Yo miento, tú mientes, él... ¿quién no miente?

“Con la verdad ni temo ni ofendo”

Mentir es un recurso utilizado regularmente para convencer a alguien, o alguienes, de las virtudes o certezas de los argumentos u opiniones vertidas, que permiten dibujar o configurar una gran verdad.

Razón tenía el propagandista estrella del nazi-fascismo “una mentira repetida mil veces termina convirtiéndose en una gran verdad”.

Y este recurso ha sido utilizado regularmente por hombres y mujeres para convencer de sus nobles (o perversas) intenciones, en el ámbito amoroso, el económico, el social, el intelectual, el humoroso, el diplomático, el político, etc, convirtiéndose en la más brillante demostración de habilidad en la aplicación de la manipulación individual o colectiva.

Es así como a IRAK la invade USA con tremenda mentira “existen armas de destrucción masiva”, a Kaddaffi lo destronan y asesinan bajo el supuesto de un gran descontento nacional, al gobierno sirio le crearon toda una fuerza artificial y mediática que lo obligo a sentarse en Ginebra a negociar con la oposición y contra el gobierno revolucionario de Venezuela han generado toda una guerra mediática en los últimos meses, que acompañada de un sinnúmero de operaciones encubiertas de tipo militar y económica, pretendían crear forzosamente las condiciones subjetivas y objetivas que justificaran un golpe de estado o invasión externa, que brillantemente la unidad de criterios y la convicción colectiva han logrado derrotar temporalmente.

Pero da tristeza ver como este recurso es utilizado vilmente por dirigentes de la revolución para justificar sus debilidades, desviaciones, ineficiencias, etc, contrariando un principio inexorable de todo auténtico socialista bolivariano “LA VERDAD ES REVOLUCIONARIA”.

Y digo esto porque me hierve el alma escuchar tanta mentira sobre los sucesos del 11, 12 y 13 de abril del 2002. Lo primero que debemos ubicar es los acontecimientos: un golpe de estado producido por la falta de claridad y compromiso por parte de quienes sustentaban cargos dirigenciales, que convirtieron las promesas y aspiraciones populares de democracia socialista en simples consignas para manipular a la colectividad, como por ejemplo “TODO EL PODER PARA EL PUEBLO”, cuando en la práctica se desarrollaba un proceso de centralización y control del poder por parte de una cúpula, que aún sustenta tal condición.

Segundo es necesario precisar el desarrollo de las acciones durante esos días: el día jueves 11 la mayoría de los que rodeaban a Chávez salieron despavoridos por la noche, vociferando “esto se acabó” y buscando cada quién su concha, bajo el falaz argumento de que eran objetivo primario del nuevo régimen dictatorial (el miedo es libre), cuando lo real fue que el viernes 12 en las calles se desató una feroz persecución y asesinato del pueblo, acompañado de un silencio sepulcral por parte de los medios de comunicación, dando con esta actitud el visto bueno a la represión, mientras se juramentaba al “nuevo gobierno”.

Mientras los altos “dirigentes” del gobierno y el partido permanecían en sus conchas, en los mandos medios se difundía la descabellada línea “hay que permanecer en sus casas a ver qué pasa”. Pero el pueblo en su llana sabiduría decidió salir a la calle, porque esperar a ver qué pasaba era decretar la muerte del líder y la revolución.

Es así como rodeó en primera instancia el fuerte Tiuna en Caracas, durante el día 12, acción que se repitió en Maracay, Carabobo y otras ciudades del país, resistiendo con piedras y palos la feroz represión a que fue sometido. Esta acción, aparentemente espontánea, se multiplicó el 13 con multitudinarias manifestaciones venidas de todas partes, produciéndose la incorporación de destacadas figuras del mundo militar a la exigencia de que se restituyera el hilo constitucional.

Resultado: el golpe fue derrotado y Chávez rescatado.
Lo novedoso: aparecieron los enconchados a robar cámara y hacer creer que eran protagonistas de la acción popular.
Lo triste: el pueblo no tenía como objetivo la toma del poder para profundizar la revolución y permitió que asumieran los mismos y Chávez no profundizara.
La moraleja: esta historia hoy se repite y qué pasará si el pueblo se arrecha?


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Darío Reyes


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