Mi palabra

Corrupción e inseguridad

“Pienso que si el diablo no existe y
en consecuencia el hombre lo creo,
lo hizo a su imagen y semejanza”

Fiódor Dostoyevski


En una cola de un supermercado, tres compradores se encontraban en una amena conversación; se movían sin darse cuenta de las personas que estaban adelante; muy cerca de la caja registradora se escuchó una voz pasada de tono; daba la impresión de haberse encolerizado uno de los conversadores; simplemente había aumentado la voz para hacerse escuchar, despertando la curiosidad de los presentes; el tema de la tertulia giraba, sobre dos problemas muy graves de la humanidad, del cual no escapa la sociedad venezolana: corrupción e inseguridad; los argumentos parecían de una misma persona, cada momento coincidían, sin llegar a ponerse de acuerdo, porque los intereses políticos de cada uno, privaban sobre las causas que originan estos males; al final la eterna pugna no dejó unir criterios para ayudar a combatir estas calamidades.

Parece difícil conseguir un país, exento de estos males, unos más enredados que otros; en el nuestro forman parte del quehacer diario; son desgracias inherentes al capitalismo como el aire que respiramos; cada momento escuchamos expresiones: ¡En este gobierno la corrupción se ha desbordado! ¡La inseguridad no deja vivir tranquilos! los voces vienen en aumento, la mayoría provienen de dirigentes medios de los partidos de la MUD y de algunos envejecidos y enquistados viviendo de los frutos del pasado, cuando para ellos parece que no existía la corrupción; ahora atizan solapadamente para tratar de crear una matriz de opinión, buscando por todos los medios de golpear al gobierno; por el otro lado la respuesta nunca se hace esperar, como una legitima defensa del gobierno y sus dirigentes a todos los niveles, sobre todo los que todavía mantienen la frente en alto con la moral y la dignidad a toda prueba.

¿Quién tiene la razón? Nadie puede olvidar, que los gobiernos de la IV república se vinieron al suelo (casi desaparecen) cuando los movió el verbo ejemplarizante del comandante Chávez, las razones muy conocidas, prácticamente inaguantables: la corrupción era el manjar de muchos dirigentes; la inseguridad producto de la delincuencia, cada momento dejaba un muerto por un par de zapatos de marca y la inmoralidad se habían desbordado, al extremo que apareció una “barragana”, haciendo y deshaciendo cuanto le venía en gana; fue “bautizada” con ese calificativo por un adeco: Luis Pinerúa Ordaz, el “personaje” la amante o querida del expresidente Jaime Lusinchi, la supuesta “secretaria” :Blanca Ibáñez, quien muchas veces lució un traje militar sin conocer un cuartel.

Los tiempos han cambiado, ha venido aumentando la ambición y el afán de lucro en un porcentaje muy alto de la población, incitados por los medios de comunicación con la promoción de sofisticados avances tecnológicos con precios exorbitantes, haciéndose cada día más difícil de adquirirlos; a la par de esto los sueldos y salarios se reducen y al no poder satisfacer algunas necesidades básicos con algunos gastos superfluos creados por la vanidad, muchas personas caen en la tentación por no tener una base sólida en la formación hogareña; con mucha razón el escritor George Eliot dejo esta enseñanza: "Nadie está graduado en el arte de la vida mientras no haya sido tentado".

La corrupción y la delincuencia tienen el mismo propósito: conseguir dinero a manos llenas sin importar las consecuencias, fomentando la inseguridad por la analogía entre corruptos y delincuentes; los procedimientos son totalmente distintos, el objetivo es el mismo; alguien se podría preguntar ¿Qué tiene que ver una cosa con la otra” la explicación es muy sencilla: son infinidades las denuncias hechas por construcciones, con materiales deficientes o de mala calidad, produciendo en muchos casos accidentes lamentables con saldos de muertos y heridos. No solamente con una pistola se crea incertidumbre; muchas veces utilizando palabras en momentos inoportunos se fomenta intranquilidad en la ciudadanía.

La oposición usa sus parlantes sobre la corrupción, tratando de hacerla ver como algo propio de este gobierno; son los mismos que callaron, cuando ostentaron el poder sin importarles las necesidades del pueblo; olvidan que siempre la verdad sale a flote, como el aceite en el agua; para algo de servir este pensamiento de Fiódor Dostoyevski: “Quien se miente y escucha sus propias mentiras llega a no distinguir ninguna verdad, ni en él, ni alrededor de él”. Por eso la lucha en estos momentos es combatir la corrupción y la inseguridad, utilizando todos los medios posibles sin distinguir color político, apoyar la valiente posición del Presidente Nicolás Maduro; porque de lo contrario todo queda en un juego de palabras fortaleciendo la corrupción y la inseguridad.


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Narciso Torrealba


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