica se quiere iniciadora, inaugural, diferente por opuesta a mundo conocido y por rechazo a entumecidas tradiciones. Cuando más en estas costas que desde países "desarrollados" eran entrevistas como de salvación por sugerir la promesa del cambio purificador. "La necesidad de sentir bien la diferencia que hay entre adoptar y adaptar, para no desechar lo que pueda ser útil y para no errar en las aplicaciones". Las temperaturas del siglo ayudarán a ser originales en cuanto adaptemos lo útil de ellas.

¡Chávez Vive, la Lucha sigue!



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Manuel Taibo


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