El macho alfa, nuestro primer gerente

Si revisamos el comportamiento de nuestros ancestros los simios, así como el de otros mamíferos, no domesticados, como los lobos, los felinos, notamos, entre muchas, dos características que quiero resaltar. Viven en grupos organizados y tienen un jefe de manada comúnmente conocido como macho alfa.

Pero ¿qué es un macho alfa dentro de una manada?

Se califica así al ejemplar de mayor rango, de mayor liderazgo, logrado a base de fuerza física, dentro de la manada, a quien los otros ejemplares, de ambos géneros, siguen y "deben seguir". La jerarquía de macho alfa generalmente se logra mediante la exhibición de destrezas físicas, combates con otros aspirantes y ciertos rituales. Aquí, quien no esté de acuerdo con el macho alfa de turno, es forzado por éste a abandonar la manada. En algunas especies organizadas, también existe la hembra alfa. Estamos en presencia de la pareja alfa. Recordemos que los machos alfa son los aceptados preferentemente para los apareamientos sexuales. Son los que mejor garantizan la sustentabilidad de la especie.

Dentro de los grupos, son fácilmente identificables. Son los guías, los que van siempre adelante en los desplazamientos, son los líderes de las manadas. Se les brindan expresiones de sumisión por parte de los otros integrantes de la manada, vistas sus cualidades de líderes, guías, organizadores de las tareas de cacería en equipo y protectores de la manada. Superaron exitosamente los impactos de las migraciones, glaciaciones, diluvios, meteoritos, explosiones volcánicas y muchas otras catástrofes, sin vacunas, sin teléfonos ni la Internet. Por todas estas razones, me atrevo a calificarlos como nuestros primeros gerentes ancestrales. De hecho, han sido tan exitosos en su gestión que, gracias a ellos, hoy somos lo que somos. Comenzaron a comunicarse con sonidos onomatopéyicos, luego fueron señales de humo, hasta la tecnología satelital y los sistemas Android de nuestros días.

Pero así como existe el macho alfa (m-α) líder de la manada, también existe el macho omega (m-ω), nombre peyorativo con el que se califica a aquellos machos que por ser débiles, están ubicados en las jerarquías sociales más bajas. Son últimos hasta en la alimentación.

Nosotros los humanos guardamos, por supuesto, genéticamente esta característica de macho alfa, aunque actualmente desvirtuada y más orientada en la mayoría de los casos a definir estatus socio-económico, socio-político. En los jóvenes, esta condición está orientada a la exhibición de fortaleza física, masculinidad hegemónica y en muchos casos, a la exhibición de conductas irreverentes o de rebeldía. Pero en todos los casos, lo que se busca es el dominio y control de los grupos sociales a los que se pertenece. Se busca atención y liderazgo.

Dentro de una organización empresarial, resulta absolutamente normal y hasta lógico que todos y todas, busquemos desarrollarnos para alcanzar figuración, atención, reconocimiento y posiciones de liderazgo; posiciones de dirección y gerencia. Estos propósitos parecieran surgidos de planteamientos y retos racionalmente planificados, surgidos de la razón. Sin embargo, hoy, en los inicios del siglo XXI, los neurocientíficos están demostrando que detrás de estos razonamientos y decisiones, se esconden emociones y fantasías impulsoras, siendo dichos razonamientos no más que simples justificaciones de dichas emociones y fantasías (Neil Levy, Neuroethics: Challenges for the 21st Century, Cambridge University Press). De esto sabe y utiliza mucho el neuromarketing.

Detrás de todo esto siempre está, aunque en algunos casos muy bien disimulado, el sello genético de la búsqueda del dominio dentro del grupo, la presencia genética del macho alfa.

Según la opinión del neurocientífico Neil Levy, la gran mayoría de las decisiones racionales que cada día tomamos los seres humanos, las tomamos desde las emociones. Detrás de toda razón, siempre existe o está presente una emoción, siendo esta razón no más que una justificación de dicha emoción. En resumen, pudiéramos decir que las razones sólo sirven para justificar las emociones.

Y allí, a mi manera de entender, en esas emociones está presente la impronta genética del macho alfa ancestral. Esto es muy determinante en la toma de decisiones gerenciales, tema que desarrollaremos en próximas entregas.



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Jorge Tejera

Trabaja en ALCALDÍA GIRARDOT-ARAGUA Estudió en UNIVERSIDAD DE AIX-MARSEILLE-III, FRANCIA Vive en Maracay, estado Aragua

 jorgetejera2010@gmail.com

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