El Caudillo de los descamisados

“La vida humana se debate entre dos polaridades: una, la del destino individual, de la realización personal que nos impide desaparecer en el caos masivo, inauténtico y desvirtuado; otra, el impulso colectivo que nos lleva a proceder y a actuar como si fuésemos simples partes de un destino general”. “No somos lo que queremos ser, sino lo que los demás quieren que seamos. No elegimos nuestro destinodecía Nietzschesomos elegidos”.

José Tomás Boves, más que la historia de un hombre, es el arrebato de todo un pueblo buscando su síntesis nacional. La historia oficial de este capitán de “bandidos” está salpicada de anécdotas donde se dan la mano el humor negro y el odio feral, y contrasta con el recuerdo de un hombre a quien los suyos apodaban el Taita, denominativo propio de pueblos huérfanos para sus caudillos y sus protectores.

José Tomás Rodríguez de La Iglesia (Boves), fue el Ídolo y el Mesías siempre esperado por los aborígenes y las gentes de color, él llegó a establecer una férrea disciplina militar en todos sus hombres y guerreros, a quienes los sectores oligárquicos consideraban como “escorias humanas” al servicio del mal y de la muerte. Esas masas harapientas se prepararon y ataviaron para el combate y para la guerra insurgente prolongada contra los mantuanos. ¡Y quien más que el Taita Boves para conducirlas hacia la victoria final! ¡Quien con su atípico de Taita los condujo siempre en son victorioso por todas las ciudades y pueblos de Venezuela!

Hay que reiterar que las palabras del Taita Boves fueron oídas por los pueblos pobres de Venezuela con mucha devoción, quien como un asiduo militante del pueblo en armas desarrolló una actividad, recorriendo pueblos y aldeas formó batallones, decretó la libertad de los esclavos y por vez primera en tierras de América incorporó a su fuerza militar en cargos de mando y con grados militares a una gran cantidad de gente de color, de esa gloriosa acción de carácter popular nacía para la posteridad el ¡Ejército Libertador de Venezuela!, y del mundo rebelde.

De esta manera, el Taita Boves deja a un lado sus compromisos y deberes para con la Corona de España; dejando de oír las palabras del general Juan Manuel Cajigal, Capitán General de Venezuela, (a quien llamó viejo pendejo) y pasando desde esos momentos en convertirse en el único é indisputado líder de aquellas masas harapientas y sedientas de libertad y justicia social. De todas partes del Llano seguían llegando indios, negros y pardos, al saberse la invasión general que proyectaba el Taita. “Boves es la venganza del Caribe —le decía a sus contertulios el Padre Llamozas—. El conquistador español que se quedó en la costa arrojó al caribe hacia los Llanos. Ahora Dios, en sus inescrutables designios, le va a devolver su tierra a sus legítimos dueños”.

José Tomás Boves de La Iglesia decidió hacer la guerra por su propia cuenta y riesgo, comenzando a incautarles los bienes a los adeptos de la causa realista, a los terratenientes y tierrascogientes, latifundistas, hacendados y comerciantes, enemigos declarados de las justas luchas que para esos momentos libraba el pueblo en armas. Cabe decir, que las expropiaciones fueron consideradas como botín de guerra y repartido el botín entre todos los soldados.

El Taita Boves fue el fermento de un estallido social genuinamente revolucionario, lo cual lo llevó a convertirse en la figura más prominente de los años 1813 y 1814, debido a que él era la mente de los resentidos sociales capaces de tener proyección política y militar en esa fase de nuestra historia. El Taita Boves moviéndose como un fenómeno telúrico en la vasta geografía llanera, lo hizo con los siguientes gritos de guerra a los mantuanos explotadores de los esclavos negros, de los pardos y de los indios. ¡Las tierras de los mantuanos son paro los negros, los pardos y los indios!

Sí era de hecho y en el derecho de gente de un pueblo verdaderamente bovista quien con su máximo líder el Taita Boves fue capaz de conformar las milicias populares hasta convertirlas en verdadero ejército del pueblo en armas que, (Ejército Libertador) finalmente traspasó los linderos de nuestras propias fronteras para llevar la libertad a otros países hermanos de nuestra América.

José Tomás Rodríguez de la Iglesia (Boves) es el brazo ejecutor de una voluntad colectiva, subyacente y viva que busca su forma. Se complace en demostrar y en demostrarse la falacia de la existencia humana. Y un deseo de hacer tábula rasa lo embarga. Por eso se burla del rey de España, de la Iglesia Católica, del linaje, de la civilización greco-latina y de todo lo que le recuerde la cultura que lo alimentó.

Cito al historiador Pedro Manuel Arcaya: “Con los ojos puestos en las atrocidades de la Guerra Federal y en las que siguieron hasta comienzos del siglo XX. Lanza una terrible advertencia contra aquellos que en Venezuela desaten el espanto de la guerra civil. ¿Es que a juicio del autor, persisten en nuestra esencia los mismos rasgos de carácter que en tiempos de Boves exterminaron la cuarta parte de nuestra población? De ser así —como me siento inclinado a creerlo— Boves fue el conductor-efector de una línea de fuerza que a través de los siglos permanece y permanecerá irredenta”.

Los hombres que seguían a Boves —como es ya ocioso decirlo— no luchaban por la causa del Rey. Luchaban contra el mantuanaje propietario que ultrajaba su condición de hombres libres.

 

¡El Taita Boves es el Espartaco de nuestra América!

¡Gringos Go Home! ¡Libertad para los antiterroristas cubanos Héroes de la Humanidad!

¡Chávez Vive, la Lucha sigue!

¡Patria Socialista o Muerte!

¡Venceremos!

                                                                                                                                                                                  



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Manuel Taibo


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